El lugar es pequeño, apenas integrado por 13 casas, que conforman el hogar de ex matarifes del desaparecido Matadero Frigorífico Mendoza.
El diminuto conglomerado está ubicado sobre la calle Joaquín V. González, en el corazón de Villa Marini, pegado al reconvertido Parque San Vicente.
Hace unos días, la Municipalidad de Godoy Cruz escrituró las propiedades a nombre de sus legítimos tenedores, y a partir de ese acto administrativo surgió una nueva posibilidad de vida para los residentes.
Son 13 frentistas, que conforman 32 familias y suman alrededor de 140 personas, muchos de los cuales son niños.
Son hijos, nietos y hasta bisnietos de los antiguos operarios del Matadero Frigorífico Mendoza, un emporio laboral de la carne, que se mantuvo operativo en el siglo XX, entre la década del '20 y 1980; año en que el complejo cerró las tranqueras para siempre.
Con la escrituración de las 13 fracciones situadas entre las calles Joaquín V. González, El Nihuil y España, a favor de los descendientes de los antiguos empleados del establecimiento industrial, las familias esperan mejoras en los servicios básicos y el remozamiento del sector.
El plan municipal es intervenir el lugar con criterio patrimonial, en atención a la historia del matadero, símbolo de lucha, trabajo duro e ícono departamental.
La idea, confirmada por el secretario de Gobierno, Humberto Mingorance, es adoquinar el pasaje Puga, la principal arteria del barriecito, poner luminarias de estilo y pintar los frentes de los domicilios.
Todas estas novedades tienen templado el ánimo de los habitantes, que con las escrituras en su poder, proyectan mejorar el hábitat con apoyo municipal.
Jésica Aguilera (33, terapeuta acupunturista), nieta de Arturo Aguilera, uno de los encargados de la báscula del frigorífico, resumió lo que siente el vecindario: "Éramos poseedores históricos de las casas, pero ahora somos propietarios, tenemos el dominio pleno de las propiedades". Las palabras de la joven fueron seguidas con atención por Gustavo José Hartmann (68), con medio siglo de residencia en el área.
El barrio se llama hoy Ex Matarifes del Matadero Frigorífico Mendoza. Antiguamente, cuando la zona estaba muy deprimida, ese rincón era conocido como las "casillas del Matadero", una denominación considerada algo discriminatoria por los pobladores con larga residencia.
Emporio laboral
El matadero Mendoza fue un gran establecimiento faenador de carnes del Gran Mendoza, prioritariamente de vacunos, pero también de animales menores (chivos, cerdos y aves). En su momento de esplendor, llegó a ocupar unos 1.000 empleados en sus distintas secciones.
Cumplió funciones durante unos 80 años, a partir de la década del '20 y cerró las actividades hacia 1980.
Quedan como testimonios de aquellos años en que se faenaban los animales, un gran tanque elevado de agua y el viejo cuerpo central administrativo del frigorífico, que fue remodelado y sirve, desde hace años, como sede de los Juzgados Viales de Godoy Cruz. Antes de que fuera ocupado por la dependencia de tránsito, funcionó allí la Escuela de Suboficiales y Agentes Pedro León Zuloaga.
Alberto Florindo (70), que hoy está en sillas de ruedas por haber sufrido una hemiplejia, trabajó desde 1964 hasta la clausura. Era el encargado de mantenimiento del establecimiento.
Entre los moradores más antiguos de los hogares ahora escriturados, encontramos a Héctor Díaz (72), quien tenía la nada agradable tarea de desarmar las cabezas del ganado, a golpe de hacha y cuchilla.
También Ana María Muñoz (62), acredita una larga residencia a partir de 1969, acompañando a su ya fallecido esposo, Juan José Calderón, quien se desempeñaba en los corrales.
Otra dimensión del trabajo que se realizaba en la desaparecida planta industrial lo da el hecho de que el momento de mayor demanda se procesaban cerca de 60 vacunos por hora.
La explicación de por qué fueron construidas esas casas ahora regularizadas por las escrituras, se debe a que los antiguos propietarios del frigorífico, la familia Mosso, hicieron construir las viviendas para que algunos jefes y empleados con funciones estratégicas, viviesen cerca.
"Eran los primeros en llegar y los últimos retirarse", comentó Sergio Arturo Aguilera (57), hijo de uno de los encargados de la báscula.
Un incendio
El 30 de julio de 2007 se incendió el ex matadero, más concretamente el interior de 10 cámaras frigoríficas que habían sido convertidas en un asentamiento precario por familias sin techo.
El siniestro fue de gran magnitud en virtud del material sintético que cubría las paredes de esa parte del frigorífico. Posteriormente, esas personas recibieron casas, junto con otras que vivían dentro del Hipódromo.
Una luchadora
Isabel Muñoz (56) fue la ama de casa que se preocupó por la escrituración de los inmuebles.
"Estuve en todos estos trámites durante 8 años, y finalmente tuvimos éxito, con la ayuda de las escribanas Andrea Morcos y Mónica Carretero, el agrimensor Paul Fiorelli y Eric Brown, de Vivienda del municipio", contó esta mujer, convertida en dirigente vecinal y con muchos planes a futuro. También reconoció a las actuales autoridades municipales "porque en otras épocas, en otras administraciones, nos quisieron sacar de aquí para hacer negocios inmobiliarios con estos terrenos".
Los nietos de los pioneros del matadero, entre los que contamos a Carlos Silva (37), Cristina Calderón (34) y la ya nombrada Jésica Aguilera, comentaron que "la convivencia es saludable y tratamos de ser solidarios entre nosotros". Un espíritu de mejoras y de arreglo de las modestas, pero amplias, viviendas campea entre los habitantes que ahora con seguridad pueden decir "esta casa es mía".
El barrio de los matarifes: el hogar de los ex trabajadores del
El municipio de Godoy Cruz escrituró las propiedades de los residentes del ex matadero de Villa Marini. Alegría general de las 32 familias que viven allí y que suman 140 personas.
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