"¿Es un imperio / esa luz que se apaga /o una luciérnaga?”, escribió Borges alguna vez. Puntos de luz, una extensión cualquiera, imperio o luciérnaga: ese es el vértigo (e incertidumbre) que nos invade cuando vemos algunas pinturas de Bernardo Rodríguez, inspiradas en visiones nocturnas de ciudades desde el cielo.
“Hace algunos años empecé a desdibujar las formas”, empieza a explicar el artista, con un mate en la mano y pensando bien cada palabra. Mientras lo hace, empieza a recuperar sus recuerdos, desempolva catálogos archivados en un rinconcito de su atelier y vuelve a ver algunos trabajos, donde retrataba a John Lennon, a Spinetta, o donde pintaba con cierta fascinación futurista la belleza de las máquinas: trenes, aviones, automóviles...
Continúa: “Siempre había pintado figurativamente, fui mucho tiempo ilustrador, pero poco a poco fui desarmando esos dibujos y me empecé a involucrar con la materia: ahora ha ganado la materia”, concluye, y es este triunfo lo que se expondrá a partir de mañana en la muestra denominada “10 años luz”, en la Cava de Arte de la Bodega Santa Julia.
Algo une, de punta a punta, la obra de Rodríguez: la experimentación con la luz, en sus múltiples formas. El último año, luego de haber recalado casi en la abstracción pura, el trabajo con la luz es lo que sigue ocupando su atención.
-¿Cómo fue tu paso a la abstracción?
-Fue un proceso de desprejuiciamiento y es muy difícil en el lenguaje pictórico desprejuiciarse; es decir, que no exista ese “algo” que te da la seguridad de estar representando una cosa del mundo. Eso es: cuando uno se desprende de la forma empieza cierta inseguridad, porque uno naturalmente quiere hacer pie, estar seguro de que está haciendo, por ejemplo, una calle o un perro. La sensación de que uno no saltó al vacío. Desde 2008 empecé a desafiar eso.
-¿Y qué te motivó a dar ese salto, a desprejuiciarte?
-¿Has viajado en avión y visto de noche una ciudad? Eso. Yo había hecho un viaje a Europa, iba con mis pinturas de autos, aviones, trenes, y cuando tuve la imagen nocturna de las ciudades el paisaje me estimuló mucho y empecé a trabajar sobre eso.
-Pero no te despegaste completamente de lo figurativo...
-Es casi abstracto, y de forma intencional.
-En algunas de tus pinturas de ese ciclo hay, entre las luces, líneas que te permiten pensar en una perspectiva o en un horizonte. Otras parecen una porción de algo más grande, como una galaxia, o de un universo más pequeño...
-Sí, incluso algunas pinturas las he llamado “zonas”: Zona 1, Zona 2, Zona 3... son zonas del espacio. ¿La pampa, una autopista, el cielo? No sé. Algunas cosas remiten a las ciudades, pero otras ya son algo indefinido. Una línea delgada entre lo figurativo y lo abstracto. Pero algunos de mis últimos trabajos son totalmente anárquicos. Digo “algunos” porque no creo en las etapas definidas, porque también estoy haciendo algunos retratos donde juego desarmando sus formas.
Entonces señala con una mano los cuadros a los que se refiere: en la pared principal, en medio de salpicaduras secas, dos ensayos sobre el rostro de Van Gogh, que se desarma hasta el límite de lo reconocible con un trabajo puntillístico muy cuidado; en la otra pared, sobre la cama donde descansa de vez en cuando, el retrato de Eva Duarte. “Aproximación a un retrato de Vincent” también formará parte de la muestra.
-¿Qué pintores te inspiraron en esta última etapa?
-Muchos. Uno lleva adentro lo que va archivando con los años, desde mis primeros períodos de aprendizaje. Hay algunos que me han servido de modelo, como Anselm Kiefer, un pintor alemán que trabajaba paisajes desarmados, donde primaba la materia. De los clásicos, Turner...
-También tenés algo de Pollock...
-Sí, otro de los grandes.
La creatividad mancha
Un plástico cubre la mitad del piso y de una pared de su taller. Sin embargo, el techo salpicado es la evidencia de que a la creatividad no se le puede poner límites. Es que la llegada a la abstracción lo llevó también a la experimentación más lúdica: Como Pollock, Bernardo también pintó sobre el suelo su última serie de cuadros. Sobre la superficie texturada de tela arpillera manchó, salpicó y dejó que los acrílicos chorreasen, sin intervenir.
“En todas las obras que presento, la parte más gruesa es accidental -dice-, salpico en el piso y cuando lo cuelgo lo redefino. En base a las manchas que quedan descubro formas y trabajo el contraste con la luz. En los cuadros abstractos, por más que parecen caóticos, yo veo dimensiones, como en el espacio del color o las formas. Trato de encontrar una figura y un fondo”, explica sobre su forma de trabajar.
-¿Y hacia dónde va tu búsqueda?
-No tengo previsto cómo sigue, pero esto me identifica más que nunca. No me interesa mucho hoy hacer máquinas... Me siento muy cómodo en este estilo. No solo me hace más libre, sino que creo que también gusta mucho.
-¿Cómo crees que alguien debe acercarse a una obra tuya?
-Intento que mis manchas queden, y que subsista la idea de que la materia en la pintura está recién puesta. Se puede hacer una pintura abstracta geométrica, con delineados y simetrías, pero lo que a mí me interesa de este estilo es que el espectador diga: “Yo le metería una mancha más, ahí arriba...”.
-Tratás de involucrarlo...
-Sí, y que sea la materia la que despierte esa participación. Muchas veces dicen “yo no entiendo de arte”, pero cuando uno participa de la pintura, integrándose con el color de la materia y los chorreados, eso es arte: la acción del pintor que transmite creatividad. Quizás a la muestra va un pibe, después llega a su casa y se pone a manchar. Quizás no entiende lo que hace, o no le salen las figuras que quisiera representar, pero se ha involucrado con la materia. Hace arte.
Sobre el artista
Bernardo Rodríguez nació en Mendoza en 1957. Sus primeras incursiones en la plástica fueron de la mano de Chalo Tulián, con quien tomó clases en 1977 antes de estudiar artes plásticas en la UNCuyo. Se desempeñó como ilustrador para este medio y para Diario Uno, entre otros. Ha expuesto en más de 160 muestras colectivas y fue protagonista de otras 20. Además de haber recibido numerosas distinciones, sus obras forman parte de colecciones no solo en nuestro país, sino también en Estados Unidos, Canadá, España, Francia, Alemania y Suiza.
La ficha
"10 años luz", muestra del artista plástico Bernardo Rodríguez.
Inauguración: mañana, a las 12 en la Cava de Arte de la Bodega Santa Julia (Ruta Provincial 33, kilómetro 7,5, Maipú).
Entrada: libre y gratuita.