Cuando falta apenas una semana para la primera elección interna de cara a las elecciones presidenciales estadounidenses, el partido Republicano se encuentra en virtual guerra abierta entre los favoritos, el polémico millonario Donald Trump y el senador ultra conservador Ted Cruz.
Los dos dominan los sondeos antes de las primarias de Iowa, pero ninguno de ellos, a pesar del favoritismo en la interna, es capaz de entusiasmar a la conducción del partido ni a los líderes tradicionales del campo conservador.
Trump, un multimillonario sin pelos en la lengua ni experiencia política de ninguna clase, genera abiertos rechazos en la conducción republicana, pero el ultra conservadurismo de Cruz, ligado en la interna partidaria al ala derechista del Tea Party, tampoco convence.
Confianza en la "lealtad"
Ya famoso por su retórica e ideas incendiarias, Trump avanzó el fin de semana un paso más en su trayectoria de confrontación, al afirmar en un discurso que no perdería votos ni aunque salga a la calle a dispararle a lagente.
“Tengo los más leales seguidores. Puedo pararme en el medio de la Quinta Avenida (de Nueva York) y disparar a alguien, que no perderé votos”, dijo Trump, desatando una vez más una avalancha de críticas en las redes sociales, que parecen no hacerle mella a su reputación.
En tanto, Cruz también atrajo la ira (y las carcajadas) de electores y observadores al criticar a Trump alegando que el magnate representaba “valores de Nueva York”, comentario que no por confuso dejó de desatar la furia de los neoyorquinos.
Uno de los últimos sondeos, conducido por la red CNN entre electores republicanos, mostró a Trump con el 37% de los apoyos y a Cruz con 26%. El senador Marco Rubio aparece en un lejano tercer lugar, con el 14%.
Antes de esta campaña, Trump y Cruz evitaron atacarse mutuamente, pero en el último debate televisado se tornó claro que apenas estaban almacenando artillería, y en ese encuentro se dedicaron ferozmente a destruirse mutuamente.
Pugilato verbal
Ahora, a seis días de las primarias en Iowa, Trump ya no tiene reparos en referirse a Cruz como un "tipo desagradable" y un hipócrita, por haber criticado los "valores de Nueva York" pero haber aceptado de buen grado el dinero de los donantes neoyorquinos.
La aspereza de la disputa se justifica porque ambos están en busca de los mismos electores, los que se sitúan más a la derecha del espectro político y que constituyen el botín de esta fase de las primarias.
En ese constante pugilato verbal, valen todos los argumentos. Cruz fue a un programa de radio del periodista conservador Glenn Beck, quien en esa audición le anunció su apoyo formal a su candidatura.
La respuesta de Trump fue en el nivel que se tornó su marca registrada: “Glenn es un pobre infeliz. No quise ir a su programa por esa hostilidad”, minimizó.
Cruz no deja escapar oportunidad de presentar a Trump como un empresario inescrupuloso que apoya quitarle a la gente sus propiedades para que sus casinos puedan progresar, pero por sobre todo lo acusa de ser sólo un oportunista sin ningún compromiso con el ideario conservador.
La enérgica defensa de esas ideas conservadoras ayudan a Cruz a obtener apoyos entre los electores evangélicos, un sector que en las elecciones de 2012 constituyó aproximadamente el 60% del electorado republicano.
Con su firme conservadurismo en temas sociales -como la oposición al aborto, las bodas entre personas del mismo sexo y el papel de la religión en la sociedad- esos electores permitieron que Mike Huckabee ganara las primarias republicanas de Iowa en 2008 y Rick Santorum en 2012.
En tanto, el resto del partido Republicano acompaña sin poder hacer nada, y sus líderes se muestran incapaces de contener el crecimiento de candidatos que no representan la conducción partidaria.
Bush, fuera de la pelea
Candidatos dentro de los cánones tradicionales republicanos, como Jeb Bush (hijo y hermano de presidentes), vieron rápidamente sus aspiraciones derretirse ante la falta de interés.
Esta semana, una venerable revista conservadora estadounidense, National Review, lanzó un número especial, “Contra Trump”, en que formuló un llamado a que los republicanos repudien la candidatura del multimillonario.
“Trump es filosóficamente un oportunista político fuera de control, que arrojará al basurero los consensos ideológicos conservadores dentro del partido en favor de un populismo irresponsable con la marca de un hombre fuerte”, expresó la revista en una editorial demoledora. De acuerdo con la publicación, “hay razones comprensibles por su crecimiento, pero no merece el apoyo conservador en la elección de delegados y las primarias”.