Es la primera gira que completará con un disco, si sale todo bien. De a poco fue mostrando su propia identidad y reflejándola en sus shows. Arma la lista de temas y, junto a los demás integrantes de Zero Kill, reversiona sus canciones. Benito Cerati está en pleno florecimiento, dejando atrás un conmovedor pasado para sumergirse en las puertas que le abre el mundo, llevando la música y las ganas de experimentar en la sangre.
En diciembre del año pasado dio a conocer su tercer trabajo de estudio. "Unisex" es el primer disco producido enteramente por él, y se nota. Canciones expresivas, desde la emotividad hasta el grito de lucha, pasando por la expresión de su identidad y su lugar en la sociedad. Rápidamente el público le respondió y se convirtió en una imagen referente para muchos que empatizan con su historia.
El pasado no le pesa. Ahora le toca su historia y es su tiempo. Su carrera musical comenzó desde abajo y es un desafío que se debía, más allá de su paso por grandes festivales y el contacto con grandes músicos de nuestra historia. Al pasar los años, fue descubriendo su identidad, antes sesgada por la individualidad. El abrirse a nuevos espacios y nuevas experiencias transformó la forma de ver las cosas, y en ese sentido, de contarlas.
-¿Cómo fue el trabajo en este último disco, desde el momento que te encontrás ahora?
-Sale de un lugar súper positivo, un momento de mi vida donde crecí un montón, y lo que más me gusta es darme cuenta de ese crecimiento. Yo por lo menos cada vez estoy más cerca de lo que quiero hacer, me voy sacando capas de encima y eso tiene que ver con romper barreras internas de cada uno. Este trabajo refleja mucho eso, esas ganas de mostrar antes de seguir poniéndome personajes y formas de mostrar mi música.
-¿Cómo fueron los primeros pasos en tus presentaciones?
- Es un desafío que me debía. Cuando empecé me decían que tenía que preparar un megashow, que suene bien y qué sé yo. Yo no entendía nada, y si bien empecé de abajo e hice la que quise siempre, me faltaba experiencia personal en muchas cosas. Me estoy dando cuenta de que me gusta tocar en bares o en lugares chiquitos porque podés dialogar con la gente y ves sus reacciones. Cuando toqué en el Personal o en el Lollapalooza, y yo recién estaba arrancando, estaba más perdido que si me tirabas en el medio del Amazonas sin una brújula. Esto es empezar una historia desde uno.
-¿Sentís que se trasladan las pretensiones sabiendo de dónde venís y el "deber ser"?
-Sí más vale. Pero a mí me gusta mucho más tocar desde lo humano, mi música es lo más humanamente posible y está ahí, acertando y fallando, porque justamente eso es ser humano. Lo importante es mantenerse fiel. Imaginate si yo tuviera algo que demostrar o que continuar, no hubiese hecho ese disco debut que es una cosa rarísima.
Hubiera contratado un megaproductor, hubiera ido al programa de no sé quién, algo que no me interesaba porque no era real. Pero quizá me faltaba cuál era el sentido de lo que quería hacer, más allá de que me gustara. Este último disco me encuentra encontrándolo, valga la redundancia.
-El concepto de "ídolo del rock" está en deconstrucción, salen los que tienen que salir y llegan las que tienen que llegar. ¿Cómo ves el presente de la escena donde te estás insertando, comparado con el de hace unos años?
-Crecí con gente diciéndote qué hacer, cómo para ellos deberías pensar y las normas que tenías que seguir y todo eso. Si ibas a la iglesia, un tipo te decía cómo tenías que ser buena persona. Tiene que ver mucho con una cosa del liderazgo, con alguien que te marque las cosas. Con los artistas, nunca fui fan. En el arte, en las biologías, en la religión, nunca fui fan de algo. Siempre tuve esa cosa de absorber lo que para mí tenía sentido. Descreo bastante de la relación entre el ídolo y el fan, creé mi propia visión de qué es el arte, qué es la espiritualidad, sobre qué pienso y la sociedad ideal que me gustaría vivir.
Creo que está bueno generar la creencia de cada uno, no que te digan en qué creer u opinar. Eso se conecta con lo que me preguntás porque yo, por lo menos, me corro de ese lugar. Todo este año se basó en ese riesgo de exponer mi todo, y eso hizo que mucha gente se desilusionara, o que me quisiera hasta que se encontró algo que no le gustó más y me empezó a odiar. Si la persona idealizada no responde a lo que vos no querés que responda, vuela. Con un ídolo artístico pasa, están cayendo de los pedestales. Cuando generás el misticismo de no saber mucho quién es, llenás los casilleros que faltan como lo querrías y listo.
-¿Hay que desnaturalizar esa idolatría?
-Es una movida jerárquica. Yo no me siento muy cómodo en el espacio que me dan de halago, de único, de increíble. A mí me da nervio, está bien para mí soy una buena persona, ¿pero soy un ídolo? Tiene que ver con la persona que lo dice. Quizá se identificó con algo que dije o hice, entonces por algo se le prende una lamparita y también es eso, no creerse ni más ni menos que lo que sos. Si imponés algo estás imponiendo tu forma de ver la vida. Para eso salí a armar un partido político. Si querés saber qué pienso preguntame, pero es una utopía.
-Entre un mar de subjetividades y la necesidad de ponernos de acuerdo en algo, para que no sea todo caos, ¿sentís que no hay relación entre lo que pensamos cada uno, pero a la vez nos tenemos que poner de acuerdo para salir adelante?
-Tiene que ver con el respeto, es medio una ley para poder entenderse entre todos. No sé cuál es la fórmula, pero es una pregunta milenaria. Hay cosas que tienen que volverse colectivas, porque ha habido subjetividades que han sido tremendas y ahora cuestionables. Quemar gente en una plaza pública era la actividad del domingo, tener esclavos era normal. Va mutando todo, siempre van a haber contrarios.
Hubo un momento en mi vida en que me di cuenta de que lo que yo pensaba como realidad universal, era lo que yo pensaba, lo que a mí me daba placer o lo que estaba bien o mal. El único que ve el mundo como lo veo yo, soy yo. A partir de ahí, creás tu propia identidad y eso siempre estuvo ahí, en el mundo, y te das cuenta que solo hay que sacarlo para afuera. Conocer más gente, vivir otras experiencias, eso es volverse más subjetivo.
-¿Cómo has estado llevando tu vida desde que te diagnosticaron epilepsia?
-La gira del disco pasado la tuve que suspender porque me agarró un ataque. Ahí fue cuando me lo diagnosticaron. Es muy leve, no me agarra casi nunca, la medicación que tomo es preventiva pero no puedo dejar de tomarla. No me complica la vida, si me pasa es un bajón. Pero lo llevo bien, es algo que está ahí y tampoco estoy asustado.
-¿Cómo es hoy, 2019, la presencia de tu padre en tu vida?
-Soy una persona súper agradecida en general. Estoy muy contento con cómo las cosas están hoy por hoy, con mi vida. Agradezco el pasado, pero me pasa que soy una persona muy del presente también. Hice el duelo cuando había que hacerlo. Si hay algo que me molesta es que me tiren el pasado cuando yo no tengo ganas de abrir eso. Pero no porque me duela, o porque no quiera o porque sea un desagradecido, sino porque simplemente ya está. Me parece que tengo en puerta cosas muy lindas y eso no me rinde nada.
-¿Hay algo que te haya quedado de chico como capital para el presente?
-La curiosidad, las ganas de no quedarme quieto, de ser un nómade de ideas. De chico mamaba jueguitos, era medio solitario. Eso se pasa a la música también. Nada es mejor es peor, tengo ganas de hacer esas cosas de curioso.
-Se nota un poco en la no inmanencia del género, ¿cómo sentís esa exploración?
-Me da gracia la gente que dice que no encuentro mi lugar. Tuve la suerte de encontrarme lugares interesantes, inclusive de chico. Yo sabía ciertas cosas de mí, obviamente te vas conociendo, pero es como que tengo cierto núcleo. Creo que mi lugar está en no quedarme quieto, estoy estable en la inestabilidad. No me gusta hacer cosas obvias, ni canciones simples. Tengo algo con mi música que es cada vez que saco algún single, termino no queriendo tocarlo porque generalmente es el más simple del disco, me gusta la cosa más difícil o que me propone más riesgo. Estoy en esa búsqueda constante.
La ficha
Zero Kill en Mendoza
Lugar: teatro Selectro, en el marco de Indie Fuertes.
Fecha y hora: jueves 14 de marzo, a las 20.
Entrada: $200
Bandas locales: Windous y Vech.