Feliz porque es el mejor de la Superliga Argentina. Feliz porque logró el título 69. Feliz porque festejó el campeonato ganándoselo, en un mano a mano inolvidable, a River.
Feliz porque estaba segundo en la tabla y en la última fecha pasó a su eterno rival -fue la primera vez en la historia de nuestro fútbol que sucedió esto-. Feliz porque Carlos Tévez volvió a ser ese jugador de potreto de Fuerte Apache. Feliz porque tiene a Esteban Andrada, quien es el mejor arquero del país y fue el más regular de la temporada. No tuvo partidos de menos de 7 puntos y fue el gran responsable de mantener muchas veces su arco en cero. Es orgullo para nuestra provincia porque es mendocino de pura cepa. Feliz porque su gente (millones en el país y el mundo) festejaron la obtención del torneo.
Semana a semana fui siguiendo este desenlace del campeonato y fui contándoles como llegaba cada uno al capítulo final que tuvo de todo. Me tocó vivirlo en la Bombonera y seguir el partido de River por el monitor que hay en el pupitre de prensa. Gol de Atlético en Tucumán que fue gritado por todos los hinchas Xeneizes. Luego el empate del equipo de Gallardo. Termina el primer tiempo y la historia era la siguiente: River con ese resultado era el que se coronaba y Boca terminaba segundo. En el complemento, los minutos fueron pasando y el nerviosismo se apoderaba de los protagonistas. Offside mal cobrado a Borre, con jugadas dudosas (para algunos hubo penal a Nacho Fernández) en el José Fierro tucumano y en el estadio Alberto J. Armando, Carlos Tévez concretaba el gol que le daba el primer lugar. Desde ese momento el efecto fue el siguiente: explosión -todos los fanáticos se quedaron sin garganta, algo que será inolvidable- en la Boca y secuelas en Tucumán porque el conjunto de Núñez se desdibujó. Ambos partidos terminaron casi al mismo momento lo que desató la locura de todo el mundo Boca para gritar campeón. En el Jose Fierro, la imagen era de bronca en el plantel Millonario y de tranquilidad en el tucumano con Zielinski como el estandarte.
Boca Juniors es un justo campeón porque siempre peleó la Superliga. Primero con Argentinos Juniors -finalizó el 2019 a un punto- y después con River, lo que hizo más emocionante este logro porque en este 2020 fue un cabeza a cabeza entre los dos clubes más importantes del país. Gustavo Alfaro fue el entrenador que llevó al grupo hasta diciembre del año pasado y el que dirigió 16 fechas. Les inculcó un orden y consiguió muchos puntos. Es tan campeón como Miguel Ángel Russo, que arrancó la temporada actual. El fútbol argentino estuvo pendiente de esta lucha que se dio por quinta vez en la historia.
Boca fue un justo campeón porque tiene la valla menos vencida (sólo 8 goles recibió a lo largo de 23 jornadas) y tuvo una apertura ofensiva con Miguel Russo que lo llevó a concretar 16 goles en 7 partidos, con un Carlos Tévez imparable y con un nivel que no se le veía desde el 2016 (antes de su partida a China).
Línea por línea los que más jugaron y se destacaron en el campeón fueron Lisandro López – Carlos Izquierdoz, la dupla de centrales que tuvo un gran rendimiento; Nicolás Capaldo en la mitad de la cancha, con Marcone primero y después con Campuzano, quien se convirtió en la gran aparición del equipo. Pol Fernández este año, Alexis Mac Allister antes, Toto Salvio, Sebastián Villa, con un gran presente; los goles de Ramón Abila y el sacrificio de Soldano; Buffarini y Weiganht por la derecha; Fabra y Mas por la izquierda. En fin, todos los integrantes del grupo pusieron lo suyo y, acompañados por los dirigentes, además de cada empleado del club que colaboró, Boca Juniors dijo campeón de manera histórica. Demostró que está vivo y todavía tiene muchos objetivos por lograr.
En mi querida Mendoza, aprovechando la Vendimia 2020, se puede brindar con un buen vino o champagne. ¡Salud, Xeneizes!
