En el sureste del departamento de Las Heras, pegado a la Cuarta Sección, de la que lo separa la calle Los Pescadores, se encuentra el barrio Coronel Manuel Olascoaga, en el distrito El Zapallar.
Es una barriada antigua, de unas 450 casas, habitado por unas 1.500 personas, muchas de ellas bastante mayores.
El barrio, contó Josefina Caro (80), se desarrolló en un espacio donde antiguamente hubo una gran finca, dando lugar posteriormente al loteo que se llamó Villa Elina, aunque no falta quien lo conozca como villa Delfina.
"Según nos contaron antiguos moradores ya fallecidos, este conglomerado urbano se hizo a pulmón hace más de 60 años, con la colaboración de todos los vecinos que habían decidido fijar su residencia en el lugar", precisó David Oporto (66), el actual presidente de la unión vecinal.
El poblamiento original comenzó a gestarse entre 1949 y 1950, cuando los habitantes fundadores construyeron los primeros hogares y las manzanas del fraccionamiento se fueron poblando tímidamente. "Eran piezas muy humildes, y como es de imaginar, sin los servicios que hoy se disponen", añadió Oporto.
Se fue consolidando de a poco, pero lo curioso es que tuvo unión vecinal desde el inicio, al ser creada la organización el 20 de junio de 1950, en la calle Hipólito Yrigoyen 40. El primer presidente fue don Mateo Sánchez, con la colaboración de destacados vecinos de entonces, como Julio Barrios, Antonio Marasco, Mateo Sánchez e Isidro Ibáñez (80), solo citando a unos pocos.
Que se sepa, es una de las organizaciones de fomento barrial más antiguas de Las Heras, y probablemente del Gran Mendoza. Ha desarrollado una actividad permanente, y hoy es sede de muchas actividades comunitarias y peñas folklóricas, que en ocasiones ameniza el cuerpo de baile de damas de la zona.
Una muestra de la entrega de los pioneros la dieron los ya desaparecidos Julio Barrios y A. Marasco, quienes hipotecaron su casa para permitir la compra el terreno donde posteriormente se construyó la vecinal.
La composición etaria del Olascoaga revela que alberga a una población longeva, que ya ha criado a sus hijos, quienes los fines de semana van a visitar a los padres con esposas e hijos. e hijos al barrio los fines de semana a visitar a los abuelos.
La vecinal tuvo en el pasado un club de fútbol del mismo nombre, que militó en la Liga Lasherina, y de donde surgieron figuras que integraron equipos de primera del fútbol.
La cancha estaba donde ahora se ubica la plaza. Pero, y como aportó Rubén Lloveras (ferroviario, historiador autodidacta y escritor), el Olascoaga tuvo un corto paso por la Liga Mendocina de Fútbol, en división intermedia. Los colores de la camiseta eran como los de Chacarita Juniors, el rojo, el blanco y el negro.
A aquella cantera perteneció un residente que es orgullo de la vecindad, el ex volante de Godoy Cruz Antonio Tomba, Roberto "Pocho" Gutiérrez, quien jugó primero en ese club y llegó a River Plate, equipo al que fue transferido con su amigo, Osvaldo Román "el Negro" Camargo, este último ya fallecido.
Gutiérrez, a quien en sus años mozos le decían "el Bola Guacha", fue vendido al Puebla FC, institución de México, y en esas latitudes se casó con una chica del país azteca, radicándose en la ciudad de Puebla, donde mora actualmente. Otro jugador que salió de aquel viejo potrero e hizo carrera en el Globito fue Manuel "Manolito" Ibáñez, gran número 10, hermano de otros 3 Ibáñez jugadores: "el Documento" Juan Carlos (Gimnasia), Francisco (Argentino) y Eusebio, "Chirola", (Independiente Rivadavia).
El sector tenía un centro de salud, "La Salita", en la esquina de Balbín y Tomás Godoy Cruz, que luego pasó al cercano barrio Circubdoz. Asimismo, durante años en la sede de la vecinal funcionó un dispensario, donde se hacían curaciones, se tomaba la presión arterial y hasta concurría una médica para atender a los afiliados.
Los niños, jóvenes y demás vecinos disponen de un centro deportivo social, Cedrys N° 9, ubicado en el B° Las Compuertas. Este y el ya nombrado Circubdoz están emplazados en las inmediaciones, lo mismo que Integración (Villa María-Miraflores) y en frente sienta sus reales la Cuarta este. Muy cerca se ubica el Campo Histórico El Plumerillo. La distancia al centro de la ciudad de Mendoza es de 35 a 40 cuadras. Policialmente, la jurisdicción es de la Comisaría 36ª , en Lisandro Moyano al 2000.
Las flores ya no están
Otro equipamiento del barrio es la antigua plaza de las Flores, que se llamaba así por la variedad de plantas que exhibía (rosales, amapolas, malvones y una vistosa ligustrina), que ya no están. "Ahora se encuentra un poco abandonada; queremos que la recuperen para que vuelva su antiguo esplendor.
Hay que rehacer las veredas, replantar césped y erradicar algunos álamos blancos y reforestar con otras especies, además de asignar un placero permanente", pide el dirigente Oporto. "Los vecinos -promete- nos encargaríamos de velar por ella, junto con la policía y los preventores municipales, naturalmente".
Antonia Montaña (78), señora que lleva 4 décadas en esta parte de Las Heras, valoró la "excelente" relación entre los habitantes, superadora de cualquier disidencia.
Guido, el de los muchos oficios
A este barrio pertenece Guido Radamés Di Santo, tal vez uno de los más maduros de la vecindad a sus 90 años, pero con los recuerdos intactos. "A mediados de los '50, ya había caído Perón, me instalé por acá. Yo mismo hice una pieza de adobe y allí metí la cabeza. Luego otra habitación más y fue surgiendo el ranchito. Con el tiempo lo tiré abajo, y levanté una casa de material", señala Guido, quien se casó con Rosario Herminia Cerezo (89), ambos padres de una hija, Beatriz.
En qué trabajó Di Santo en su larga vida, fue otra de las consultas. Hizo de todo: peón rural, recolector de maíz, chofer de camión y más tarde propietario de 2 transportes de carga. En otra época tuvo un horno de ladrillos en la provincia de Buenos Aires y su producción ayudó a construir la planta siderúrgica de San Nicolás.
Antes de jubilarse tuvo un reparto de golosinas y especies. Nació en Peyrano, en el linde entre Santa Fe y Buenos Aires. "Después que hice la colimba, me radiqué en Mendoza, y tras hacer de todo un poco logré entrar al ferrocarril, línea San Martín. Me mandaron a hacerme cargo de un puesto de barreras de Rodeo de la Cruz; era muy joven".