Para Jeremías Gutiérrez y sus amigos, el 20 de julio será una fecha muy diferente de ahora en más. Es que en los primeros minutos de ayer, cuando estaban esperando que estuviera listo el asado, escucharon un ruido muy fuerte y sintieron cómo vibraba todo.
Afortunadamente, reaccionaron rápido y en pocos segundos salieron del quincho en el que estaban, porque una pared se vino abajo por el peso de un antiguo bodegón de adobe colindante que se desplomó.
La edificación, ubicada en calle Araujo al 3.800 de El Bermejo (Guaymallén), databa de 1918. Debido a que presentaba un marcado deterioro, estaba sin uso desde hace tiempo. Como tantas otras antiguas construcciones en el Gran Mendoza, las intensas y persistentes lluvias de la temporada estival y de mayo, terminaron la tarea que el paso de los años había iniciado.
Como la bodega tenía un piletón subterráneo, la mayor parte de los adobes, palos y cañas colapsaron hacia adentro del predio y terminaron dentro del pozo. Sin embargo, se vieron afectadas dos viviendas vecinas, sobre las que cayeron escombros.
En una, donde vive una mujer mayor, la pared medianera desapareció y el patio quedó cubierto de fragmentos de muros, pero sin que hubiera daños en la casa en sí.
Pero en la otra, el derrumbe afectó un quincho en el fondo del patio, donde seis amigos y el hijo pequeño de uno de ellos se habían reunido para celebrar la amistad. Jeremías Gutiérrez contó que por el ruido y la vibración pensaron que se trataba de un terremoto importante, y añadió que todos salieron rápidamente al patio.
Esto, junto con el hecho de que la viga principal del techo era metálica y no de madera, les permitió salir ilesos. El joven comentó que, como parte del techo metálico también se vino abajo, pensó que tal vez alguien había pasado corriendo sobre él y por eso buscaba al supuesto intruso, más allá del polvo que se había levantado.
También se miraban entre ellos para chequear que todos habían salido y estaban bien. Recién cuando la nube se empezó a asentar se dieron cuenta de lo que había ocurrido.
Grandes pedazos de pared estaban desparramados por el piso de la habitación y la mesa de ping pong en la que habían estado jugando estaba en parte aplastada.
"Las puertas se abren hacia adentro, así que si no reaccionábamos a tiempo, nos hubiéramos quedado encerrados ahí", planteó con una mezcla de incredulidad y alivio.
Personal de Defensa Civil del municipio acudió ayer en la madrugada para corroborar los daños y durante la jornada hicieron la inspección de la construcción colapsada y de las colindantes.
El director de Obras Privadas de Guaymallén, Miguel Valentini, detalló que es responsabilidad del propietario, deberá demoler los dos muros del bodegón que quedaron en pie, y hacerse cargo de los daños a las viviendas contiguas, pero aclaró que se trata de algo que deben resolver los privados.
Detalló que es habitual que el colapso de estas edificaciones antiguas se produzca de este modo, sin previo aviso, y que en el departamento se están cayendo tres o cuatro construcciones de adobe por semana.
Aunque las grandes propiedades son las que reciben mayor difusión, luego de que el 6 de junio el muro un galpón cayera sobre un departamento contiguo y matara a una joven mamá y su hijo de cuatro años.
250 decretos de demolición
Miguel Valentini, director de Obras Privadas de Guaymallén, detalló que en el departamento hay 15 mil construcciones de adobe, de las que 13.500 son viviendas y 80% de ellas están habitadas.
Y si bien han recibido más de 700 llamadas de propietarios, inquilinos o vecinos, para denunciar propiedades en riesgo, planteó que esperan que hayan muchos ojos atentos para cuidarse.
Es que si bien la cantidad de derrumbes ha disminuido desde que pasaron las lluvias, es de esperar que sigan habiendo por el comportamiento del adobe cuando se seca. Además, recordó que Mendoza es una provincia sísmica y que si hubiera un movimiento de suelo la situación podría ser crítica.
Por eso, han emitido 250 decretos de demolición para que los propietarios derriben las construcciones en riesgo o de lo contrario lo hará la comuna, con cargo al dueño.
Aunque esta es una situación que se da en alguna medida en todos los departamentos del Gran Mendoza, en ciertos distritos de Guaymallén, como San José y Pedro Molina, hay manzanas en las que todas las casas son de adobe.
De ahí que Valentini reconozca que además de una cuestión de seguridad, también se trate de una problemática social significativa.
En el marco de Unicipio, el gobierno provincial está buscando fondos para poder atender los casos de emergencia -de viviendas que se caen o deben demolerse- con módulos habitacionales, que, según se informó, no serían de construcción tradicional, pero tampoco una solución precaria.