Beatriz Rojkés es sólo un ejemplo

La primera dama de Tucumán no pudo estar más desacertada al responder a un hombre afectado por las inundaciones en esa provincia norteña. Tanto o más como aquellos que salieron a defenderla. Los políticos deberían comprender que la gente quiere soluciones

Beatriz Rojkés es sólo un ejemplo

Si se cumpliera a rajatablas el dicho de que el pez por la boca muere, la primera dama tucumana y senadora nacional Victoria Beatriz Rojkés de Alperovich hubiera dejado de existir varias veces, porque pareciera ser que tiene una rara habilidad para equivocarse, pero lo sucedido días pasados sobrepasó todos los límites cuando maltrató a una persona que había resultado afectada por las inundaciones que castigaron en las últimas semanas a esa provincia norteña.

Pero lo grave no se centra sólo en la actitud de la señora Rojkés sino también en aquellos que, como el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, salieron a defenderla, aunque todo llevaría a indicar que el funcionario nacional está dispuesto a seguirle los pasos en lo que a reiteración de errores se refiere.

Rojkés, que se ofendió con los periodistas acusándolos de “prensa obscena” por publicar que estaba ocupada en los lujosos preparativos para una celebración de una de sus nietas, mientras arreciaban las tormentas que afectaron a toda la provincia, dejaron cientos de puentes destruidos y miles de familias afectadas, concurrió, tarde, a visitar las zonas inundadas.

Protagonizó allí un nuevo escándalo al perder los estribos cuando un hombre le reclamó la construcción de obras para evitar las inundaciones y el envío de las maquinarias correspondientes. A tal punto llegó el enojo de la primera dama provincial que utilizó términos tales como “te hacés el machito acá, cuando estabas allá con las familias asustadas” y, ante un planteo del vecino, destacó que “no tengo una mansión, tengo 10 mansiones (la señora Rojkés viene de una familia adinerada) y estoy acá. Pedazo de animal, vago de miércoles...”.

La senadora nacional cuenta con un importante currículum en lo que a equivocaciones se refiere y quizá el más llamativo fue cuando recibió a una señora cuyo hijo se había suicidado por los efectos de la droga y solicitaba la ayuda del Estado para hacer frente a este flagelo. La frase de respuesta fue “al menos ahora, Dora (así se llamaba la mujer) vas a poder dormir tranquila, porque tu hijo no está más en la calle”.

Lo grave del caso también es que con esa “habilidad política”, la señora de Alperovich ocupó durante tres años la presidencia Provisional del Senado, el tercer cargo en la línea sucesoria, según la Constitución, en la conducción del país y con un vicepresidente cuestionado e investigado por la Justicia.

Pero tan grave como la actitud de Rojkés (que reconoció su error y dijo que contestó “como una tarada”) fueron las declaraciones de quienes salieron a defenderla, como sucedió con el inefable jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, quien aseguró que la primera dama dio una respuesta “a un provocador que la fue a buscar”, sumando así una más a la larga serie de incoherencias en que ha incurrido el funcionario en los últimos tiempos, especialmente cuando trata de opinar sobre la muerte del fiscal Nisman.

Podría deducirse que Aníbal Fernández intenta mantener su presencia en los medios para fortalecer su intención de candidatearse a Presidente de la Nación pero, si es así, el camino que ha elegido es el equivocado.

Más allá de los hechos puntuales, lo sucedido en Tucumán no hace más que ratificar lo que sucede con muchos dirigentes políticos que -con las excepciones del caso, por supuesto- concurren en “ayuda” de los necesitados y a reunirse con los vecinos en las épocas cercanas a las elecciones, lo que lleva a pensar que lo hacen por el interés del voto y no por razones humanitarias como quieren hacerla parecer.

Deberían comprender también que en lugar de actuar en hechos puntuales tendrían que fijar políticas que permitan dar trabajo y oportunidades a las cientos de miles de familias necesitadas que parecen estar sentenciadas a vivir en la indigencia a lo largo y a lo ancho del país.

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