Boca y River: un siglo de engaños, traiciones, odios y mutua conveniencia

Ya en 1913 (1er. juego) y 1931 (1er. era profesional) hubo violencia en el superclásico como hoy. El crecimiento generó intereses cruzados.

Boca y River: un siglo de engaños, traiciones, odios y mutua conveniencia
Boca y River: un siglo de engaños, traiciones, odios y mutua conveniencia

Fabián Galdi - fgaldi@losandes.com.ar

Aún fresca la evocación por parte de las contiendas entre Ramiro Funes Mori y Pablo Pérez, de éste con Gonzalo Martínez, de Carlos Sánchez con Fernando Gago y así sucesivamente entre los actores principales del pasado superclásico en el Monumental, cabe recordar que tales conflictos – de mediana y baja intensidad – se vienen dando entre futbolistas de Boca Juniors y de River Plate desde hace poco más de un siglo, ya que en 1913 se tomaron a golpes de puño los jugadores de ambos equipos en el primer partido que, según los historiadores, puede ser considerado como el punto de partida de un duelo que se transformó en leyenda dentro y fuera de las fronteras del país.

Ciento dos años atrás, específicamente un 24 de agosto, la vieja cancha de Racing Club – tablones de madera – fue el escenario para el primer choque entre los dos adversarios nacidos en la ribera del Riachuelo, en la popular barriada de La Boca, ubicada en el extremo sureste de la Ciudad de Buenos Aires. Si bien algunos estudiosos citan que el enfrentamiento inicial fue en 1908 o en 1912, lo cierto es que no existe ningún documento que sirva de testimonio. Sí, en cambio, lo hay acerca del cruce en el estadio académico, el cual fue reflejado por el diario La Nación en su sección Sports.

En dicha crónica, se cita que cuando promediaba el segundo tiempo se golpearon los jugadores de sendos conjuntos y que esta pelea contagió a las respectivas barras, que ocupaban las tribunas. Estos dos grupos se conocían por recorrer las mismas calles de la zona y refugiarse en reductos a sólo una cuadra de distancia: los de River en la confitería “Las Camelias”, entre las calles Almirante Brown y Pinzón, y los de Boca en el café “París” o “Alegría”.

Una división política motivó que a partir de 1919 hubiera dos entidades, de las cuales Boca se afilió a la Asociación Argentina de Football y River a la Asociación Amateur de Football. Recién en 1927 hubo reunificación con la Asociación Argentina Amateur de Football, un ente que fue la transición definitiva hacia el profesionalismo, cuyo primer campeonato oficial se disputó en 1931. Y en éste, también, el clásico terminó inmerso en hechos de violencia, como si se tratara de una continuación del originario de dieciocho años atrás.

En aquél 20 de septiembre de 1931, ya en la primera cancha xeneize en Brandsen y Del Crucero (la misma ubicación de hoy), abarrotada por 35.000 espectadores, el partido debió ser suspendido por el árbitro Enrique Escola debido a un escándalo que comenzó en el campo de juego y casi inmediatamente se expandió por las tribunas, al punto que debieron intervenir los bomberos porque también se generaron focos de incendio. Días después, el Tribunal de Penas – como se lo llamaba por entonces – le dio los puntos al local.

River vencía 1-0 con un tanto de Carlos Peucelle hasta que el juez marcó un penal para los auriazules, luego de una acción que derivó en la protesta de todo el equipo visitante. Francisco Varallo remató, el arquero Jorge Iribarren desvió y luego tapó el primer rebote hasta que el ejecutante convirtió en el segundo rebote de manera ilícita – le trabó una pierna al guardameta – y se consumó la igualdad. Fue tan enérgica la protesta, que el referí expulsó a tres futbolistas de la banda roja, quienes se negaron a abandonar la cancha. Ante la negativa, Escola le pidió a la policía que los arrestara.

Poco después, los visitantes decidieron retirar al equipo y de inmediato se produjeron incidentes entre las dos hinchadas. Los de River fueron los más belicosos y se lanzaron a quemar los tablones, hasta que los efectivos policiales ingresaron al sector de los hechos. La batahola continuó por las calles de La Boca.

El antagonismo ya estaba claramente marcado y el crecimiento cuantitativo de los dos clubes sentó las bases para convertirlos en los de mayor arraigo en el fútbol de la Argentina, por lo cual también aprovecharon esa situación para crear una suerte de matrimonio por conveniencia con el Estado a la hora de recibir créditos para la construcción y refacción de sus respectivos estadios.

Ya en 1937, el por entonces presidente de facto Agustín P. Justo firmó un decreto por el cual se otorgó un préstamo para finalizar las obras del nuevo espacio de convocatoria riverplatense. Poco después, más precisamente el 25 de mayo de 1938, el Monumental fue inaugurado en una de las zonas que hoy día es una de las más selectas de la Capital Federal, ubicada entre los barrios de Belgrano y Nuñez.

La concepción abarcadora de Justo alcanzó al otro gran polo convocante entre los aficionados argentinos. Y el 7 de febrero de 1938 concedió el deseo de los dirigentes de Boca, que solicitaron un préstamo para la construcción del estadio. El presidente argentino firmó el decreto apenas un par de semanas antes de dejar su cargo en manos de Roberto Marcelino Ortiz, quien asumió el 20 de febrero. Así, se inauguró La Bombonera en 1940.

Más cerca en el tiempo, once años atrás se gestó una semifinal por la Copa Libertadores que ganó su lugar en la historia. En la ida, por ejemplo, disputado en la Ribera, se registraron situaciones que contribuyeron a levantar la temperatura desde el comienzo: una plancha de Javier Villarreal a Marcelo Gallardo, trompis de Horacio Ameli Fabián Vargas y Antonio Barijho, faltas descalificadoras sobre Miguel Caneo y Maxi López, el gol de Rolando Schiavi (de cabeza), la pelea entre Alfredo Cascini y Gallardo, que terminó con la expulsión de ambos por decisión del árbitro Claudio Martín, el tumulto entre jugadores de los dos equipos, el tirón de pelo de "Coco" Ameli a Roberto Abbondanzieri y luego el arañazo del "Muñeco" Gallardo al "Pato", la roja a Ariel Garcé por una fuerte infracción a Vargas y la mano de Eduardo Coudet en el área tras un tiro libre de Carlos Tevez.

En la revancha, la definición sólo se disputó con público de River – algo inusual para la época – y contó con un cierre de alto voltaje emocional. El "Millo" había pasado a ganar con un gol convertido por "Lucho" González y promediando el segundo tiempo fue expulsado el colombiano Vargas por el juez Héctor Baldassi. En un clima caliente dentro y fuera de la cancha, Guillermo Barros Schelotto fue agredido por plateistas locales, quienes le arrojaban cuanto objeto tuvieran a su alcance. En medio del caos, el "Mellizo" convenció a Rubens Sambueza de que estaba expulsado, cuando el árbitro aún no habia tomado ninguna decisión; poco después, sí vio la tarjeta roja el volante "millonario". A poco del final, Tevez aprovechó un centro de Franco Cángele y marcó el empate, a lo cual le sucedió un festejo desmedido (aleteando a lo "gallinita"), por lo que fue sancionado con una expulsión. Ya en el descuento, Cristian Nasuti alargó la esperanza local y con su tanto forzó la definición por penales, finalmente ganada por el auriazul.

El diario inglés The Sun, supo definir en su momento al superclásico como "la experiencia deportiva más intensa del mundo". Razones, parecen no haberle faltado.

Tenemos algo para ofrecerte

Con tu suscripción navegás sin límites, accedés a contenidos exclusivos y mucho más. ¡También podés sumar Los Andes Pass para ahorrar en cientos de comercios!

VER PROMOS DE SUSCRIPCIÓN

COMPARTIR NOTA