Marcelo Barovero se convirtió esta noche desde el primer minuto en la figura del último Superclásico del año por el valor que significó la atajada del penal a Emmanuel Gigliotti.
"Había visto un penal y si se frenaba, abría el pie. Y pasó eso", contó con simpleza el arquero riverplatense.
Extrañamente, Barovero tuvo otra atajada a los poco minutos para frustrar doblemente, otra vez, a Gigliotti.
No tuvo muchas intervenciones más, pero fueron suficientes para erigirlo en la figura y el hombre fundamental que tuvo River para celebrar volver a una final de Copa Internacional desde su vuelta a Primera División y nada menos que hacerlo en el Superclásico.
Sin embargo, no pareció hacer acopio de lo que significaron sus primeros minutos, a partir de la sencillez de evaluación del partido, hasta que cayó en la realidad y se quebró.
"Son series complicadas estas, hay que tener la mente fría", afirmó mientras el tribuna explotaba en tribunas con sus 60 mil hinchas y la noche se iluminaba con fuegos artificiales preparados en el club.
Barovero no se queda en este paso enorme hacia la final de la Sudamericana y quiere más: "esperemos el domingo darle una alegría a al gente", ante Banfield en el intento de recuperar la punta del torneo local que perdió a manos de Racing.