“Siempre lo banqué a Marcos Rojo”. Entre risas, Daniel (31) festejaba el tempranero gol de Argentina en el Believe Irish Pub de calle Colón, donde se juntó a ver el partido con sus amigos de siempre. Así empezaba a vivir lo que sería el 2 a 1 en el debut mundialista de Argentina contra Bosnia - Herzegovina, con mucho sufrimiento incluido.
“El cabezazo de Rojo fue como el pase del Negro Enrique a Maradona en el '86”, acotó luego, haciendo que toda la mesa explote en carcajadas. Es que, como muchos, Daniel no termina de entender cómo llegó y sigue Rojo en la selección. Pero también sintió que tenía que agachar la cabeza y reconocer la notable participación del defensor en el 1 a 0.
El gol en contra de Kolasinac -que justamente llegó de rebote tras el cabezazo de Rojo- no sólo hizo explotar a todos los argentinos y extranjeros que se encontraban en el bar, sino que trajo una calma que ni el más optimista esperaba.
Entre cervezas, banderas, pizzas, camisetas, papas fritas y caras pintadas, cerca de cien personas vivieron el debut mundialista de la Albiceleste en ese bar, postal que se repitió en distintos locales del centro mendocino. Mientras tanto, las siempre transitadas calles céntricas estaban desiertas.
“Nos vinimos a verlo acá porque no teníamos ganas de verlo en casa”, confesaron minutos antes de que empezara el partido Facundo y Andrea.
Apenas separados por unas mesas estaban Omar y Denise. Llegados de Buenos Aires para presentar un show en la provincia (ella es cantante), también se hicieron un lugar para ver el partido. “La cábala es la camiseta de 'Cocodrilo', sin dudas”, coincidieron los dos luciendo la casaca.
Si bien el 1 a 0 sirvió para matar los nervios de la previa, la gente se fue impacientando nuevamente cuando Bosnia tomó el control del partido.
El segundo gol argentino se había transformado en una necesidad básica y de urgencia para evitar infartos. Y la calma llegó en el segundo tiempo, de la mano (o del pie) de una genialidad de Messi.
“Ya nos sentimos argentinas”, agregaron en un ‘spanglish’ casi indescifrable a su turno Carly y Sara, dos jóvenes estadounidenses que también eligieron el pub para gritar los goles albicelestes.
Faltando poco más de cinco minutos llegó el gol de Ibisevic para el 1-2 de Bosnia. Con el mismo suspenso con que entró la pelota entre las piernas de Romero, se vivieron los minutos finales. Una vez más se habían instalado los nervios y el silencio en ese y en todos los bares.
Ya con el árbitro marcando el final (esos cinco minutos parecieron cinco años), se liberaron varios suspiros aliviadores. Las calles volvieron a poblarse de gente que llevaba la celeste y blanca y varios hinchas se dieron cita en San Martín y Garibaldi para celebrar los primeros tres puntos y esperar confiados el partido del próximo sábado contra Irán.