Que el fútbol se ha convertido en un espectáculo, un show, ya no es una novedad o no debería serlo. Aunque si alguien tenía alguna duda al respecto, todo lo que ha pasado alrededor de las semifinales y la final de la Copa Libertadores de América creo que debe haberle aclarado el panorama.
1 - Macri y su uso del partido. "Quiero un brasileño en la final", dijo el presidente hace un par de semanas aduciendo que sería muy complicado para el pueblo nacional tener que "soportar" semejante partido con todo lo que él significa para nuestra cultura. Pero una vez que el cruce estaba definido, salió a pedir que se juega con público visitante, borrando con el codo todo el trabajo que se ha hecho durante años para tratar de terminar con la violencia.
¿Es necesario que el presidente de la Nación se ocupe de un partido de fútbol cuando hay temas muchas más importantes en el país? La sensación es que no. Lo preocupante es la improvisación con la que se hacen las cosas. Macri lanzó la idea por Twitter y dejó mal parado al jefe de seguridad de la Ciudad de Buenos Aires, Martín Ocampo, quien había dicho un rato antes que la situación no era viable. Y el propio Macri tuvo que salir unas horas después a dar marcha atrás con la propuesta.
2 - Las fechas. Desde hace meses que la Conmebol había decidido que las finales se jugarían el 7 y el 28 de noviembre. Si hubieran llegado dos equipos brasileños, nada hubiera pasado. Pero llegaron dos argentinos y entonces todo cambió. Llamativamente los dirigentes de la Conmebol decretaron un cambio de días en los que los propios clubes no estaban de acuerdo. O al menos eso dijeron públicamente.
“No queremos jugar los sábado para respetar a la comunidad judía y que puedan ir a la cancha”, decían los presidentes por su lado. Ahora, River jugó ayer por la Súperliga y no tomó en cuenta que era sábado y la comunidad iba a tener el mismo problema.
Un argumento que se cayó rápidamente. Quizás por eso movieron otra ficha e hicieron que el reclamo llegara desde la Súperliga, la que hizo ver que se estaban metiendo en su organización y es un posición lógica. Nadie quiere decir públicamente que la televisión vio que vender este partido a Europa era un negoción y entonces trataron de ponerlo en un día y horario ideal para el Hemisferio Norte. Que pasó finalmente, se juega los sábados. Obvio.
3 - Gallardo y las suspensiones. Un día antes de jugar los partidos revanchas, Gallardo y Barros Schelotto fueron suspendidos por haber ingresado tarde en el entretiempo de los partidos jugados en Buenos Aires. En el caso del técnico de River, la demora había sido de un minuto. Una falla garrafal, según determina la Conmebol siempre tan estricta para cumplir los reglamentos, aunque no sea igual a la hora de manipular el dinero, una historia que ya todos conocemos.
Finalmente ninguno podía tener contacto con su plantel durante el encuentro y el Muñeco incumplió la regla dando lugar a una serie de especulaciones. La verdad es que en una Copa que tuvo en cancha a jugadores suspendidos (Wanchope Ábila por Boca y Zucculini por River) querer hacer valer a rajatabla una regla insólita, parece un chiste.
Que el técnico no pueda estar en los vestuarios o en el propio estadio, cómo quieren hacer ahora, o que no pueda dirigir una práctica en su propia casa, son decisiones de gente que la verdad nunca se debe haber puesto un pantalón corto. Ese reglamento es una payasada.
Lo que le están imponiendo al técnico es el derecho de admisión, lo mismo que a aquellos violentos que van a la cancha a hacer desmanes. Con la diferencia que el técnico está yendo a trabajar. Perdón, olvidaba que los barrabravas también lo hacen.