Por Fabián Galdi fgaldi@losandes.com.ar
Hoy en día, el reconocimiento a la capacidad de los entrenadores argentinos parece encontrar uno de sus puntos más altos en la consideración global. La elite a escala planetaria ya dejó de ser un patrimonio exclusivo de Pep Guardiola (Bayern Munich), José Mourinho (Chelsea), Carlo Ancelotti (Real Madrid) y Luis Enrique (Barcelona) como máximas cajas de resonancia para terminar incluyendo a Diego Simeone (Atlético de Madrid) y Marcelo Bielsa (Olympique de Marsella) en una relación simétrica en cuanto a influencia y repercusión en la prensa internacional, inclusive por encima de Louis van Gaal (Manchester United), Arsene Wenger (Arsenal), Jürgen Klopp (Borussia Dortmund) y Manuel Pellegrini (Manchester City).
El "Cholo" y el "Loco" ya forman parte del grupo selecto de conductores grupales, encima estando al comando de dos formaciones que – por antecedentes y recursos económicos – figuran en la segunda línea de los clubes insignia del poderío en el fútbol de alta competencia. Un mérito mayor, sin dudas, y que los pone en el centro de la escena gracias a haber sabido cómo administrar planteles con futbolistas de relieve, pero que se hallan fuera del círculo de las grandes estrellas del circuito. Cuestionados en un momento hasta con saña en la Argentina, pasaron posteriormente del odio al amor y desde éste a construir poder.
Inclusive, este grado de atracción que generan los directores técnicos del "Colchonero" y del "OM" decantó en un efecto dominó que se palpará durante la próxima Copa América, por ejemplo, ya que seis selecciones participantes contarán con un DT oriundo de estas tierras, a saber: Gerardo Martino (Argentina), José Pekerman (Colombia), Jorge Sampaoli (Chile), Ricardo Gareca (Perú), Ramón Díaz (Paraguay) y Gustavo Quinteros (Ecuador).
Fue apenas seis semanas antes del Mundial Corea-Japón 2002 cuando Bielsa - por entonces entrenador del seleccionado nacional – se decidió por la convocatoria de Simeone al plantel definido. El mediocampista – todo un símbolo de la albiceleste – se había recuperado de una rotura de ligamento y de menisco, para volver a las canchas a mediados de abril con cerca de media hora de juego en la liga italiana. Su edad, 32 años, y las dudas que generaba su falta de fútbol competitivo, despertaron conjeturas en la prensa y se abrió un interrogante respecto de cuál era el verdadero estado del "Cholo" para jugar la Copa del Mundo, pero el "Loco" igual confió en él y lo designó.
Diez años después de ese hecho, volvieron a encontrarse ambos protagonistas en un momento especial de sus respectivas carreras como técnicos: la final de la Europa League 2011/2012, en Bucarest. Con un brillante Radamel Falcao, autor de dos goles –el restante fue de Diego-, el Atlético de Madrid de Simeone goleó 3-0 al Athletic Bilbao de Bielsa y se quedó con el segundo trofeo en importancia del viejo continente, luego de la Champions League. ¿Puede decirse que el alumno superó al maestro en aquella oportunidad? Sí y no a la vez: si bien no hay discusión respecto del resultado categórico, lo cierto es que aquél "Aleti" trabajaba tácticamente los partidos con un sistema y enfoque muy similar de Bielsa en su etapa de la Selección. Un modelo estudiado, aggiornado y pulido, a partir del molde base.
Otra similitud entre los dos DT, claramente evidente, es que están acostumbrados a asumir cargos en clubes que tienen a su primer equipo en baja o amesetamiento, en los cuales se viene en declive con respecto al protagonismo en instancias decisivas. Tales compromisos, a los que más de un entrenador de renombre le rehúye, en sendos casos fueron asumidos no sólo con responsabilidad, sino también con una eficacia probada.
Simeone llegó a dirigir en Europa en 2011, luego de un lustro de haberlo hecho en la Argentina. En enero de ese año, tomó el timón del Catania y a lo largo de un semestre lo salvó de la pérdida de categoría en la Serie A italiana. Poco después, tras un paso regular por Racing, club del que es un reconocido fanático, llegó a fines de diciembre a la conducción del Atlético de Madrid, la institución en la cual fue ídolo en su etapa como futbolista. Los resultados postivos están a la vista: ganó una Europa League, una liga española, una Copa del Rey y dos Supercopa española, además de haber sido finalista de la pasada Liga de Campeones de Europa.
Bielsa decidió romper de motu proprio su autoexilio como director técnico y produjo una revolución en el fútbol trasandino, al punto de que Chile, bajo su conducción, se clasificó para el Mundial 2010 y hasta se metió en octavos de final de la Copa del Mundo en Sudáfrica. Tras su desvinculación de la "Roja", se interesó por el proyecto que le ofreció Athletic Bilbao y partió para hacerse cargo del club vasco, al que potenció hasta volver a ponerlo dentro del lote de los cinco primeros de España, además de clasificarlo finalista de la Europa League. Actualmente, recuperó futbolísticamente a un grande del fútbol francés como Olympique de Marsella y lo está situando de regreso a los primeros planos de "Le Championnat".
Hay otro factor que los liga, ni más ni menos que el de ser referenciados como cabezas ideales para restablecer las coordenadas de instituciones futbolísticas muy arraigadas a su comunidad desde el punta de vista sociocultural y no sólo deportivo. De hecho, tanto Atlético como Olympique son parte indisoluble de la identidad de la ciudad a las cuales pertenecen; incluso, llevan el nombre del sitio – Madrid y Marsella - adosado al del propio club. En sendos casos, se trata de entidades de alta significación para los sectores populares y son reconocidas como emblema identitario del lugar de origen.
En la capital española, por ejemplo, el "Colchonero" pelea su espacio contra un gigante a nivel planetario como Real Madrid y sus hinchas se reconocen como incondicionales a pesar de los pasados tiempos de desventura, como por ejemplo el descenso a segunda en la primera década de este siglo. En la ciudad portuaria del sur galo, la pluriculturalidad manifiesta en la inmigración argelina – de allí salió Zinedine Zidane – y de otras regiones del África, se liga con el pasado de migrantes armenios e italianos que otrora escapaban de los turcos y de los nazis, respectivamente.
Tanto en el "Vicente Calderón" como en el "Velódromo" es común que los fanáticos dediquen cánticos y ovaciones a sus respectivos DT, al fin y al cabo sendos gestores de un protagonismo que – sobre todo – ha potenciado la autoestima corriendo los límites siempre adelante.