Una serie de hechos que se han sucedido durante los últimos días vuelve a poner en la palestra el accionar de los barrabravas. Con un aspecto no menos inquietante: estamos a menos de 100 días del inicio del Campeonato Mundial de Fútbol y los antecedentes del último torneo realizado en Sudáfrica ratifican la sospecha de que serán muchos -se habla de varios miles- de barras que concurrirán, lo que ha generado la preocupación anticipada de las autoridades brasileñas.
Tomando sólo los casos ocurridos durante los últimos diez días, cabría señalar lo que sucedió en el estadio de Quilmes, cuyo presidente es nada más y nada menos que el ex jefe de Gabinete, ex ministro del Interior y de Justicia y actual senador nacional Aníbal Fernández.
Para evitar actos de violencia, la Asociación del Fútbol Argentino ha prohibido el ingreso de público visitante a los estadios. Sin embargo, en Quilmes el enfrentamiento se produjo en la propia hinchada, entre dos bandos que intentan manejar la barra. Hubo golpes, se utilizaron facas y puñales y una violencia inaceptable que terminó con un saldo de varios heridos de consideración.
Fiel a su costumbre, Aníbal Fernández intentó desviar el eje de la discusión. Dijo que el problema de los barras es “desde el club hacia afuera”, olvidando que uno de los jefes de la hinchada celebró junto a él el triunfo en las elecciones del club; aseguró que no se ha implementado el AFA Plus (que permite un ingreso controlado a los estadios) porque Boca y River no lo quieren y manifestó que hay que cambiar las leyes para que la Justicia pueda detener a quienes generan violencia en los estadios. Sin embargo, Aníbal Fernández (¿evadió u olvidó?) el tema del Mundial de Fútbol.
Se sabe que la barra de Quilmes, como el resto de las hinchadas, dirime por estos días los nombres de los hinchas que integrarán el “contingente” de Hinchadas Unidas Argentinas, que estará conformado por los referentes de las facciones dominantes de cada una de las barras, según se asegura en los ámbitos allegados a la Justicia de la Capital Federal.
El otro hecho preocupante se dio con el decomiso, en la frontera con Brasil, de numerosas armas blancas y de fuego, en colectivos que trasladaban a hinchas de Newell's Old Boys para asistir a la disputa de un partido por la Copa Libertadores de América.
Respecto del Mundial de Fútbol, las autoridades brasileñas ya han emitido la alerta y, preocupadas por los antecedentes, quieren tomar recaudos de antemano.
“Los barrabravas argentinos son muy violentos y clandestinos. Se financian a partir de ilegalidades y de sus relaciones políticas, y por lo general viven del club”, señaló un alto funcionario del Ministerio de Deportes de Brasil, director del departamento de los derechos del Hincha y uno de los tantos hombres que el gobierno brasileño dispuso para controlar el futuro desembarco de barras en Brasil. Ese país ha solicitado a las autoridades policiales y judiciales argentinas el listado de jefes de hinchadas, aunque no tuvo éxito en el pedido que realizó a los clubes asociados a la AFA.
Este último es un aspecto no menor, en razón de que la Asociación del Fútbol Argentino recibirá alrededor de 3.500 entradas de “protocolo” para cada uno de los partidos que juegue la Selección y ya habría “distribuido” 682 de las mismas a tres clubes: Independiente, Boca y Nueva Chicago.
En el tema de la violencia en el fútbol, tanto la dirigencia política como la de la AFA tienen su cuota de responsabilidad, como lamentablemente ha quedado demostrado a lo largo de los últimos años. Hay que actuar de inmediato para modificar la situación; por el bien del fútbol doméstico, para que la familia pueda volver a las canchas y por la imagen de la Argentina en el mundo, cada vez más devaluada por el accionar de unos pocos que cuentan con el aval y el apoyo de muchos.
