Barrio Castep: amigos, socios y trabajadores unidos por el interés común

La barriada está donde Panquehua limita con El Resguardo. Son 5 manzanas y 64 casas, entregadas en 1997, con magnífica vista hacia la precordillera.

Barrio Castep: amigos, socios y trabajadores unidos por el interés común
Barrio Castep: amigos, socios y trabajadores unidos por el interés común

En el flanco norte del distrito Panquehua, del departamento de Las Heras, se encuentra un pequeño barrio de 64 casas, que lleva el aparentemente indescifrable nombre de Castep.

Se llega a él por la muy transitada calle Doctor Moreno y se ubica a unos 2 kilómetros de la plaza Marcos Burgos. Allí radican unos 300 habitantes, que ocupan casas que en su comienzo fueron pequeñas, pero que no pocos mejoraron y agrandaron.

El nombre, que como dijimos no responde a un lugar o al apellido de un loteador, fue colocado por la asociación mutual que llevó adelante el emprendimiento y quiere decir: Con Amigos, Socios, Trabajadores Encuentran sus Propósitos.

La superficie barrial alcanza a 5 manzanas y un detalle geográfico determinante es que uno de los límites de la barriada es la famosa y muy grande propiedad rural González Videla, que la limita por el oeste.

Ese extenso latifundio contiene la antigua bodega (una de las más añejas de Sudamérica), la capilla y la casa patronal. Por sus pasillos desfilaron tantas historias como leyendas.

Como se ha expresado, ese es el límite oeste del barrio y las casas están separadas de las hectáreas ahora sin producción por 2 líneas de alambrados.


Para conocer aspectos de la zona, uno de los vecinos, Alejandro Baidal (55, periodista), ofreció su casa como centro de reunión. El colega es hijo de otro periodista, José Baidal, ya fallecido, que por años y especialmente en las décadas del '60 y '70 era el cronista de guardia del turno mañana de diario Los Andes. También fue un reconocido escritor costumbrista.

Junto a Alejandro brindaron testimonios Stella Bermejo (47), Celia Bravo (47) y Nancy Centeno (50).

El conglomerado lo construyó la mutual de largo nombre, con fondos del IPV y la intermediación del Instituto Municipal de Vivienda (Imuvi).

Los moradores relataron que la primera manzana estuvo compuesta por 14 unidades, que fueron entregadas terminadas, y las otras 60 combinaron sistemas: algunas también se completaron, pero otras se cedieron a sus propietarios a menor precio y con faltantes de obra: hubo que terminar los pisos, pintar y colocar las tejas. La compensación fue pagar un poco menos por los inmuebles.

La memoria barrial acredita que el lugar, antes de la construcción de las viviendas, era un campo cultivado con flores, que comercializaban la familia Galiotti.

En realidad, toda el área, además de contener a la más que centenaria propiedad rural, también se caracteriza por la presencia de quintas, cuyo anteriores dueños fueron verdaderos colonos y poseer un microclima especial, fresco en las tardes y noches del verano.

Otra condición, que ya se ha resaltado en otros barrios lasherinos, es la magnífica vista de la precordillera que se dispone desde allí. Inclusive, si alguien accede a los senderos internos de la finca González Videla y avanza hacia el oeste, al cabo de caminar un rato accederá al pedemonte lasherino, a la altura del barrio Municipal.

Allí está la ruta provincial 13, que une el sector con Uspallata, pasando por el paraje Casa de Piedra.


Una sola entrada
Celia Bravo afirma que el sitio "es agradable y más o menos tranquilo, con las precauciones lógicas que demanda el Gran Mendoza en materia de seguridad".

Su punto de vista se completa con otra observación. "Como es barrio con una sola entrada y donde todos nos conocemos, hay un margen de seguridad nos da algunas ventajas".


Stella recordó si bien se disponen de todos los servicios, hubo una época en que las familias tuvieron que militar el tema del asfalto y la iluminación.
Señalan que siempre hubo colaboración municipal, tanto en la pasada administración de Guillermo Amstutz, como en la actual de Pedro Rubén Miranda.

De hecho los 2 jefes comunales ayudaron para concretar el cierre que separa la barriada de la histórica finca, aunque aún queda un tramo abierto.

El padre del actual intendente, Pedro Miranda, vivió en el sector y pudo ver los progresos, aunque sin poder conseguir que se hiciera un espacio para la recreación de niños y adolescentes, como él quería.

Los barrios que están cercan son, entre otros, El Resguardo, Eva Perón y el tradicional La Riojita.

Aunque hay escuelas en las inmediaciones, como la Patricios y la Ricardo Báez, muchos chicos concurren a los establecimientos próximos al centro departamental. Los mayores que cursan el nivel medio asisten al colegio del barrio Eva Perón, pero también en este caso muchos son los que se desplazan a las inmediaciones de la plaza Burgos.

Los fines de semana, los jóvenes y algunas familias utilizan alguno de los 3 salones de fiestas que se ubican sobre la calle Doctor Moreno. La zona se puebla de sonidos y música en alto volumen, pero los habitantes del barrio sostienen que no hay mayores complicaciones por esa situación.

El Castep reúne entonces las condiciones generales del Gran Mendoza, donde la aspiración común es vivir sin sobresaltos y en un marco de solidaridad y sincera amistad.

Cierre de una propiedad, asfalto y una plaza

Caminando por las arterias internas del barrio, surgió un denominador común en materia de aspiraciones.

Son pocas. En un caso, que se termine de cerrar con alambrado una parte que da a la propiedad González Videla y que se pavimente la calle Luján, una vía de comunicación que hacia el sur conecta con Perú vieja, y hacia el norte con Rawson.

En cuanto a poder concretar una plaza, saben que es muy difícil porque no hay un terreno disponible.

Nancy Centeno y sus 10 hijos

No pocos residentes destacaron el ejemplo de Nancy Centeno, madre de 10 hijos y cabeza de hogar, que vive sobre calle Luján, frente a la finca.
La decena de vástagos que crió alternan entre los 15 y los 36 años. Seis son varones y mujeres el resto.

Esta sencilla mujer sostiene estar muy feliz por habitar el Castep. "Aquí tuve mi hogar en serio, luego de haber vivido con muchas limitaciones en un asentamiento de la calle 25 de Mayo. Me dieron esta oportunidad y la aproveché al máximo. Estoy muy contenta y muy agradecida por los vecinos que lucharon por el terruño".

Ahora comparte el techo con cuatro de sus descendientes.

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