Una vieja foto en sepia de 1903 muestra a un grupo de músicos retratados junto a sus instrumentos. Esa es la primera referencia oficial que existe y por ello, los historiadores acuerdan en esa fecha la fundación de la Blas Blotta, aunque en realidad los orígenes de la banda municipal de Rivadavia son anteriores y su incierto nacimiento se pierde entre los pliegues finales del siglo XIX.
Rivadavia era por entonces un pueblo joven en el que estaba todo por hacerse y la villa cabecera recibía inmigrantes chilenos, italianos, españoles y turcos. En esos años surgen las instituciones sociales, los clubes, las pequeñas industrias y el comercio, y es entonces cuando un grupo de inmigrantes con talento para la música decide juntarse.
"Eran una formación de unos 12 integrantes, la mayoría italianos, que trabajaban de toneleros, sastres, carpinteros o jornaleros y que tenían a la música como una segunda ocupación", coinciden los historiadores locales. Aquellas primeras actuaciones se dieron en reuniones familiares y bailes de clubes.
Ahora, cuando la Blas Blotta ya cruzó hace rato el siglo de vida y es la banda municipal más antigua de la provincia, un proyecto con media sanción en la Legislatura busca declararla patrimonio cultural intangible. "Es una gran noticia y en lo particular, un honor ser parte de esta banda con 113 años de vida y anécdotas", dice su director, Rodrigo Cáceres, durante una pausa en los ensayos.
El historiador Gustavo Capone cuenta que el primer gran apoyo que tuvo la banda en sus inicios fue del cura Vicente de la Rosa: "Gracias a ello comienza a actuar regularmente en la glorieta de la plaza, a la salida de misa" y es de esa época la primera foto, esa de 1903 donde aparecen retratada la docena de músicos junto a vecinos, amigos y familiares.
Poco a poco, la banda gana notoriedad y con su repertorio de pasodobles, valses, ranchera y tarantelas comienza a viajar por los distritos. En 1917 es nombrado formalmente Blas Blotta como director y la banda obtiene un pago municipal para sus gastos; a cambio, debe presentarse a tocar en las fechas patrias; unos años después, en 1929, será declarada banda municipal.
Durante décadas, la Blas Blotta se presentó cada jueves y domingo en la plaza. "Era un clásico ir a escucharla, casi como una salida al cine", dice Francisco Boschini, que hace percusión en la banda y que junto a Javier Díaz, otro de los músicos, lleva la coordinación: "Hay matrimonios que se pusieron de novios escuchando a la banda, porque se acostumbraba salir a dar una vuelta a la plaza y mientras la banda tocaba, los varones caminaban en un sentido y las mujeres en otro".
Cáceres se entusiasma con esa imagen y dice que la Blas Blotta merece un libro y que su historia es casi una película de Fellini, “con esas actuaciones en la plaza donde los músicos tenían un color de traje para los jueves, otro para los domingos y los vecinos arrimaban su silla para escucharlos”.
Tres generaciones
Durante décadas los músicos fueron empleados municipales, lo que les daba cierta tranquilidad económica, aunque algunos completaban las horas haciendo jardinería para la comuna. Pasaron gobiernos civiles, militares y sus presentaciones fuera de Rivadavia se volvieron habituales. “Hasta los años ‘80 hubo un recambio natural y hasta tres generaciones de músicos de una misma familia; luego se dio la incorporación de integrantes que venían de afuera, del Gran Mendoza”, cuenta Boschini.
En 1993 y por ordenanza, la banda tomó por nombre Blas Blotta, en honor a su primer director; y ya en el siglo XXI grabó dos discos, uno de ellos en su centenario. Pero así como tuvo buenas épocas, que hasta incluyeron viajes a Chile, también las hubo malas, como en 1998 cuando por falta de presupuesto la banda se desarmó. “Fue decisión del municipio, aunque a los dos meses volvió, en parte por presión de la gente. Tenía menos músicos y sueldos por contrato”, recuerda Boschini: “Yo, como muchos otros, soy parte de esta nueva etapa que ya está por cumplir 20 años”.
Repuesta del mal trago, hoy luce saludable: cuenta con 22 músicos, la gran mayoría de carrera, y escucharla es un deleite; tiene un repertorio muy amplio, con medio centenar de partituras que van del folclore y los boleros, al jazz, el rock, el tango y la música infantil, además de marchas, himnos y demás protocolo. “Alguien dijo que la Blas Blotta es una miscelánea y un poco esa es la idea, la de llegar a todo público y acortar la distancia, suprimir la idea del músico acartonado allá lejos, sobre el escenario”, concuerdan sus integrantes. Luego vuelven a sus lugares y sigue la música.
Toca por toda la provincia
La banda municipal Blas Blotta ya no es la de los desfiles por calle San Isidro de los años ‘60 o la de las presentaciones en la plaza, cuando tocaba en la glorieta cada fin de semana: “Los tiempos han cambiado y si hoy nos presentamos en la plaza no van más de 30 personas, ni siquiera a la salida de misa”, cuenta Francisco Boschini.
Así, la agenda de la banda cambió y sin dejar los festejos municipales, atiende presentaciones por toda la provincia. Incluso está llevando su música a las escuelas del departamento: los músicos ya visitaron 16 establecimientos y antes de fin de año, quieren completar las 31 escuelas.
“Tocar es la excusa para que los chicos se interesen por la música y por los instrumentos. Por eso son actuaciones muy informales, donde hay espacio para los chistes y las improvisaciones”, dice Boschini.
Quién fue el hombre que le da nombre
Blas Blotta fue un inmigrante italiano de la región de Cosenza, que llegó a Rivadavia como músico y sastre, las dos principales actividades que desarrolló en su vida, aunque no las únicas.
“Mi abuelo tenía el título de músico y el de sastre, que en aquella época era una carrera que se estudiaba y que heredaron algunos de sus 14 hijos”, cuenta Viviana Blotta, nieta del primer director que tuvo la banda de Rivadavia.
Don Blotta fue también presidente de Casa de Italia y agregado del consulado: “Tenía una gran actividad en su comunidad; recibía los diarios y el correo de Italia y solía leerle las cartas a aquellos que no sabían hacerlo”, cuenta su nieta.
Dice que don Blas guardaba los instrumentos de la banda en su sastrería y que por las noches, cuando cada uno terminaba su tarea, los músicos se juntaban a ensayar: “Tocaban en el hall de un convento que había en calle San Isidro. Así nació la banda y mi abuelo estuvo entre los fundadores”, cierra Viviana Blotta.
La primera formación
La primera formación de la banda es una leyenda en Rivadavia: Blas Blotta, como director; Francisco Perrone (bombardino); José Guilotti y Juan Mastracusa (clarinete). Los acompañaban Enrique Stenta (tambor); Domingo Guarnieri (bombo; Ciriaco Villarreal y Francisco Zangoni (trompetas); Victorio Vescovo (yeni); Francisco Mangioni( trombón); Félix Cipitelli (requinto); y Francisco Valetutti (bajo).