En la Sexta Sección de Capital, en el extremo noroeste y lindando con el departamento de Las Heras, del que lo separa el zanjón de los Ciruelos, se ubica el barrio Irrigación.
Es uno de los cuatro que en el Gran Mendoza tiene esa denominación. Los restantes 3 se ubican en Godoy Cruz.
Lo componen 8 manzanas de trazado irregular, que contienen a unas 95 casas, que fueron levantadas en un período comprendido entre los finales de la década del '50 y los comienzos de la del '60 del siglo pasado, en un terreno de 3 hectáreas 8016 metros.
Como en muchos predios de esa parte de la ciudad, el gobierno peronista de 1946-1955 loteó y construyó barrios en terrenos fiscales y privados.
De esa época es el tradicional Ferroviario, que fue de las barriadas iniciales en ser construidas y entregadas, extendiendo el límite de la Sexta hasta la calle Fray Justo Santa María de Oro.
Las tramitaciones previas para levantar el Irrigación se interrumpieron con la caída de Juan Domingo Perón en 1955, situación que afectó directamente al proyectado barrio.
Bloques de hormigón
Con el devenir del tiempo, la primera comisión directiva de la Asociación Gremial de Irrigación compró terrenos y, según los memoriosos, como Aldo Gilberto Ibáñez (88), tesorero de esa organización, los operarios comenzaron a ejecutar las casas entre 1959 y 1961.
Previamente, la gente del sindicato había hecho la mensura y el trazado de calles, aprovechando los técnicos que integraban la institución del agua. Por entonces recibirían apoyo del ex gobernador Francisco J. Gabrielli.
El gremio compró el predio a una familia de apellido Villanueva y lo escrituró a nombre del Instituto Provincial de la Vivienda (DPV), organismo que llamó a licitación para ejecutar las viviendas, siendo adjudicado el emprendimiento a la empresa Francisco y Juan Cicconi.
El material empleado fueron bloques de hormigón, que con los años cada propietario reemplazó con ladrillos y técnicas constructivas modernas, además de efectuar ampliaciones de ambientes.
Ibáñez, de profesión topógrafo, es el único residente vivo de las gestiones fundacionales. Recibió su techo alrededor de 1961 y 2 años después lo ocupó, tras casarse con su compañera de toda la vida, Haydée Gatica (83).
En un plano de mensura general que mostró en su hogar, la calle Houssay no sale con esa denominación, sino con la de avenida de Circunvalación, tal vez en referencia a un plan de conexión vial entre el este y el oeste de la ciudad que nunca se concretó. La calle Italia figuraba como callejón Villanueva.
La hija de la pareja, María Cecilia Ibáñez (47, licenciada en bromatología y enología) reconoce que el área ha cambiado mucho desde que era chica, y que la variación se acentuará más con la remodelación y modernización en curso del paseo Mosconi-Houssay, que está llevando a cabo actualmente la Municipalidad de Capital.
Sin embargo, transmitió una solicitud de tipo ecológico: "La arboleda -razonó- es antigua y sería muy beneficioso que se realizara una reposición de ejemplares, que es lo que realmente falta ahora".
La zona, como se ha expresado, se había ganado lisa y llanamente al pedemonte, condición que se mantuvo inclusive mucho tiempo después de establecido el barrio.
Esta situación de proximidad con las primeras estribaciones de las serranías y el carácter agreste del contorno fue confirmado por el ex cónsul de Francia, Paul Burlot, quien se instaló en este punto de la ciudad en los '80, aunque su casa no pertenece al Irrigación y fue construida por él.
Evocó que sus hijos y los de otros vecinos hacían las mejores fogatas de San Pedro y San Pablo por el material combustible que extraían de los descampados, que tenían maleza de hasta 1,50 m de alto.
Los comienzos, como en todos los barrios que tienen historia, fueron complicados. Las inauguraciones de las primeras casas se concretaron entre 1961 y 1963.
El ya citado Ibáñez, narró que la constructora prácticamente les vedó el ingreso a los adjudicatarios durante el período de obra, "y entonces teníamos que ir a espiar cómo progresaba la edificación a través de algún orificio de la tela verde que resguardaba el trajín de los operarios".
El decano del sector rindió homenaje "a personas que hicieron mucho por lo que hoy, y desde hace tiempo, es una realidad consolidada, como el señor Bernardo Lucas, un hombre luchador que murió hace pocos días". También citó con ese mismo alcance a Jorge Domínguez y Jorge Vasca.
Un riesgo que se corrió cuando se concluyeron las casas fue la posible ocupación de las mismas por intrusos, situación no tan habitual por entonces pero igualmente factible. Por eso se adelantó la entrega de las llaves, como ocurrió, entre otros casos, con la vivienda de Carlos Aldo Cruz y su familia.
"Cuando fuimos a vivir allí, en diciembre de 1963, varios servicios -agua corriente, cloacas y luz- no estaban instalados y debimos esperar un tiempo para su colocación, pero papá decidió que nos instaláramos por cualquier cosa", apuntó Alejandro (52), el primogénito de Carlos, quien, como su padre (ya fallecido), también trabaja en la repartición que administra el líquido de riego.
De otras actividades
Los anotados para vivir en el flamante conglomerado fueron empleados del organismo autárquico de calle Barcala, pero como sobraban lugares, otros trabajadores fueron invitados a acceder a un techo en el lugar.
Uno de ellos fue el emblemático jefe de Fotografía de Los Andes, Pedro Suzarte, desaparecido en 1993, quien trabajó en el rotativo por espacio de medio siglo.
No fue el único periodista que moró en el lugar. Miguel Oliva, quien se encargaba en el matutino de temas económicos y energéticos, y era gran corresponsal viajero, fijó allí su residencia, junto a su esposa y 3 hijas. Se lo recuerda siempre vestido de traje con chaleco, de gruesos anteojos y también por su filosa redacción cuando había que criticar.
De igual manera Blanca Sazatornil, profesora de francés, y su marido se instalaron en la primera época, sin pertenecer al personal del DGI. "Puedo citar -dijo la dama- que este era un sector de casas sencillas, con las arterias de tierra, y el predominio de los empleados de Irrigación entre los residentes; el progreso fue llegando lentamente..."
Tan campestre era el lugar por las épocas iniciales que en los baldíos que estaban al oeste de Ingeniero Baglietto, el personal de la sección Caballería de la Policía de Mendoza hacía sus prácticas con los equinos asignados, aprovechando ese generoso espacio abierto, ahora habitado.
No faltaron moradores que señalaron que el asfaltado de calles de la jurisdicción se consolidó en los comienzos de los '80, y que fue el intendente Víctor Fayad (gestión 1987-'91) quien agregó un factor de progreso cuando extendió el paseo Mosconi hasta el territorio del Irrigación.