Berlin: una cicatriz que se cura con diversidad

Recorrer la línea adoquinada que marca lo que fuera el muro que dividió la ciudad en dos, es atreverse a ser interpelado por la historia. A la forzada separación le sobrevino la multiculturalidad.

Berlin: una cicatriz que se cura con diversidad

A diferencia de otras capitales europeas, Berlín es una ciudad que interpela al viajero. Su historia y su devenir no dejan ajeno a nadie que transite sus calles. Es que los hechos que sucedieron aquí forman parte de la historia contemporánea y, de manera más o menos directa, han influenciado la vida de personas, pueblos y países esparcidos por todo el globo terráqueo. En esta nota, un recorrido por lo que fuera el Muro de Berlín, la pared que dividió al mundo.

La primera vez que escuché sobre el Muro de Berlín iba a la primaria, tendría entre siete u ocho años, y el comentario no vino de una maestra sino de una compañera que tenía un pariente alemán que había huido a Argentina luego de que aquella pared lo separara de su familia. Así, ella contaba que un día su familiar había salido a trabajar y al terminar la jornada ya no pudo regresar a su casa. Era imposible que, con mi edad, entendiera de qué se trataba aquello pero esa anécdota quedó marcada en mi memoria.

Un poco de historia
La madrugada del 13 de agosto de 1961 comenzaría a erigirse el polémico muro. La medida fue una decisión desesperada de la República Democrática Alemana que, frente a una creciente crisis económica, social y política, pretendía frenar el éxodo de ciudadanos que había comenzado en 1949 y, en aquel momento, ascendía a más de 2,5 millones de personas.

Una división geopolítica, económica, que implicaba al orbe. Aunque la escisión alemana había comenzado a tejerse en el escenario de posguerra, de un día para el otro, la ciudad quedaría literalmente dividida y Berlín no volvería a ser la misma. Se daba, así, formal inicio a la Guerra Fría, período que estaría definido por la confrontación entre la URSS -comunismo- y los Estados Unidos -capitalismo- y sus aliados respectivos.

Hoy, una línea de adoquines sobre el suelo recorre el espacio que antaño fue ocupado por el Muro y conmemora aquellos sombríos días de la vida del país y sus pobladores. “Los alemanes lo llaman la cicatriz”, dice David, un granadino que oficia de guía turístico en la capital germana.

Bernauer Strasse
El Muro tendría una longitud aproximada de 160 kilómetros y en él, tristemente célebre sería la calle Bernauer Strasse, una poblada vía donde una de las veredas pertenecía al Este y la otra al Oeste. La urgencia con la que comenzó a construirse la pared no tendría en cuenta estas vicisitudes y así, la arteria se convirtió en un punto de escape para vecinos que, sumidos en la desesperación, escapaban al lado Oeste poniendo escaleras o saltando desde las ventanas.

El gobierno de la RDA no tardaría en refinar su sistema de control y las fachadas que miraban al oeste serían tapiadas y, más tarde, demolidas, incluida la iglesia de la Reconciliación que fue destruida en 1985 y, en 2000, reconstruida.

En nuestros días, Bernauer Strasse es un punto obligado cuando se intenta comprender cómo era el Berlín de aquel momento. Hoy, las paredes medianeras de los edificios reproducen gigantes fotografías donde se imprimen postales de ese entonces, como la del soldado del Ejército Popular Nacional, Conrad Schumann, que en el tercer día de construcción de la pared saltó el alambre de púa, convirtiéndose en el primer desertor del régimen.

Mientras, un prado verde remplaza a la llamada ‘franja de la muerte’ -el área entre la pared interior y exterior del Muro- que era minuciosamente vigilada por los guardias de la RDA. Aunque, frente al Memorial y Centro de Documentación del Muro de Berlín -que se ubica en la misma calle- persiste una torre de vigilancia y parte del Muro -tanto interior como exterior- que dejan ver cómo eran las férreas fronteras del Berlín Este.

El Centro de Documentación reúne, además, fotos, videos y testimonios de individuos que vivieron en primera persona aquella atrocidad y es perfecto para ahondar en el contexto de ese tiempo, un punto ineludible. En tanto, en el Memorial, rinde homenaje a las personas que perdieron su vida intentando cruzar esta trágica muralla.

Chekpoint Charlie        
Sobre Friedrichstrasse, en el centro de la ciudad, se ubica el paso fronterizo más famoso de Berlín, el Checkpoint Charlie, que hoy sirve de imán para los viajeros. En la calle, un aviso anuncia a los transeúntes que están abandonando el suelo americano y dos hombres replican a los soldados de ese momento engalanados con sus trajes americano y soviético respectivamente, mientras los turistas esperan para una foto. Un cartel con una imagen de un guardia estadounidense de un lado y uno soviético del otro, muestran las caras de quienes cumplieron el último turno en 1994.

En épocas del Berlín dividido, este paso -que nos recuerda a las novelas de John Le Carré y los mejores filmes de espionaje- servía para diplomáticos y turistas que querían ingresar al lado soviético de la ciudad. También, para el intercambio de espías de uno y otro bando. Como dijo un corresponsal de France Press en Berlín que logró cruzar y volver, en aquel entonces “era como pasar de la televisión a color a la blanco y negro”.

Sin embargo, el Checkpoint Charlie adquiriría un inesperado protagonismo el 27 de octubre de 1961 cuando se produjo un enfrentamiento de tanques que duró aproximadamente 16 horas y mantuvo en vilo no sólo a berlineses sino también al mundo.

A un costado del antaño puesto fronterizo se ubica el Museo Checkpoint Charlie que ofrece variadas historias de personas que escaparon del Berlín Este de las más diversas formas: desde túneles subterráneos hasta escondidos en el baúl de un auto, o un globo aerostático. Las calles que rodean al puesto, albergan una muestra fotográfica al aire libre donde se retratan diferentes acontecimientos que tuvieron lugar durante este período.

East Side Gallery
El 9 de noviembre de 1989, sumida en una crisis económica y social insostenible, la RDA anunciaba que abriría sus fronteras con Berlín Occidental. La multitud no se hizo esperar y a ambos lados de la muralla las personas se aglutinaron en los puestos fronterizos al grito de "Somos un pueblo" y así, tras 28 años, aquella pared que dividió al mundo alcanzaba su final.

Tras su caída, un segmento de Muro de poco menos de un kilómetro y medio serviría como lienzo para 118 artistas de 21 países diferentes que hicieron con sus dibujos un memorial por la libertad. El East Side Gallery, a orillas del río Spree, se ha convertido en un paseo obligado para quienes visitan la capital alemana.

En él, el beso de la fraternidad entre los líderes comunistas Leonid Brezhnev y Erich Honecker, ha quedado inmortalizado por el artista ruso Dimitri Vrubel mientras que la imagen de un Trabbi (diminutivo del único y rudimentario automóvil al que dificultosamente podían acceder los berlineses del Este) atravesando el Muro o un currículum vitae que conmemora a quienes perdieron su vida allí, son sólo algunas de las pinturas que se pueden apreciar en el recorrido. Lo bueno es realizar el trayecto de la cicatriz con guía, o un libro de historia, para contextualizar el horror.

ENTREVISTA: Una mendocina en la caída del muro

Graciela Bernal es una coterránea que, hace más de 25 años, se mudó a Berlín donde vive junto a su familia. Allí se desempeña como guía turística. Fue testigo privilegiada del momento histórico, que cambió al mundo y lo comparte con Los Andes.  

¿Cuándo llegaste a vivir a Berlín?

Llegué a fines de setiembre de 1989.

¿Pudiste visitar el Berlín Este? ¿Qué recuerdos tenés?

Antes de la caída del muro no visité Berlín oriental. Recuerdo haber estado en un tipo de terrazas desde las cuales se podía ver sobre el Muro hacia el sector Este y haber tenido la sensación de estar en un zoológico humano. Se podía ver qué hacían las personas del otro lado y ellas nos veían a los que estábamos en este mirador ¡Como si fuéramos monos en una jaula!

¿Cómo viviste la caída del Muro? ¿Qué estabas haciendo ese día?

La caída del Muro fue algo increíble. Esa misma noche del 9 de noviembre no me enteré lo que estaba pasando, pero al día siguiente cuando sonó el despertador muy temprano, pues ese día me casaba por civil, nos enteramos que los pasos de control habían dejado ya pasar a la gente al sector occidental. Se vivía un ambiente de fiesta y solidaridad que nunca más volví a experimentar desde esa fecha…. Bueno ambiente de fiesta sí, con los mundiales de fútbol, como el pasado, pero se entiende que fue algo único, indescriptible.

Ese fin de semana los medios de transporte fueron gratuitos para todo el mundo. La masa que se movía era tal que apenas lográbamos subir. Cantantes famosos llegaron a Berlín a dar conciertos gratuitos. La gente del sector oriental, miraba, obnubilada, las vidrieras de joyerías, boutiques y coches del Berlín occidental, como si hubieran estado en otro mundo.

¿Cómo fue el período de reunificación?

En principio la reacción general fue de mucha solidaridad. Luego la cosa fue cambiando ya que eran prácticamente dos grupos de habla alemana, pero muy distintos en su forma de vivir y sus costumbres. El choque entre ambas mentalidades estaba anunciado. Muchas personas del sector occidental decidieron ir a vivir a los alrededores de Berlín, ex sector oriental y se encontraron con que no entendían la forma de pensar, actuar, de los "osis" (persona del Este), por lo tanto volvían al sector occidental a vivir como "wesis" (personas del Oeste).

Hoy ya todo esto es más suave, si bien se notan -aunque suene increíble- aún diferencias. La ciudad se transformó de una urbe cerrada y de carácter provincial a una cosmopolita y multicultural, gracias a la llegada de las distintas embajadas a la nueva capital de Alemania y de las personas con sus culturas. Eso le fue dando este carácter e internacionalidad que hoy disfrutamos y que personalmente adoro.

Hay personas de más de 185 países, todas se presentan en el Carnaval de las Culturas que tiene lugar en  mayo. Lo que más me sorprende de la ciudad hasta hoy es su dinámica y diversidad.

Supongo que tendrás anécdotas o historias de aquella época, ya sean tuyas o que te hayan contando. ¿Hay alguna que quieras compartir?

Sí, tengo muchas pero la más increíble me la contó una amiga, que fue el primer bebé que huyó por túnel desde el sector Oriental al Occidental cuando su madre tenía 20 años ¡Y ella tan sólo uno!

Más Información

Memorial y Centro de Documentación del Muro de Berlín
Bernauer Strasse 111

Museo Checkpoint Charlie 
Friedrichstrasse 43-45. 
www.mauermuseum.de

East Side Gallery
Mühlenstrasse 4.

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