No hay caso. En esta categoría (hoy Federal A), el Lobo se cruza con Maipú y tiembla. Se paraliza, se nubla. Pierde su “identidad”. Ese juego colectivo a un toque, vertical y agresivo, que tantos aplausos y admiración se robó en el pasado “Argentino B”, brilló por su ausencia. Y mucho tuvo que ver el rival de turno: el Club Deportivo Maipú. Sin dudas, un viejo zorro de la categoría, que sabe y mucho, jugar este tipo de partidos.
Máxima concentración y margen mínimo de error. Sumado a la unión, sacrificio y solidaridad de sus jugadores, fueron las claves de un equipo Cruzado que construyó un “triunfo histórico” (se volvieron a enfrentar luego de cinco años). Porque desde el silbatazo inicial, el que tomó el protagonismo del juego fue el dueño de casa. El “mago” Oga fue ahogado por la marca de Benítez. En cada cruce o pelota dividida, el “capitán” Imbesi, demostró su personalidad y coraje.
El equipo de Sperdutti, fiel a su estilo, apostó a atacar por las bandas y tanto Sánchez como Díaz, cada vez que se lo propusieron fueron desequilibrantes. Con la expulsión del “cepillo” ex Tomba, parecía que la ecuación cambiaba. Sin embargo, el volumen de juego del Lobo creció a cuentagotas. Le faltó decisión para llevarse por delante a un rival que sólo sufrió unos minutos hasta que se acomodó con el ingreso de Montaña y pasó del típico 3-4-1-2 al 3-4-2, Como plus, Corvalán se fue expulsado y la historia quedó diez contra diez.
El segundo capítulo mostró un Lobo más ambicioso. Pero, el Cruzado no tuvo fisuras en ninguna de sus línea. Los duelos laterales siempre fueron para el Botellero. Con la recuperación del balón y la entrega inmediata a Guerra, el equipo de Sperdutti fue quien manejó los hilos del juego. Y desde una pelota parada llegó la diferencia. Maipú es una fábrica de generar situaciones de peligro cuando tiene un tiro libre a favor. Sorprendió porque en un córner aprovechó la soledad de Manrique, jugador que nunca había pisado el área visitante. Sin embargo, apareció en silencio y sorprendió a todos: centro preciso, cabezazo fulminante y gol decisivo.
Fue debut para ambos y triunfo del “Súper Depor”, equipo que supo demostrar en noventa minutos, que la experiencia en la categoría vale y mucho. Por esta razón, el Botellero le dio la “bienvenida y bautizó al Lobo”, un viejo rival, que ya tiene sed de revancha.