Bartók suena en Mendoza

Siguiendo con su temporada internacional, la agrupación sinfónica presenta un programa atípico dedicado al famoso compositor húngaro.

Bartók suena en Mendoza
Bartók suena en Mendoza

Dicen que a los cuatro años ya tenía en sus pequeñas manos la memoria de 40 piezas distintas. Hablaba y escribía en húngaro, alemán, inglés y francés.

Él está en billetes, en estampillas húngaras. Fue contradictorio: ateo primero, y después protestante unitarista (creyó en un solo dios absoluto). Fue un tipo exigente y taciturno: según testimonios, no tenía amigos, y a veces tampoco nadie con quien hablar.

Gabriel García Márquez escribió El otoño del patriarca escuchando su música, y algunos dicen que entre las palabras se dibuja la misma estructura secreta que el último concierto para piano que compuso.

Béla Bartók, uno de los compositores más importantes del siglo pasado, también sufrió: murió de leucemia en Estados Unidos, donde se exilió a causa de problemas con el nazismo, en una Hungría colaboracionista.

Su primer hijo se llamó Béla y conservó la obra de su padre en Budapest; el segundo se alistó alguna vez a la Marina de Estados Unidos y decidió quedarse en la parte menos caliente de la Guerra Fría.

Hoy, en un atípico programa dedicado exclusivamente a él, la Orquesta Sinfónica de la UNCuyo presentará algunas de sus piezas.

La obra de Béla Bartók (1881-1945) es admirada en todo el mundo y sin embargo poco interpretada (recién hace dos años su música pasó a dominio público).

Este concierto es el segundo de la llamada Temporada Internacional, que hoy dirige Rodolfo Saglimbeni y que trae esta vez como invitado al violista Roman Spitzer, solista principal de la Filarmónica de Israel y de la Orquesta Sinfónica de Rotterdam (fue director en la primera fecha del ciclo).

El cosmos bartokiano

Según el periodista Diego Fischerman, “Bartók es eventualmente uno de los más grandes constructores de estructuras musicales que ha dado la historia”.

Es que, cuando echamos un vistazo al universo de este húngaro, nos encontramos con proporciones áureas, fractales, armonías simétricas y arquitecturas breves pero altamente densas.

Ese es el caso del famoso Allegro Barbaro, que escribió para piano y que Saglimbeni orquestó para esta ocasión (no es la primera vez que el eminente venezolano arregla piezas para nuestra  orquesta).

En otra obra del programa, la Suite de Danzas Orquestales, se rastrea la influencia que dejaron en el compositor los viajes minuciosos de estudio hacia los folclores centroeuropeos.

Los investigó durante años y los tomó amorosamente, refrescándolos desde un enfoque riguroso y académico, pero lejano al exotismo (a veces vacío) de algunos nacionalismos. Así recopiló y analizó miles de melodías folclóricas, dejando un legado incalculable para la música serbocroata, húngara, rumana y eslovaca.

Y el Concierto para viola y orquesta, la última obra incluida en programa, es una pieza póstuma, completada por su alumno Tibor Serly después de su muerte, en base a un manuscrito desordenado y al que le faltaba la orquestación.

Bartók, también, era presa de sueños extraños, casi imposibles: “Si el dinero que el mundo gasta en un solo año para los preparativos de guerra se destinara al estudio de los cantos folclóricos, la suma recogida alcanzaría para registrar toda la música popular del planeta”, suspiraba.

Y Juan Gelman solía citar esta frase, donde se lee no solo la ingenuidad de la mente de un artista, sino también la demencia real y bestial de la guerra. Salvando las distancias, a causa de esa demencia es que los dos sufrieron tanto y murieron tan lejos.

El solista que  viene de Rusia

Roman Spitzer nació en 1969 en San Petersburgo. Comenzó sus estudios de violín a los seis años de edad, continuó en el Colegio de Música Rimsky -Korsakov.

Durante ese tiempo ganó varios premios como solista con orquestas de la escuela y de la universidad en San Petersburgo y en el extranjero.

Después de emigrar a Israel en 1990, continuó sus estudios como violista en la Academia de Música de Tel Aviv y pronto fue invitado a ser violista principal de la Tel Aviv Symphony Orchestra, tocando al mismo tiempo en el recientemente creado Cuarteto de Cuerdas de Tel Aviv.

Desde el año 2000 se desempeña como primera viola de la Orquesta Filarmónica de Israel. Es violinista en el Cuarteto de cuerdas  Sapphire.

Es profesor de viola en la Academia de Música de Tel Aviv, imparte clases magistrales para viola y música de cámara en Israel y en el extranjero. 
Ha trabajado con directores de la talla de Wolfgang Sawallisch, el argentino Daniel Barenboim, Giuseppe Sinopoli, Harold Blomstedt , Valery Gergiev, Lorin Maazel, Kurt Masur y Kent Nagano, entre muchos otros.

La ficha

Orquesta Sinfónica de la UNCuyo. Programa II de la Temporada Internacional

Director: Rodolfo Saglimbeni

Solista: Roman Spitzer (viola, Israel)

Fecha y hora: Hoy, a las 21.30

Lugar: Nave Universitaria (España y Maza)

Entrada:  $140 (general) y $100 (estudiantes y jubilados)

Tenemos algo para ofrecerte

Con tu suscripción navegás sin límites, accedés a contenidos exclusivos y mucho más. ¡También podés sumar Los Andes Pass para ahorrar en cientos de comercios!

VER PROMOS DE SUSCRIPCIÓN

COMPARTIR NOTA