Bélgica supo dar las respuestas necesarias y ganó un partido que, por antecedentes, debió haberle sido más favorable y menos trabajoso.
El 2-1 sobre Argelia fue fruto de una reacción que llegó en el entretiempo, cuando el entrenador Wilmots metió los tres cambios progresivamente y convenció a sus dirigidos de realizar los desmarques a una velocidad mayor que en en la parte inicial. Los "Diablos Rojos" dieron la talla en la etapa complementaria y terminaron ganando sin discusión.
Si algo caracterizó al primer tiempo fue la excesiva rigidez en lo táctico que planteó Bélgica y de la cual no se movió. Cuatro defensores en línea, todos marcadores centrales, un volante central por detrás de la línea de la pelota, dos externos, dos enlaces y un punta pivoteando más de espaldas como referencia que de frente. Un esquema que, al no imprimirle movilidad, fue demasiado previsible para Argelia, que lo controló con menos inconvenientes que lo previsto.
En esa etapa inicial, los dos se parecieron en su voluntad de jugar por bajo, al pie. Pocos cambios de frente y casi ninguna pelota de alto.
En ese marco, los argelinos - más veloces para salir - se sintieron cómodos para buscar a su armador, Feghouli, quien estuvo más activo y participativo que su par rival, Hazard.
A través de Feghouli, precisamente, llegó la apertura del marcador. El armador se soltó por el extremo derecho y superó la marca de Verlonghen para ir como receptor de un centro cruzado, el defensor lo tomó del brazo y el árbitro sancionó correctamente el penal. El propio número 10 de los africanos se tomó un segundo para ver el movimiento de Courtois y lo superó con un remate bajo, levemente hacia el centro, cuando el arquero iba hacia el otro palo.
Apenas un par de remates de Witsel, ambos desviados por Mbolhi, y un disparo débil de Chadli, detenido sin problemas por el guardameta argelino, marcaron los intentos belgas. Demasiado poco para una formación precedida de antecedentes favorables.
En el complemento, el DT Wilmots hizo la lectura correcta de la situación. De entrada hizo ingresar a Mertens, el volante del Nápoli. Después, al punta Origi, del Lille francés. Y luego, a Fellaini, el mediocampista de Manchester United, a quien le dio función de nueve atrasado y licencia para ir a buscar la pelota aérea al punto penal.
Así, con continuos cambios de posición en ataque, la defensa argelina se notó confundida a la hora de tomar la marca o cubrir el espacio. Hazard, volcado por el sector izquierdo, comenzó a marcar la diferencia metiendo freno, pausa y apertura. Bélgica, así, pasó a ser el centro de la escena definitivamente.
Fellaini, apareado con Mahrez, ganó el espacio en el salto y de cabeza marcó el empate. Diez minutos después, De Bruyne habilitó a Hazard, el armador del Chelsea manejó la contra y abrió en el momento preciso para Martens; éste, con tiempo y espacio, sacó un derechazo potente para conseguir el definitivo 2 a 1.
Bélgica terminó en actitud dominante, dejando en claro que el rótulo de sorpresa es pertinente. Debe saber aprender de sus errores, como lo hizo en el segundo tiempo. Tiene crédito, en una palabra.
