La exactriz estadounidense Meghan Markle lució este sábado en su boda con el príncipe Enrique de Inglaterra un vestido de novia blanco de seda creado por la diseñadora británica Clare Waight Keller, de la casa de alta costura francesa Givenchy.
Clare Waight Keller es una diseñadora británica que en 2017 se convirtió en la primera mujer directora artística de la casa fundada en 1952 por Hubert de Givenchy, de donde llegó procedente de Chloé. También ha trabajado para Pringle of Scotland, Gucci, Ralph Lauren y Calvin Klein.
Conoció a Markle, apasionada por la moda, a principios de este año y ambas han trabajado juntas en un traje de novia que "encarna una elegancia minimalista intemporal", en palabras del palacio de Kensington, la residencia oficial del príncipe Enrique y su esposa.
El cuello de barco descubre ligeramente los hombros de Meghan y realza la cintura ceñida del vestido, que ensalza la esbelta figura de la novia.
La forma se logra con solo seis costuras, y el vestido fluye hacia una cola discreta, por encima de una enagua de triple organza de seda. Las mangas son ajustadas y tres cuartos. Está confeccionado en cady de seda doble de color blanco, que le da un aspecto mate.
Hecho de tul de seda y delicadamente bordado a mano con hilo de seda y organza, el velo tiene cinco metros de largo y tuvo que ser llevado por dos pajes a la llegada de la novia a la iglesia de San Jorge de Windsor.
Las flores bordadas en los extremos representan los 53 países de la Commonwealth, de la que el príncipe Enrique es embajador.
La novia agregó dos flores de su elección, un calicanto del Japón, que crece en el jardín del palacio de Kensington donde vivirá con su marido, y una amapola de California, la flor oficial del estado norteamericano del que es originaria.
Los bordados necesitaron cientos de horas de trabajo, durante las cuales los expertos se lavaban las manos cada media hora para mantener el tul y los hilos de un blanco prístino.
El velo de Meghan Markle estaba sujeto por una tiara de diamantes que perteneció a la reina María, abuela de la reina Isabel II, quien se la prestó para la ocasión. Fabricada en 1932, está compuesta por 11 secciones, con un centro removible de 10 diamantes que se puede llevar como broche.
Los pendientes y la pulsera eran de la casa Cartier. Los zapatos, también de Givenchy y a juego con el vestido, eran de salón y recubiertos de satén de seda duquesa.
El ramo realizado por la florista Philippa Craddock fue personalizado con varias flores cortadas por el príncipe Enrique el viernes en su jardín privado del palacio de Kensington.
Entre las flores había nomeolvides, que eran las favoritas de la difunta princesa Diana, madre de Enrique, guisantes de olor, lirios del valle, astilbe, jazmín, astrantia y mirto.
El príncipe Enrique vestía por su parte el uniforme de gala de los Blues and Royals, el regimiento de caballería de la Guardia Real. Prendido en el pecho llevaba la insignia de alas de piloto obtenida cuando operaba helicópteros Apache en el ejército. Otra medalla recordaba sus misiones en Afganistán.
Clare Waight Keller diseñaron los vestidos de las seis damas de honor de seda de color marfil con mangas abombadas y falda plisada, terminadas a mano con cinta de seda atada a la espalda con un lazo.
En los zapatos de cuero cada una llevaba grabadas sus iniciales y la fecha de la boda. Los cuatro pajes llevaban una versión en miniatura de la levita del regimiento Blues and Royals que llevaban el príncipe Enrique y su hermano Guillermo.