Bienvenido el arte del mural callejero

Mendoza afirma una posición muy determinada en el muralismo callejero. Colores y formas que transforman lugares, especialmente barriadas, antes muy deprimidas desde el punto de vista edilicio y estético. Sería conveniente el apoyo por parte del Estado.

Bienvenido el arte del mural callejero

Cada vez más se desarrolla en Mendoza el muralismo callejero como una forma de expresión de arte urbano; en un análisis que, por ahora, circunscribimos al Gran Mendoza, vemos que muchas paredes mejoran su estética con distintas manifestaciones.

El arte surge de la necesidad de expresión individual que, al concretarse, se convierte en una expresión de la sociedad.

En algunos casos son expresiones de artistas que integran la nómina de plásticos mendocinos; en otros, representan el quehacer de hacedores espontáneos, aunque con larga trayectoria y probada profesionalidad en esta colorida forma de comunicar.

En ocasiones las obras en la vía pública son el resultado de encuentros latinoamericanos de muralismo y arte público, como dio testimonio Godoy Cruz en más de una oportunidad, y por eso se lo considera la “capital de los murales”. Baste recordar que en 2012 el departamento mencionado reunió nada menos que a 80 artistas latinoamericanos, quienes dieron vida a numerosas paredes barriales con la creación de 30 murales.

También Guaymallén ha ofrecido demostraciones de pintadas comunitarias, tal como ocurrió en 2015 cuando más de 30 artistas plasmaron su arte en numerosas fachadas del barrio Empleados de Comercio, en Villa Nueva. Además de la tradicional barriada, el primero de los conglomerados mercantiles de la provincia, los artistas dejaron su impronta en los frentes de las escuelas José Manuel Estrada, Guillermo Cano y de los Niños Cantores (en la vieja estación de trenes del ferrocarril Belgrano, San José), y en el Espacio Cultural Julio Le Parc, donde se intervino el teatrino.

Asimismo, Luján de Cuyo ha embellecido muchos sectores del radio céntrico y los alrededores con el aporte de la Brigada Muralista de la Biblioteca Juan Bautista Alberdi, que entregó, entre otras realizaciones, un expresivo mural en homenaje a los veteranos de la Guerra de Malvinas, plasmado en el barrio Claveles Mendocinos, o el elocuente proyecto “Pajaritos volando”, concebido en grandes dimensiones para concientizar sobre la lucha contra el cáncer, y en adhesión al Día Internacional del Niño.

Lo último que se ha visto en esta corriente pictórica es el mural “Memorial de mi pueblo”, concebido a lo largo de 240 metros, en los paredones de la ex bodega Giol, sobre el carril Maza, de Maipú. La campaña libertadora de San Martín, los sitios del departamento ligados a ella y otras vetas de la historia del pueblo maipucino han quedado reflejadas en este conjunto colectivo, que cubre nada menos que 1.200 metros lineales.

Por supuesto que hay muchas más demostraciones de esta tendencia a transformar, a través de los colores y las formas, lugares deprimidos urbanísticamente y maltratados por el vandalismo. De todos modos, las narradas son algunas exhibiciones de una corriente artística que gana adeptos y admiradores.

Aunque las realizaciones de arte callejero cuentan, generalmente, con apoyos oficiales, no vendría mal que legislativamente se contara con una norma que tuviera por finalidad la promoción y el incentivo de la cultura popular que significa el muralismo.

Asimismo propiciamos, aunque la raíz de su origen sea de otra matriz artística, que de una vez por todas se recupere el hermoso mural del Correo Central, de Amadeo Dell'Acqua, que hace años sucumbió a la humedad de la pared donde fue estampado y corre serios peligros de perderse.

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