De las 77 bodegas que cerraron en Mendoza, 65 estaban ubicadas en los departamentos de San Martín, Junín y Rivadavia. De 2010 a esta parte, la vitivinicultura ha sufrido muchos cambios, y al parecer parte los vitivinícolas de aquella zona quedaron en el camino.
Según un informe del Observatorio la evolución de las ventas de vinos fraccionados, contabilizando tanto el mercado interno como el externo, han tenido un comportamiento decreciente en los últimos 10 años (-18%). Y dentro ello, la venta de vinos en multilaminados, es gran parte de la respuesta. En Argentina se dejaron de vender 98 millones de litros en ese periodo, al tiempo que se dejaron de exportar otros 24 millones de litros. ¿A dónde fue a parar ese vino? Cuando fuimos competitivos parte se vendió a granel al mundo, cuando valió se convirtió en mosto, y cuando estas alternativas no fueron válidas, se transformaron en “excedentes”.
La zona Este, concentra más del 60% de la superficie de criolla grande, que tiene dos destinos: mosto o multilaminado. También sus productores han sabido desarrollar viñedos con uvas varietales u otras opciones con mayor demanda de mercado. Cabe preguntarse si estas empresas que cerraron sus puertas también se tecnificaron y generaron los cambios necesarios en su matriz productiva para seguir siendo competitivas, en un contexto económico y de mercado que claramente no los ayudó.