Desde el domingo 11 de diciembre de 2016, Boca empezó a construir una cifra récord. En ese encuentro, el Xeneize vencía a River en el Superclásico por 4-2 en el Monumental en una tarde consagratoria de Carlos Tevez, quien metió dos goles. Desde aquel derby, el equipo de Guillermo Barros schelotto no se bajó nunca más de la punta. Se consagró campeón del torneo 2016/17 y anoche se coronó en la Superliga, en la que le llevaba 3 puntos de ventaja al escolta, Godoy Cruz, en la previa del encuentro contra Gimnasia, cuando sólo quedan 3 por disputarse.
Boca es récord porque suma 515 días en la cima de la Primera División de Argentina. En total, 44 partidos entre el torneo anterior -que al final se adjudicó- y esta Superliga que obtuvo tras el 2-2 con el Lobo platense. Una marca difícil de alcanzar en el competitivo fútbol doméstico.
Algunos números para tener en cuenta. Boca ganó 29 de los 44 partidos que lleva disputados como puntero en Argentina (empató 8 y perdió otros 7). Logró 9 triunfos consecutivos desde la última fecha del torneo anterior hasta la octava fecha de la actual Superliga. Y la goleada que más repitió fue 4-0: a Aldosivi, Vélez y Belgrano.
Pavón es el que más jugó: estuvo en los 44 partidos y disputó 3.870 minutos de 3.960, una marca bestial. Y el que más goles convirtió en estos 514 días fue Darío Benedetto con 23, a pesar de que no juega desde la novena fecha, cuando sufrió la grave lesión en su rodilla derecha, en la derrota ante Racing.
Agustín Rossi, el segundo que más jugó, con 40 partidos. Se ganó la titularidad ante Banfield por la fecha 15 del torneo pasado y no volvió a salir del arco. En la Superliga logró mantener su valla invicta en 4 partidos consecutivos. El colombiano Wilmar Barrios, con 38 presencias, completa el podio de los que más jugaron.
En total, el equipo de Guillermo obtuvo el 72 por ciento de los puntos disputados en estos 515 días: logró 95 unidades, marcó 92 goles y recibió 34.
Los números del Boca de Guillermo asustan, intimidan, y son noticia también en otras latitudes. Teniendo en cuenta la tabla de las principales ligas de fútbol del planeta no hay un solo equipo que lleve semejante cantidad de tiempo como líder. El PSG de Neymar y Di María lleva poco menos de la mitad: sólo 200 días. Y el resto lo sigue desde muy atrás: Barcelona 185, Manchester City 167, Bayern Munich 116 y Juventus, poco más de un mes y medio.
Boca es el campeón de la Superliga fundacional. ¿Es el mejor? No existen motivos para creer lo contrario. ¿Es el que más puntos sacó? Sí. ¿El que más partidos ganó? También. ¿El que menos partidos perdió? Faltaba más. ¿El más goleador? Además.
Si se le puede sumar algún mérito a este presente, al menos desde lo numérico, es que el equipo supo afrontar varios imprevistos y salió airoso. Los más importantes fueron las lesiones de Gago y Benedetto, baluartes fundamentales en el engranaje. Hasta se las arregló para transitar todo 2017 sin Tevez por su incursión en China y en el medio también lo atravesó el escándalo de Ricardo Centurión. Los problemas físicos le dieron otros tantos dolores de cabeza. Así y todo, es un bicampeón de punta a punta.
El punto justo para un grito de desahogo
Boca no aprovechó su momento cuando se puso en ventaja a los 12’, cuando Ramón Ábila bajó con el pecho un centro de Nández desde la derecha y lo dejó a Pablo Pérez de cara al arco. Al contrario, cedió el dominio al local y no tuvo grandes respuestas. Así recibió la igualdad, paradójicamente, por Nicolás Colazo, hincha boquense y ex jugador del club. Sin embargo, Gimnasia generó algunos problemas más en el primer tiempo que pudieron haber complicado más al equipo de los Mellizos.
En el entretiempo, Boca entendió que, de seguir así, por el mal camino de la escasa actitud y la relajación, pasaría de la trasnoche de festejos al insomnio de las pesadillas. Entonces, reaccionó: fue un equipo más luchador, con mayor dominio y varias aproximaciones. No obstante, fue un error de Maxi Coronel y la viveza de Wanchope de nunca dar una pelota por perdida el que permitió respirar a Guillermo, sentado en el banco: la robó y no falló en el mano a mano para ya meterse el trofeo en el bolsillo. Pese a jugar un mejor segundo tiempo, la visita no dejó de sufrir. Restando 9 minutos para el epílogo, un remate de Brahian Alemán que se desvió en Lisandro Magallán se metió en el arco de Rossi para poner suspenso a los festejos. Un grito de campeón en forma de desahogo y envión anímico para la Copa.