Bob Dylan, el enigmático poeta de la contracultura

El legendario músico estadounidense de 75 años recibió sorpresivamente el prestigioso galardón por "haber creado nuevas expresiones poéticas dentro de la gran tradición de la canción estadounidense". Voces a favor y en contra.

Bob Dylan,  el enigmático poeta de la contracultura

Icono de la música del siglo XX con composiciones y letras comprometidas que cosecharon millones de admiradores, Bob Dylan fue ayer el sorpresivo ganador del premio Nobel de Literatura, convirtiéndose en el primer músico que recibe el prestigioso galardón y desatando polémica entre músicos y escritores.

Los periodistas y el público que aguardaban en la sede de la academia en la Ciudad Vieja de Estocolmo recibieron el anuncio con una ovación.

Dylan, de 75 años, es el poeta y músico emblemático de su generación. Sus canciones "Blowin' in the Wind" y "The Times They Are A-Changin", entre otras, se convirtieron en himnos de los movimientos antibélicos y por los derechos civiles en los años 60.

Su influencia en la cultura popular es inmensa.

Pero aunque su nombre sonaba entre los candidatos al premio desde hace años, muchos expertos lo descartaban por considerar que la academia no otorgaría el premio a alguien vinculado principalmente con la música.

Se equivocaron. La secretaria permanente de la academia, Sara Danius, dijo que Dylan interpreta su poesía bajo la forma de canciones tal como hacían los antiguos griegos, que solían acompañar sus obras con música.

“Bob Dylan escribe poesía para el oído”, dijo. “Pero está perfectamente bien leer sus obras como poesía”.

Es el primer Nobel de literatura estadounidense desde Toni Morrison en 1993.

Un largo camino

Nacido como Robert Allen Zimmerman en el seno de una familia judía el 24 mayo de 1941 en Duluth, Minnesota, aprendió solo a tocar la armónica, la guitarra y el piano.

Zimmerman, que cambió su nombre por el de Bob Dylan supuestamente por influencia del poeta galés Dylan Thomas, comenzó a actuar en clubes locales cautivado por la música del cantante folk Woody Guthrie.

Dejó más tarde la universidad y se mudó a Nueva York en 1960. Su primer álbum tenía sólo dos canciones originales, pero su disco de 1963 “The Freewheelin' Bob Dylan” ya incluía letras propias como el clásico pacifista “Blowin' in the Wind”.

Armado con una armónica y una guitarra acústica, Dylan protestó contra la injusticia social, la guerra y el racismo, convirtiéndose rápidamente en un importante militante por los derechos civiles y en un prolífico compositor con 300 canciones grabadas en tres años.

La primera gira británica de Dylan quedó registrada en el documental “Don't Look Back” en 1965, el mismo año que indignó a sus fans al tocar con una guitarra eléctrica en el Festival de música folk de Newport, en Rhode Island.

Sus álbumes siguientes, “Highway 61 Revisited” y “Blonde on Blonde”, obtuvieron críticas muy favorables, pero la carrera de Dylan se vio interrumpida en 1966 cuando resultó gravemente herido en un accidente de motocicleta. Su producción perdió fuerza en la década de 1970.

Para principios de los años 1980, la música de Dylan reflejaba su conversión al cristianismo. Esto se vio atenuado en sus álbumes sucesivos, y en la década de 1990 pareció resurgir el explosivo talento que lo distinguió al comienzo de su carrera.

En el siglo XXI, además de sus grabaciones y giras regulares, Dylan también tuvo tiempo para conducir un programa de radio, “Theme Time Radio Tour”, y publicar en 2004 el libro autobiográfico “Crónicas: Volumen 1”, que se convirtió en un bestseller en los Estados Unidos.

También inspiró dos películas: “No Direction Home” (2005), de Martin Scorsese, y “I'm not There” (2007), de Todd Haynes protagonizada por Christian Bale, Heath Ledger y Cate Blanchett, todos ellos encarnando al cantante.

Dylan ganó 11 premios Grammy, un Globo de Oro e incluso un Oscar en 2001 a la mejor canción original por “Things Have Changed”,

compuesta para la película “Wonder Boys” (aquí rebautizada “Loco fin de semana”, de Curtis Hanson).

También fue distinguido con un Príncipe de Asturias de las Artes en 2007 y en 2008 recibió un premio Pulitzer honorífico “por su profundo impacto en la música y la cultura popular estadounidense, con sus composiciones líricas de extraordinario poder poético”.

Música y poesía crítica

Considerado como una de las figuras más influyentes de la música popular del siglo XX, Dylan ha tenido una prolífica carrera en la que conjugó música y poesía, con largas canciones que no respondían a la lógica “parte principal-estribillo”, sino que presentaban largas parrafadas que narraban detalladas historias sobre temas como la explotación de la clase trabajadora, siempre con un exquisito sentido poético que lo diferenciaba del blues .

Dylan también rescataba en sus letras la figura de famosos pistoleros, que encuentran en los bandidos rurales su equivalencia en nuestras tierras.

“He tropezado con la ladera de doce brumosas montañas, he andado y me he arrastrado en seis autopistas curvadas, he andado en medio de siete bosques sombríos, he estado delante de una docena de océanos muertos, me he adentrado diez mil millas en la boca de un cementerio y es muy dura la lluvia que va a caer”, reza “A Hard Rain's a-gonna Fall”, uno de los temas levantados como bandera por la juventud comprometida de principios de los años 60.

La amarga crítica política también se hacía presente en canciones como “Maters of War”, en donde recriminaba a los dueños del poder y la gloria con frases como “Ustedes ajustan todos los gatillos para que otros disparen, luego se apartan y esperan, cuando las listas de muertos aumentan, ustedes se esconden en sus mansiones, mientras la sangre de los jóvenes se escapa de sus cuerpos y se hunde en el barro”.

Estas posturas llevaron a Dylan a ser uno de los números principales en el histórico Memorial de Washington, de agosto de 1963, en la jornada en la que Martin Luther King pronunció su famoso discurso en el que aseguraba que tenía “un sueño” de igualdad entre los hombres.

En 1964, el encuentro entre Dylan y Los Beatles, y especialmente con John Lennon, generó un cimbronazo en ambas carreras, lo cual marcaría para siempre a fuego a la cultura rock.

Para el líder de los Beatles significaría abandonar para siempre las temáticas adolescentes en sus canciones y concentrarse en aspectos introspectivos, mientras que para el cantautor implicaría la electrificación de su música y un viraje hacia letras más surrealistas, impulsado también por el creciente consumo de drogas.

“Dios dijo a Abraham ‘Mátame un hijo’, Abraham dijo ‘Debes estar bromeando’, Dios dijo ‘No’, Abe dijo ‘¿Qué?’, Dios dijo, ‘haz lo que quieras Abe, pero sino la próxima vez que me veas más te vale que salgas corriendo’, Abe dijo, ‘¿Dónde quieres que sea esa muerte?’, Dios dijo, ‘Fuera, en la autopista 61’, cantaba en “Highway 61 revisited”, uno de los temas más emblemáticos de esa época.

Pero su prosa más recordada de esos tiempos es “Like a Rolling Stone”, uno de sus clásicos, que debió ser recortada para su grabación debido a la gran cantidad de párrafos que contenía su versión original.

A pesar de seguir construyendo en las décadas siguientes una sólida carrera, con picos creativos marcados por discos como “Blood on the Tracks” (1975), “Oh, Mercy” (1989), “Love and Theft” (2001) y “Modern times” (2006), pero también con algunos pasajes intrascendentes como ocurrió a principio de los '70 o inicios de los '80, Dylan nunca abandonó su dedicación a brindar imaginativos textos.

Si bien las preocupaciones del artista fueron variando, por lo que abordó distintas temáticas como rupturas amorosas y su conversión al catolicismo, Dylan mantuvo también un ojo en las cuestiones político-sociales, aunque sin permitir que las cuestiones coyunturales se entrometieran en su obra.

Por este motivo, su “Maters of War” pudo ser retomado en tiempos en que Washington ordenaba invasiones en Medio Oriente o “Like a Rolling Stone” sigue siendo una dura crítica a todo aquel que se embriaga con el éxito fácil y rápido sin contemplar eventuales caídas, por citar sólo dos ejemplos de vigencia permanente.

Quizás, el mejor ejemplo de lo que significa Dylan como letrista lo haya dado el artista chileno Nicanor Parra, quien solía sostener que merecía el Premio Nobel de Literatura sólo por su frase “Mamá está en la fábrica, no tiene zapatos, papá está en el callejón buscando comida, yo vago por las calles con los blues de las lápidas”, de “Tombstone Blues”, de 1965.

El misterio

En mayo pasado cumplió 75 años más activo que nunca. Ese mes editó “Fallen Angels”, su último disco, el número 37 de su larga trayectoria, en el que se aproxima al género melódico con temas que Frank Sinatra llevó a la gloria, como “All the Way”.

Un año antes, Dylan ya había coqueteado con las baladas estadounidenses popularizadas por Sinatra, con el disco “Shadows in the Night”.

Pese a su enorme influencia cultural, Dylan ha sido una presencia enigmática y aclamado a pesar de su voz.

“Los críticos han sido duros conmigo desde el Día Uno. Los críticos dicen que no puedo cantar. Un graznido. Que sueno como un sapo”, dijo el año pasado en un inesperado discurso al recibir un Grammy por su trayectoria.

Su relación con el público roza la indiferencia y hostilidad, negándose rotundamente a complacer los pedidos de la audiencia para que interprete sus hits.

En su presentación el viernes pasado en la inauguración del festival Desert Trip de los veteranos del rock en California, Dylan no dirigió ni una palabra a la multitud y se mantuvo de espaldas.

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