Bernardo Monk, un saxo con swing

El jazz y la literatura tienen un lugar para sacarse chispas: “Escritores con swing”. Los Swingonautas, banda de la que forma parte el reconocido saxofonista, será de la partida.

Bernardo Monk, un saxo con swing

Mañana se libera una zapada literaria en plena Feria del Libro de Mendoza. Será una comunión, un cuerpo jazzero que sabe funcionar con swing: Oscar Giunta en batería, Bernardo Monk en saxofón, Agustín Leal en guitarra, Juan Cucchiarelli en piano y Patricio Ibire en contrabajo. Los convoca un propósito muy claro: unir las palabras de esos escritores que actuaron inspirados por el jazz con música en vivo.

“Escritores con swing” es el show, donde se junta la literatura de Julio Cortázar, Boris Vian y Truman Capote, por ejemplo, con standards famosos que nos pueden iluminar tanto las palabras como los paisajes de sus vidas. Es que sí: sabemos que el jazz fue musa para muchos de ellos, que en trasnoches de club o de escritorio unieron genios endiablados con sonidos endiablados: Charlie Parker, Charles Mingus. El periodista y escritor Miguel García Urbani tiene ya preparada la selección y las lecturas.

Pero como no es una idea novedosa de por sí, “siempre hay que buscarle una vuelta de tuerca para hacer algo distinto de lo que ya se ha hecho”, empieza aclarando Bernardo Monk, voz saxofonista de Los Swingonautas, que es el nombre con el que se van a presentar.

-¿Y qué es lo que navegan?

-En realidad la música improvisada es una navegación, es una deriva por momentos. Tenés una hoja de ruta, pero te cambia el viento y tenés que adaptarte.

Monk es un instrumentista de experiencia, también compositor. Y además flautista, clarinetista y domina un poco a ese gusano perezoso que era el bandoneón para Girondo: “Me di por el aire, todo el tiempo”, consiente.

“El saxo tiene una gran capacidad de desarrollar melodías. Al ser un instrumento lineal y no armónico, tiene un rango expresivo muy amplio, por la dinámica. Puede generar distintos sonidos también. Y buena parte de los grandes improvisadores de la historia del jazz fueron saxofonistas”, explica.

Enumera él mismo esas cosas que lo dejaron marcado en su carrera: formarse en el Berklee College of Music de Boston, estudiar con el saxofonista Joe Lovano, llevar su música al emblemático Blue Note de Nueva York, haber interpretado la música que Osvaldo Golijov compuso para “Tetro”, película de Francis Ford Coppola, haber tocado con Fito Páez (a quien admira un montón), haber editado un libro sobre el saxofón y el tango en la misma editorial que publicaba los libros con los que él aprendía en Berklee.

-Es un territorio abierto, el jazz.

-El hecho de la improvisación te da una serie de recursos importantes. Es un error pensar que podés tocar todo, pero te da una ductilidad para meterte con respeto en otras cosas.

-¿Cómo te transformó haberte formado y haber absorbido el jazz de Berklee, quizás la escuela más importante en este género?

-La música es un reflejo del lugar donde se genera. Si escuchás tango en Buenos Aires te cierra; si escuchás una big band en Nueva York también, porque son una descripción sonora del lugar al que pertenecen. Se puede difundir mundialmente una música, pero la raíz sigue estando ahí.

“Por fortuna tuve profesores que me han influenciado mucho en cuanto a la búsqueda de una voz propia, y en mi caso necesita de la pata tanguera, porque yo empecé a tocar el saxo a los 14 años, pero lo primero que me atrajo de la música fue un disco de Gardel a los ocho.

Para mí eran dos universos que me gustaban mucho pero que no los podía conectar. Con el tiempo empecé con ese espíritu experimental, que me sirvió para empezar a buscar una música que fuera mía, una radiografía musical que me perteneciera”, explica sobre sus composiciones.

-Es común iniciar el camino en otra música y volver, tarde o temprano, a las raíces. Piazzolla es el caso emblemático, quizás.

-En mi caso pasó también que el instrumento que toco es el ícono de la música en el que se desarrolló (podríamos decir que el saxo es al jazz lo que el bandoneón al tango). Siempre supe que quería hacer algo propio, desde que agarré el instrumento, lo que pasa es que cuando me di cuenta que había una biblioteca enorme que hacía a su historia, supe que lo tenía que estudiar primero en su hábitat natural para luego tener los recursos para ir a donde yo quisiera.

Ayer, junto a Giunta, ofrecieron dos clínicas en el Espacio de Lectura Antü. Allí indagó en los secretos de la médula del jazz.

-¿Pero qué es lo que no se podría enseñar en el jazz?

-Lo que no se puede enseñar se puede estimular. Se relaciona con una idea que tengo, y que tampoco es abstracta: para mí, detrás de cualquier buen músico hay un autodidacta. Es decir: en todo lo que te enseñan, siempre llega un momento en que nadie puede hacer por vos el trabajo de experimentar, probar, modificar. Esa es la parte que tal vez no se pueda enseñar, pero sí estimular. Lo que cada uno hace en su casa estudiando es la parte donde es más difícil meterse, pero sí se pueden enseñar los recursos, para desarrollar algunas habilidades.

Ficha

Escritores con swing, con Los Swingonautas

En el marco de la Feria del Libro
Con: Bernardo Monk (saxo), Oscar Giunta (batería), Agustín Leal (guitarra), Patricio Ibire (contrabajo) y Juan Cucchiarelli (piano). Invitado: Miguel García Urbani (selección y narración de los textos). 
Fecha y hora: Mañana, a las 21.30
Lugar: Sala Francia del Espacio Cultural Julio Le Parc (Mitre y Godoy Cruz, Guaymallén).

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