Reflexionando, a partir de los últimos acontecimientos, sobre la representatividad de nuestros legisladores al momento de votar, es que entiendo se hace necesario insistir en la aplicación del sistema electoral de boleta única de papel para las elecciones de 2019, si es que queremos mejorar nuestra democracia representativa.
La ley 8.967 dispone, en el art. 4 de la reforma electoral, el voto electrónico y en su defecto la boleta única de papel. Es decir que solo falta la voluntad de las autoridades competentes para que se haga uso de esta herramienta democrática que da la ley, y sobra tiempo para ejecutarla en el 2019.
Respecto al voto electrónico su implementación ha sido cuestionada por las posibilidades de adulteración tecnológica -más aun con nuestros antecedentes de viveza criolla-, además es público y notorio que el Gobernador ha dicho que es muy caro y los tiempos no están para grandes gastos. Pero la boleta única de papel no tiene discusión y ha sido un éxito democrático, tanto en Santa Fe como en Córdoba.
Dato aparte es que junto con el voto electrónico es el sistema que más se aplica en el resto del mundo, mientras que la maldita lista sábana solo se usa en Argentina y Uruguay.
La batalla para que nuestra provincia la implemente, a pesar de la ley que la habilita, será dura, ya que no habrá de resultar fácil torcerles el brazo a los partidos mayoritarios que usufructúan de la lista sábana o voto en cadena como lo denominan otros. Ellos aducen que afecta la unidad ideológica, pero la realidad es que la usan para tener la obediencia debida legislativa.
Esta forma de seleccionar nos ha llevado a poblar los cuerpos legislativos de ignotos sociales, que actúan en bloque, sin vuelo propio de conocimientos o experiencia en los grandes temas, y que necesitan de un batallón de asesores para entender las necesidades y las soluciones que hay que darle a la sociedad.
La lista sábana es una de las mayores desgracias que tiene nuestra democracia. Entre otras cosas, permite el robo de boletas; además, la boleta preparada previamente -y sobre todo en materia de legisladores o concejales- no nos da otra opción que votar la lista entera, ya que no es posible el corte. O sea que no solo se presta para al fraude, la manipulación o presión sobre los votantes, sino que nos limita la libre elección, privándonos de la posibilidad de poder votar a todo aquel candidato que no importa el partido al que pertenezca o si es de un partido grande o chico, pero que cotiza bien en la sociedad mendocina.
La libertad de elegir a los que creemos son los mejores está en la boleta única de papel. Teniendo en cuenta lo sucedido en el país mucha gente ha quedado conforme o desilusionada -según el caso- con legisladores de un mismo partido, pero si sigue la lista sábana y en un futuro se repiten estos legisladores, al no poder separar el trigo de la cizaña –como lo permite la boleta única de papel– se violenta al elector, ya que haga lo que haga se sentirá afectado en su derecho a elegir libremente, por que si vota al que apoya permite que entre el que le desagrada, y si no quiere que entre éste deja afuera al que realmente le interesa como valioso.
Como se puede ver, la boleta única de papel es el instrumento democrático por excelencia para mejorar la participación ciudadana en la elección de sus gobernantes, y sobre todo para subir la calidad de los elegidos. Encima es la más barata y transparente.
Esta opinión no es original de este simple ciudadano, sino que la presidente de Transparencia Internacional, Delfina Ferreira Quiroga, y prestigiosos constitucionalistas como Daniel Sabsay, o politólogos como Andrés Malamud, coinciden en lo virtuoso de la boleta única de papel.
Terminemos con el despotismo partidario de las listas sábanas y presionemos democráticamente a través de los medios -o de nuestras ONG locales que bregan por el mejoramiento de la calidad institucional mendocina- para que en las elecciones de 2019 reine la boleta única de papel.
Si no hacemos algo nada cambiará, seguiremos sujetos al arrastre de la lista sábana, que ha dado muestras de sobra de que nos lleva a la degradación de la República por la baja calidad de los representantes elegidos con este sistema. A los hechos me remito.
