Benegas de Tunuyán: alma de tomero y perfil solidario

Fue proyectado como un pequeño barrio de 20 casas en los ‘70, pero hoy lo habitan 120 familias. Las tres surgentes de agua mineral son orgullo de los vecinos, que piden cunetas y cartelería para las calles.

Benegas de Tunuyán: alma de tomero y perfil solidario

Aún tienen las calles de tierra, sin cartelería ni cunetas. Trabajan duro para vivir y todo lo que han conseguido en el barrio les insumió años de lucha y esfuerzo. Sin embargo, hablan de su lugar como el "paraíso". "¿Quién necesita más?", coinciden.

Los rodean paisajes de viñas y montañas, se cuidan entre vecinos como una gran familia, todavía duermen sin obsesiones de llaves ni candados y -para sembrar aún más envidia- son dueños del "oro azul": tienen tres surgentes de agua mineral en su territorio.

"Acá cocinamos y nos bañamos con ese agua", alardea Alejandro Baños. La suya es una de las 120 familias totalmente orgullosas de pertenecer al barrio Benegas. Se trata de un complejo pequeño semirrural que se extiende en la zona oeste de Colonia Las Rosas, en el departamento de Tunuyán.

Al principio, sólo era un barrio de unas 20 viviendas que el IPV entregó sin haberlas terminado. Después, en los alrededores -delimitados por una especie de luna creciente que dibuja la ruta 92- se fueron instalando familias, que huían del frenesí urbano o preferían la naturaleza o trabajan en empresas y fincas de la zona. Así se sumó el loteo Benegas, el que hoy incluye hasta cabañas turísticas o casas de fin de semana.

Vecinos de firmas que comercializan al mundo sus aguas subterráneas -como Eco de los Andes- y poseedores de las surgentes y el tanque que provee de este recurso vital a una gran porción del oeste tunuyanino, los habitantes del Benegas se sienten un poco los 'tomeros' del lugar. Tanto es así que trabajan para convertirse en escenario de la futura Fiesta Departamental del Agua Mineral y no pararán hasta que la misma alcance nivel nacional.

Un poco de historia

Cuando estas tierras no eran más que una ciénaga y un espeso monte de cortaderas, pájaro bobo y chilcas, a su dueño -Raúl Benegas- se le ocurrió donar un pequeño fragmento para que el Instituto Provincial de la Vivienda edificara un barrio para los obreros rurales de la zona, que nunca habían podido acceder a la casa propia.

Antes de 1970 comenzó la obra. "Era un puñado de casas que construimos por ayuda mutua, entre todos, cumpliendo horas de trabajo", explica Oscar Villarruel, uno de los primeros habitantes y actual presidente de la unión vecinal.

Sin espectáculo ni palco de autoridades ni corte de cintas, la inauguración -en 1982- estuvo regida por la confusión. Se demoraron tanto en construir el barrio, que muchos de los inscriptos fueron renunciando por haber conseguido casas o lotes en otro lado.

"Los del IPV te buscaban y te entregaban las llaves en la calle. Yo era suplente y cayeron a la casa de mis suegros un domingo en la mañana. Les pedí que me acompañaran para decirme cuál era mi vivienda. Encima me la dieron cambiada y estuvimos limpiando casas ajenas con mi compadre Lucero", relata entre risas Villarruel.

Las construcciones distaban mucho de lo prometido. Por haber estado tanto tiempo abandonadas, habían sido presas de vandalismos y saqueos.

"Además, nunca las terminaron como corresponde. No tenían los implementos en los sanitarios ni las medianeras ni las acequias", señaló Hernán Lucero, que era un niño cuando cruzó por primera vez el umbral de aquella anhelada casa.

Nunca bajar los brazos

Pero esos orígenes marcaron la historia del Benegas. Nada les fue regalado. Todo lo levantaron a fuerza de sacrificio y de solidaridad entre vecinos. Un ejemplo claro fue el logro de la plaza barrial, que hoy constituye el "cabildo" del barrio. Funciona como centro de eventos, pelotero, sede de la unión vecinal y hasta "complejo de piscinas", cuando se rompe algún caño madre de la red de agua.

Por décadas esperó este espacio baldío que se cumpliera su destino de plaza. Con entrega heroica, un gendarme retirado se encargó de mantenerlo forestado y limpio.

Tres proyectos fueron aprobados por el Concejo Deliberante y, pese a tener el presupuesto asignado, la obra no arrancaba. "Hace 32 años que vivo acá. He visto llegar a los arquitectos, tomar medidas del terreno, entusiasmarse los vecinos y no pasaba nada", relata Mariela Guerra.

"El espacio que nuestros papás soñaron para nosotros, ahora lo disfrutamos trayendo a nuestros hijos", agrega Hernán. El 16 de diciembre de 2012 fue la gran fiesta de inauguración de la plaza Benegas, la misma que todos los días limpian con devoción Estela "Turca" Salomón y Victoria "Pocha" Escobar.

Nuevos desafíos

Desde que la asamblea, reunida en la plaza, eligió nuevas autoridades de la unión vecinal en noviembre del año pasado, la comunidad no para de proyectar. Con regalos y gran fiesta, homenajearon a los chicos en el día de Reyes Magos.
 
Después, impusieron una de sus bellezas -María de los Ángeles Romera- como candidata vendimial de Colonia Las Rosas y luego salieron en "caravanazo" porque la joven logró el virreinado departamental. "Si en el primer intento salimos segundos, la próxima vez volvemos con reinado", fanfarronean. 

 Ahora, con igual empuje, pelean por construir una canchita de fútbol para contener a los numerosos niños del barrio y para lograr las añoradas cunetas. "Los frentistas hemos ofrecido poner el material y el municipio la mano de obra", explica Oscar Suárez.

Otro de los proyectos en los que trabajan es lograr la cartelería para las calles. "Hace seis años que tienen nombres y no los aplican", comenta el profesor Baños. Para las nomenclaturas, eligieron mencionar a "la gente antigua y querida del barrio".

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