En resultado que duele y mucho. Se escaparon dos puntos. Porque Independiente podría haber goleado a un Morón que en los primeros minutos, estuvo totalmente asfixiado. Y el podría es real. En los primeras acciones del juego, el Azul mostró su mejor cara. Casi perfecta.
Presionó, robó el balón, jugó y convirtió a través de Negri. Golazo. Lo positivo: no se relajó y fue por más, generó más situaciones y lo tuvo contra las cuerdas un equipo visitante que no hacía pie y necesitaba un GPS para poder realizar dos pases seguidos. La "catedral era una fiesta".
Los hinchas hacían temblar las cuatro tribunas y los jugadores brillaban en el escenario. Sin embargo, al Azul todo le cuesta. Siempre. No hay caso. Y en el primer error defensivo, Morón llegó al empate. Retrocedió Negri y recuperó el balón en el área, con un sombrerito salió del área, pero se quedó con el balón, no la reventó, lo madrugaron y llegó el empate. Morón recuperó la pelota.
La misma llegó a los pies de Gastón González, quien sacó un sablazo en una baldosa, la pelota rozó en un jugador Azul y sorprendió a Aracena. Golazo. El empate fue un piñón al corazón, entusiasmo y juego de la Lepra, ya que nunca más se pudo meter en juego. Se perdió. Equivocó los caminos y terminó abusando del pelotazo.
El "Gallito", todo lo contrario, el balón en sus pies fue su mayor defensa y cada vez que se lo propuso hizo temblar la última línea local. En el complemento, el equipo de Gómez fue una suma de voluntades. Poco juego. Impreciso. Dubitativo.
Ni el penal a favor pudo aprovechar, ya que el "Torito" Lucero le pegó muy mal al balón y el portero visitante adivinó la intención. Otro golpe al mentón, a la motivación Azul. Independiente no reaccionó y volvió a perder dos puntos en casa Ahora, a descansar en la próxima fecha y preparar el juego contra Quilmes. En el estadio Centenario, la Lepra está obligada a recuperar estas dos unidades que no supo cosechar.
