Introito
El estado actual de Argentina requiere de un plan económico viable y aceptado casi unánimemente. Sería interesante que los partidos establecieran éstas u otras bases para ejecutar en los próximos diez años. Este consenso es indispensable para salir definitivamente de la devastación en la que vivimos desde hace décadas. El plan es de amplio contenido y cualquier candidato que resulte elegido debería comprometerse a llevarlo a cabo. No es novedoso y quizá su única originalidad consista en que nunca se ha aplicado. Aquí va.
Objetivos básicos
Estos son sus objetivos básicos, quedando a cargo del gobierno elegido la determinación de los medios para completar exitosamente el plan: achicamiento y reestructuración del Estado en sus tres niveles, nacional, provincial y municipal; disminución y racionalización de impuestos con sensible baja de la presión impositiva; baja a cero del riesgo país y del déficit fiscal; baja de la inflación al nivel de los países del primer mundo; baja de la pobreza y de la desocupación; creación de empleos productivos y fomento de las inversiones, locales e internacionales; incremento de las exportaciones con valor agregado; aumento sostenido del consumo interno; estabilidad del mercado de cambios y revaluación de la moneda local; baja de intereses compatible con una economía estable y en constante desarrollo; incremento del ahorro nacional en moneda local.
Achicamiento y reestructuración del Estado; disminución y racionalización de impuestos con sensible baja de la presión impositiva
El achicamiento del Estado es fundamental en un 30%/40% o más según se fije por expertos. Es indispensable la disminución en igual proporción de los impuestos en su monto. Si disminuyeran sin achicamiento del Estado, automáticamente se produciría un desnivel por déficit fiscal que requeriría emisión monetaria y así aumentaría la inflación y/o aumento del endeudamiento público, el gran error de Mauricio Macri, porque ni achicó al Estado ni disminuyó los impuestos.
Si el Estado actual requiere $400.000 millones de fondos y se necesita reducirlo en un 30%, una vez logrado es imperiosa una disminución impositiva en forma directamente proporcional. Los $120.000 millones que los contribuyentes no pagarían al fisco, serían invertidos en sus empresas o creación de otras nuevas, que a su vez requerirían más empleos, bajando la pobreza y desocupación. Y la reducción sería mayor porque con una amplia reforma tributaria la base contribuyente también se incrementaría. Nuestro sistema tributario, que es vertical (pocos mantienen al Estado y a muchos habitantes con los planes sociales, mal llamados “derechos” por Carolina Stanley) se transformaría en horizontal (muchos mantendrían al Estado con rebaja general del monto de los impuestos a cargo de cada contribuyente).
Deben eliminarse los subsidios a las empresas concesionarias. La disminución de fondos destinados a los gastos estatales y subsidios se compensaría rápidamente con crecimiento de la actividad económica y aumento de la productividad. Achicar al Estado sin disminuir los impuestos y subsidios generaría un crecimiento del patrimonio estatal con recesión y cierre de empresas, y así no se habría logrado nada.
La nivelación entre monto recaudado de impuestos y el gasto público no requeriría de más ingresos tributarios. El objetivo estaría entonces en el aumento de reservas internacionales mediante inversiones y exportaciones. Se completaría así el ciclo de objetivos básicos y el crecimiento y desarrollo sostenido de la economía argentina.
Baja a cero del riesgo país y del déficit fiscal
Al bajar el déficit fiscal bajaría también la inflación y el riesgo país, produciéndose el aumento de las inversiones extranjeras y de las locales por contar el empresariado con mayor cantidad de fondos por el ahorro del monto de sus impuestos y su racionalización. Aumentaría así la oferta de bienes y servicios y el consumo general, sin inflación, con crecimiento de la economía.
Baja de la inflación al nivel de los gobiernos del primer mundo; baja de la pobreza y de la desocupación; creación de empleos productivos y fomento de las inversiones, locales e internacionales
Sabido es que la inflación es producida por la emisión monetaria para monetizar el déficit fiscal y con ello el exceso de circulante sin la contrapartida del ingreso de dólares genuinos por exportaciones e inversiones extranjeras. Las medidas precedentes eliminarían las causas de la inflación y producirían crecimiento económico y creación de empleos por demanda laboral sostenida. El aumento de empleos absorbería a los desempleados por la burocracia eliminada del Estado. A esos ex empleados el Estado debería continuar pagándoles sus haberes hasta dos años después de sus cesantías o hasta el ingreso a los nuevos empleos producidos por el crecimiento económico. Con la eliminación de un alto porcentaje del empleo público, el Estado se beneficiaría por la eliminación también de los enormes gastos improductivos en infraestructura burocrática en similar proporción.
Estabilidad del mercado de cambios y revaluación de la moneda local; baja de intereses compatible con una economía estable y en constante desarrollo
Sin dudas, todas las medidas anunciadas producirían la estabilidad de la economía y con ella la del mercado de cambios. Las monedas fuertes (dólar y euros) flotarían entre bandas de cambio libre o administradas por el Banco Central (flotación sucia), que sería independiente del gobierno nacional. Se revaluaría la moneda local que también cotizaría en los mercados internacionales como los países del primer mundo, a los que nos acercaríamos cada vez más. La baja de intereses incentivaría los préstamos personales y empresariales con el beneficio del crecimiento económico.