Batalla por el legado de Mandela

Pese a que ahora casi toda Sudáfrica reivindica sus ideas de unidad e integración, tras el decaer físico de Nelson Mandela, tanto sus partidarios como sus opositores y también su familia se dividen todos contra todos para ver a quién le corresponde la may

Batalla por el legado de Mandela
Batalla por el legado de Mandela

“¡Sonrían!”, imploró el visitante, con un tono de bonhomía forzada en su voz, mientras sostenía una cámara de teléfono celular para tomar una instantánea. Pero la cara de Nelson Mandela, el líder de 94 años de la lucha en contra del apartheid que se convirtió en el amado primer presidente negro de Sudáfrica, siguió impasible cual piedra. Se veía confundido e irritado, como si sus ojos acuosos no lograran registrar las caras de los altos dirigentes del Congreso Nacional Africano que vinieron a verlo el mes pasado, aun cuando él los había conocido a ellos durante varias décadas.

Estas imágenes, capturadas por la cámara de una cuadrilla gubernamental y transmitidas a todo el país, fueron las primeras en aparecer en más de nueve meses del convaleciente Mandela, que ha estado en el hospital cuatro veces en menos de un año. Lejos de sentirse honrados, los parientes de Mandela estaban furiosos por la transmisión, diciendo que líderes del partido habían invadido su privacidad y explotado su fragilidad para cosechar los beneficios políticos de ser vistos en su sagrada compañía cuando menos una vez más.

“Yo estaba realmente lívida”, dijo Makaziwe Mandela, la hija mayor de Mandela, argumentando que la filmación se había llevado a cabo en contra de los deseos de la familia. “Ellos deberían haber tenido la sensatez de no publicar esas fotografías”.

A medida que Mandela se desvanece, ha empezado de lleno la lucha por reclamar su legado, su imagen, su potencial para hacer dinero e incluso el tiempo que le resta.

El gobernante Congreso Nacional Africano, que Mandela encabezó durante varias décadas, es acusado de haberlo usado a él como apuntalamiento a fin de recordarles a los electores de las nobles raíces del partido, en una época en que ha llegado a ser visto como una serie de élites corruptas e interesadas.

El principal rival del partido, la Alianza Democrática, también ha sido objeto de ataques, por usar una foto de él abrazando a uno de sus progenitores blanco, impulsando quejas en el sentido que la oposición está intentando cooptar la imagen de Mandela para desbancar a su propio partido.

Y durante todo este tiempo, sus descendientes están participando en una lucha muy pública sobre el legado financiero de Mandela. Enojada de que un fondo creado para su bienestar y mantenimiento esté controlado parcialmente por alguien al que consideran un forastero, su amigo George Bizos, la familia ha acudido a tribunales para remover a Bizos de la dirección.

“Todos quieren un trozo de la magia madiba”, opina William Gumede, quien ha escrito ampliamente sobre Mandela, usando el nombre del clan del ex presidente. “Esto tan solo es un adelanto de lo que vendrá cuando él se vaya”.

La frase “cuando él se vaya” es el cortés eufemismo usado por cualquiera que se atreve a insinuar la inevitable muerte de Mandela, reverenciada figura a lo largo del mundo. Hablar sobre la muerte de un anciano es visto como un tabú en la mayoría del arco iris de culturas de Sudáfrica. Sin embargo, la edad y frágil salud de Mandela han conducido a la guerra cada vez más amarga en torno a cómo será recordado, y lo que tenga para heredar.

El mes pasado, dos de las hijas de Mandela demandaron a Bizos y otros dos socios de su padre para obligarlos a salir de los consejos directivos de dos empresas creadas para vender una serie de pinturas que Mandela había hecho con sus huellas de las palmas de las manos, una de varias empresas comerciales de tipo conjunto concebidas para reunir dinero para él y sus herederos. La familia Mandela incluye a una asamblea, a veces discutidora, de tres hijas de dos matrimonios, 17 nietos y 14 bisnietos.

La demanda alega que Bizos y otras dos personas fueron nombradas indebidamente para los consejos. Bizos, prominente abogado por los derechos humanos, al parecer está dolido por el esfuerzo enfocado a expulsarlo; él ayudó a defender a Mandela en contra de los cargos de sabotaje y conspiración para derrocar al Estado hace 50 años y siguió siendo su amigo cercano. El diario The Star citó las palabras de Bizos cuando dijo que las hijas de Mandela “querían tener acceso a cosas que no deberían venderse y al dinero en las empresas”.

En una declaración, los nietos de Mandela rechazaron furiosamente los esfuerzos por “pintar a nuestra familia como insensibles buscadores de dinero sin respeto”, agregando que “la mayoría de nosotros tenemos buenos empleos, trabajamos para nuestras propias empresas y dirigimos nuestros propios proyectos”.

Makaziwe Mandela dijo en una entrevista que “este tema de que somos codiciosos, de que estamos queriendo este dinero antes de que mi papá fallezca, es una tontería por donde se vea”.

Agregó que Bizos “estaba haciendo como si él fuera el súper administrador, como si estuviera por encima de todos los demás”, y destacó los documentos que crearon el fondo, los cuales estipulan que el dinero del mismo puede ser empleado casi para cualquier propósito por sus descendientes: comprar una casa o un automóvil, fundar un negocio, pagar colegiaturas o incluso tomarse unas vacaciones.

A pesar de la fama de su padre, dijo, la familia no es rica. “Esta idea de que de alguna manera porque somos Mandela nacimos con una cuchara de diamantes, de hecho, es una idea sumamente falsa”, dijo.

Más allá del comercio, muchos han intentando sacar ventaja política con el nombre de Mandela. El principal partido opositor, la Alianza Democrática, imprimió hace poco materiales usando una fotografía de Mandela abrazando a Helen Suzman, política pionera, blanca y opuesta al apartheid, cuyo partido fue uno de los precursores de la alianza. La imagen fue parte de un esfuerzo por disipar la noción de que el partido está dominado por gente blanca, o que de alguna forma apoya el regreso del apartheid (un reciente sondeo arrojó que muchos jóvenes negros creían esto, aunque no es cierto).

El CNA clamó calumnia, en tanto un prominente líder dijo que el uso de la imagen de Mandela era “un cínico y oportunista ejercicio de propaganda”.

Helen Zille, la líder de la oposición, devolvió el golpe, diciendo: “No podemos meramente sentarnos y permitir que la propaganda del Congreso Nacional Africano presente falsamente a la Alianza Democrática como el partido del apartheid. Además, rechazaremos la mentira del CNA en el sentido de que si ganamos una elección, traeremos de vuelta el apartheid”.

La protección de la imagen de Mandela siempre ha sido una tarea onerosa. Su rostro y nombre están por doquier, en la divisa sudafricana, en camisetas y relojes de pared, en estatuas de bronce y en canciones.

Si bien Mandela nunca tuvo miedo a usar su imagen y nombre para lograr el progreso de causas que apoyaba -como los derechos de los niños, investigación sobre VIH y sida y pacificación-, combatir el uso comercial y no autorizado le cuesta a la Fundación Nelson Mandela cientos de miles de dólares cada año.

En muchas formas, la imagen de Mandela nunca ha sido realmente suya. Después de que fuera condenado en 1964, el mismo hombre desapareció de Sudáfrica por completo. Su imagen, una silueta o con barras carcelarias sobreimpuestas a la misma, se convirtió en un icono del CNA y su lucha en contra de la segregación racial. Estudiantes universitarios a lo largo del mundo pegaron afiches de su cara en los muros de su dormitorio como parte de la campaña “Liberen a Mandela”.

“Tan pronto como Mandela estuvo en la cárcel, el CNA decidió que él sería nuestro héroe”, dice Sisonke Msimang, activista que pasó su infancia en el exilio debido a la prominencia de su familia en el CNA. “Él sería el rostro de nuestra campaña internacional”.

Cuando finalmente iba a ser liberado de prisión en 1990, una revista estadounidense publicó un artículo preguntando: “¿Cómo se verá?”

En últimas fechas, Mandela sólo desea que lo dejen en paz para gozar de su familia, dijo Makaziwe Mandela. “Nosotros nunca tuvimos a Tata, ni siquiera cuando salió de la cárcel”, sostuvo, usando la palabra xhosa para padre. “Este es el único momento que tenemos como familia para atenderlo. Es nuestro momento. Pienso que deberían darnos el tiempo de gozar los años que aún le queden a Tata”.

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