Berni, Rossi y una preocupante comedia de enredos

Hubo evidentes contradicciones entre el ministro de Defensa y el secretario de Seguridad sobre la situación por la que atraviesa el país con respecto a la droga. Con el agravante de que la aclaración del jefe de Gabinete sólo sirvió para confundir más a l

Berni, Rossi y una preocupante comedia de enredos

Si no fuese porque se trata de un problema gravísimo, como es la droga, resultaría simpática la verdadera comedia de enredos en que cayeron el ministro de Defensa, Agustín Rossi, y el secretario de Seguridad de la Nación, Sergio Berni.

Un dislate al que se sumó el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, quien, en su afán de bajar el tono a la polémica entre los dos funcionarios, utilizó una frase que muy pocos -salvo él- entendieron.

Mientras tanto, el flagelo de la droga sigue creciendo y ganando espacios, incursionando como una telaraña por el resto del país, con base en los grandes centros poblados y de los cuales Mendoza, tal como lo demuestran recientes acontecimientos, no está exenta.

Pocos años atrás, cuando el actual senador nacional Aníbal Fernández ocupaba la jefatura de Gabinete reconoció, ante las denuncias efectuadas por la prensa, que el problema de la droga era preocupante; pero aclaró que la Argentina era un país “de tránsito” de la mercancía, advirtiendo entonces que sólo una “pequeña parte” de la misma quedaba en el país.

No mucho tiempo después y ante la cercanía de las elecciones, el mismo Gobierno nacional centró parte de su estrategia en criticar al gobierno de Santa Fe, en manos del socialismo, indicando que Rosario se había convertido en el centro de la distribución de drogas en el país.

Sin embargo, con el paso del tiempo el flagelo ha seguido creciendo, especialmente en Capital Federal y Gran Buenos Aires y, en menor medida pero inquietante al fin, en otras grandes capitales del interior.

Frente a la realidad de los hechos, los funcionarios kirchneristas cambiaron el discurso, aunque resultó evidente que los acontecimientos los sorprendieron y emergieron las contradicciones.

El ministro de Defensa, Agustín Rossi, había señalado días pasados que en nuestro país no sólo había tránsito y consumo de estupefacientes sino que también se había detectado la elaboración de sustancias ilícitas.

Sin embargo quien salió a desmentir al ministro fue un funcionario de menor rango, el secretario de Seguridad, Sergio Berni, quien aseguró que “en la Argentina no se produce droga”, indicando que “a veces se confunde cuando hablamos de laboratorios en la Argentina, que son los lugares donde se estira, por lo general, la droga que viene desde Colombia, Perú o Bolivia”.

Ante esas contradicciones, el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, salió a “aclarar” que “no ha habido contradicción entre el ministro de Defensa y el secretario de Seguridad, solamente una interpretación diferente desde el punto de vista de su opinión” con lo que terminó generando más dudas de las que existían anteriormente.

En lugar de intentar desligarse del problema de la droga a través de confusas declaraciones, el Gobierno nacional debería abocarse a trabajar y buscar los mecanismos que permitan enfrentar este flagelo con la celeridad que el caso requiere.

Es cierta la afirmación de Berni en el sentido de que la Argentina no cuenta con condiciones climáticas para el cultivo de la coca, pero queda en evidencia entonces que no están funcionando los controles en las fronteras o que la carencia de radares deja liberado el espacio aéreo para el ingreso de avionetas con sustancias.

Algo, en realidad, está funcionando mal. El problema es grave y la propia Iglesia Católica llegó a calificar que la opinión de Rossi constituía un “buen síntoma”, agregando que la posibilidad de convertirnos en un país consumidor y productor “es una realidad dolorosa y, para encontrar una solución, se necesita una acertada descripción de la situación”, como afirmara monseñor Jorge Lozano, titular de la Comisión Episcopal de la Pastoral Social.

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