En la década anterior se produjeron acercamientos de diverso tipo entre los presidentes de la Corea partida en dos durante décadas. Sin embargo los resultados fueron magros. Ahora, con la reciente cumbre, surge una nueva oportunidad. Si bien nadie puede asegurar hasta dónde se puede avanzar esta vez, las expectativas parecen mejores.
El encuentro se produjo sobre la frontera de ambos territorios, registrando un hecho simbólico significativo ya que cuando Kim cruzó la frontera y pisó tierra de Corea del Sur, fue la primera vez desde el fin de la guerra que esto ocurrió.
La reunión aconteció apenas unas semanas después de que las pruebas misilísticas de Corea del Norte parecían desembocar, inevitablemente, en un conflicto armado de proporciones.
La división de Corea en dos Estados separados por el famoso paralelo 38 (norte) fue el fruto típico de la política internacional y geopolítica que se conformó luego de terminada la II Guerra Mundial.
La parte Norte de la península de Corea quedó bajo la protección de la Unión Soviética; la del Sur, bajo la de EEUU.
En la medida que la Guerra Fría se fue agudizando, lo mismo ocurría entre las partes del país dividido.
La situación derivó en un conflicto bélico, la denominada guerra de Corea, que se desarrolló entre 1950 y 1953, con intervención de tropas chinas (la URSS detrás) en favor del Norte y otras americanas en favor del Sur. El compromiso chino fue tan importante que en la guerra murió un hijo del legendario líder Mao Tse Tung.
El conflicto fue de gran magnitud, con alternativas cambiantes de ambos lados, sin un resultado final definitivo, preservando la división del territorio.
En 1953 se firmó un armisticio que puso fin a las acciones bélicas pero no al conflicto de fondo. Desde ese momento y hasta la desaparición de la URSS fue esta potencia la que tuvo la mayor influencia, acompañada por China.
En ese ciclo el país se consolidó como una dictadura comunista encabezada por Kim il-sung, quien acabó creando una dinastía, que siguió su hijo Kim Jong-il tras su muerte en 1994 y ahora su nieto, que relevó a su padre en 2011.
Este régimen logró crear uno de los ejércitos más numerosos del mundo y artillería convencional suficiente para destruir en minutos la capital surcoreana, Seúl. Y también Tokio.
Cabe apuntar que luego del final de la URSS, en el mundo subsistieron dos regímenes políticos y económicos de aquellas características: Corea del Norte y Cuba.
El tema muy grave para la política internacional es que Corea del Norte fue desarrollando su industria nuclear disponiendo de bombas atómicas y luego de misiles capaces de transportar ojivas nucleares a cualquier lugar de los Estados Unidos.
Luego de hacer varias demostraciones de esta capacidad técnico-militar, Kim, en un giro no exento de inteligencia y habilidad política, tomó la iniciativa de reunirse con su par del Sur y próximamente también con el estadounidense.
Mientras esto ocurría en el Norte, el Sur fue consolidando un régimen democrático republicano con la protección de EEUU, que mantiene en su territorio importantes fuerzas militares, unos 30.000 hombres, en tanto en tierra tiene bases aéreas, una flota que incluye portaaviones en sus costas, siendo el mar el centro de conflicto entre China y Japón.
Las diferencias económicas entre Norte y Sur son enormes; el Norte tiene unos 30 millones de habitantes, una tercera parte está militarizada en distintos grados, gasta un 25% del PBI en armas y su PBI p/c es de unos U$S 3.800. El Sur tiene unos 50 millones de habitantes, unos U$S 30.000 por habitante y las sextas fuerzas armadas del mundo. Ambos países han acordado terminar la guerra: el Norte, dando fin a su plan nuclear, a sus ensayos de misiles y suspender las emisiones de propaganda en las fronteras (ya se cumplió), además de permitir las reuniones de las familias divididas a ambos lados.
Sin duda el temas más arduo y difícil es qué se entiende por programa de desnuclearización pero el paso dado ha sido muy importante. Ahora viene el encuentro de Kim con Trump, en el cual el mundo deposita expectativas de paz pese a las características belicosas de los participantes.