El promocionado primer superclásico del año tuvo un ganador incuestionable: Boca Juniors. Fue 1 a 0 con gol del juvenil Cristaldo, ante un River plagado de figuras y casi idéntico al equipo que logró la Copa Sudamericana.
Ante un estadio marplatense absolutamente colmado, los dirigidos por el Vasco Arruabarrena marcaron en el primer tiempo, y luego controlaron a la perfección (hasta mereció un gol más de contragolpe), a un Millonario sin chispa ni peso ofensivo.
River llegaba como banca en la previa, porque su plantilla estaba repleta de los habituales titulares, mientras que Boca, plagado de juveniles, llegaba como punto.
Y como suele ocurrir en el fútbol, la lógica no tuvo lugar. Porque de movida, Boca planteó el juego de igual a igual, con mucha presión, algo de pierna fuerte y toda la seriedad para quedarse con un clásico después de mucho tiempo.
Fue vibrante el primer tiempo en “La Feliz” por el frenético ida y vuelta, plagado de las imprecisiones dignas de la pretemporada y por la fricción que se generó, teniendo en cuenta la pica especial que existe entre los futbolistas de ambos equipos luego de una temporada en la que se vieron las caras en varios juegos definitorios. El gol de Franco Cristaldo fue suficiente para los del Vasco.
Si bien el “Millonario” de entrada contó con las más claras en los pies de Teófilo Gutiérrez y Leonardo Pisculichi, que vio cómo Guillermo Sara se lucía achicándole bien el espacio, el que pegó primero fue el “Xeneize” por uno de los tantos pibes que tiene en cancha.
Al final, decía Arruabarrena que Boca jugó como equipo y es cierto. En cambio River no apareció, salvo las pinceladas del “Pity” Martínez cuando le tocó debutar en el segundo tiempo: Pisculichi, Teo Gutiérrez, Cavenaghi, todos desaparecidos en esta noche de verano, lejos de aquel equipo campeón.
Así fue que Boca, con un Carrizo en alto nivel y un Pablo Pérez que mostró lo que puede sumar, se llevó la primera alegría del año, rompiendo una racha negativa que parecía eterna para los xeneizes.