Nunca hay que descuidarse de un delantero como Darío Benedetto. Hasta los 26 minutos del segundo tiempo, Defensa y Justicia había hecho bien los deberes, tenía el partido controlado y hasta confiaba en un contraataque salvador. Pero Boca tiene a un goleador en estado de gracia. Ya había mostrado sus cartas en el primer tiempo.
Ya había desperdiciado por centímetros la chance más clara. Y cuando el partido se iba y el empate tenía gusto a poco para Boca, el delantero fue letal. En su lugar en el mundo, en el área chica: el primer intento rebotó en el travesaño, pero enseguida, tras el buen toque de Nazareno Solís, la dejó pasar con clase y definió de punta al gol.
El trámite del partido estuvo claro desde el primer minuto: Defensa y Justicia plantó una línea de cinco defensores en la puerta de su área y por delante a otros tres mediocampistas siempre atentos a los volantes de Boca. El equipo de Beccacese buscaba hacer el dos/uno en la marca y tener las líneas bien juntas para no ser sorprendidos por los jugadores desequilibrantes de Boca.
Por eso, cada vez que la pelota caía en los pies de Ricardo Centurión aparecían tres hombres de camiseta amarilla para rodearlo. O Pavón tenía que retroceder demasiado y recibir de espaldas porque si se quedaba como puntero derecho lo neutralizaban.
En ese escenario cerrado fue Benedetto el que rompió el libreto dos veces. En el arranque del partido, el delantero salió de su posición, pivoteó bien y dejó el hueco en ataque a disposición de un llegador. El centro desde la derecha encontró a Centurión y el ex Racing definió muy alto en la chance más clara del primer tiempo.
Sobre el cierre de la primera mitad, llegó la situación más clara y otra vez con Benedetto como protagonista. Silva se proyectó por izquierda, sacó el centro preciso y el delantero hizo todo bien: se perfiló, se tiró perfecto de palomita, pero su remate dio en el palo.
En el segundo tiempo el dominio de Boca ya no fue tan marcado. Porque ni Sebastián Pérez ni Bentancur se hacían manija en el medio y los arranques de Pavón y de Centurión se diluían entre las piernas de los defensores de Defensa y Justicia.
El partido ya era tan parejo como chato, un panorama ideal para las intenciones de los de Varela que empezaban a animarse. Santiago Vergini salvó con lo justo cuando Kaprof ya se preparaba para definir al gol.