Hay vida más allá de la Arístides. Entre pintas, historias y algo para "picar", las alternativas para distenderse al atardecer son muchas.
No es difícil comprobar que el after office ("después de la oficina") se ha impuesto como la modalidad de "juntada" preferida por los mendocinos. Y miren que cuesta sacarnos de la comodidad de casa. Pasadas las 19, cuando el calor cede y la suave brisa reconforta, las mesas de bares, cafeterías y restós comienzan a poblarse de grupos de amigos que culminaron su jornada y se predisponen a relajarse y ponerse al día. Como si fuera la coqueta Palermo o la agitada Reñaca. Pinta va, pinta viene...
Más allá de cuestiones de bolsillo, es muy probable que el lugar escogido haya sido cierta calle del microcentro capitalino que, a esta altura, se la conoce tan de memoria como a una canción de Maná que todos conocen y no saben cómo llegó al subconsciente. La vieja confiable, por así resumirlo. La buena noticia es que hay otras opciones en Mendoza para romper con la rutina, cada una con una historia peculiar y la promesa de vivir la famosa "experiencia", tan en auge por estos días.
Un café colorido
Para los que prefieren aprovechar al máximo las últimas horas con sol, Rama Negra (Belgrano 980, Ciudad) es un lugar ideal. No solamente porque sus porciones son realmente abundantes, sino porque el ambiente es reconfortante.
Se trata de una casa enorme en la que hay mesas y sillas –con materiales reciclados y prolija decoración– repartidas por cada rincón. Incluso, hay columpios y espacios adaptados a la lectura para sentarse a disfrutar.
El fundador de este colorido café es Nicolás Rez Masud. Se muestra satisfecho por la rápida aceptación de los mendocinos, ya que fue en abril pasado cuando el local abrió sus puertas.
"Los mendocinos somos muy conservadores, pero noto que cada vez nos estamos animando a este tipo de propuestas", dice, mientras atiende a un cliente y dirige a su equipo de baristas que, literalmente, hacen malabares entre grandes tazas de café irlandés, yogures con granola, batidos potentes y porciones de "choco-manjar" (chocotorta).
“No se trata de un café clásico ni al paso. Todo lo que se hace acá es casero, incluso el pan”, resalta su dueño, entusiasmado por la inminente apertura de una terraza. El imperdible de la carta: la malteada de Nutella, con helado de chocolate y espumosa leche.
Inspirado en una serie
Más al sur de la Ciudad, con un espíritu más intimista, Shelby se destaca en el corazón del barrio Bombal. Con un nombre inspirado en la familia de la famosa serie "Peaky Blinders", los hermanos Ramiro y Gonzalo Valdemoros y Juan Bautista Lara destinaron sus ahorros a la compra de lo que parecía un inmueble del montón en la esquina de Almirante Brown y 25 de Mayo.
Hace tres semanas finalmente Shelby quedó inaugurado como un espacio definido por la fusión de café, arte vintage y cerveza, que va mutando de acuerdo con el horario en el que sea descubierto. Dato curioso: se siente el siempre agradable "olor a nuevo".
"Con el calor se arman lindos afters, hay terraza y patio para disfurtar. Tenemos un barista profesional que se encarga de hacer dibujos en la espuma y en los fines de semana hace ositos 3D", detalla Ramiro, uno de los dueños, mientras una pareja de visitantes observa uno de los cuadros inspirados en el siglo XIX.
Adaptado a la vida barrial, Shelby es una opción segura para ir en bicicleta o con la mascota –por ejemplo– y hacer una merecida parada tras una tarde de trabajo o ejercicio por los alrededores.
Consultado sobre la tendencia de los after office, el encargado de este espacio se muestra entusiasmado. "El mendocino está animándose cada vez más. Viene gente del barrio a tomarse una cerveza y está un ratito de paso. En vez de llevarse la lata a casa, toma una pinta acá y luego sigue", destaca.
Un viaje al pasado
Unas cuadras hacia el este, aún hay algunos rostros que exhiben sorpresa ante la fachada de lo que solía ser una casona antiquísima. Se trata de Modesto Godoy, sobre San Martín Sur al 1.640, de Godoy Cruz. Un falso garaje tiene una barra estilo exprés para pedir café al paso por apenas $ 50. Pero la curiosidad gana y lo que parece demandar una transacción de no más de cinco minutos se transforma automáticamente en un viaje el pasado.
Es que al hacer unos pocos pasos hacia el interior, los pasillos laberínticos del bar inauguran una serie de lo que fueron habitaciones, donde cada uno puede optar por relajarse con un gin tonic y descubrir la historia del lugar. Si la carta de café no alcanza frente al calor, hay una cuidada selección de tragos y cerveza tirada, además de hamburguesas y platos gourmet.
En un elegante salón a oscuras –una constante en el lúgubre pero modernizado lugar– Alberto Quiroga, asesor gastronómico, relata los misterios que guarda la decoración: "Modesto era el nombre de un hombre que era solitario y vivió en esta casona hasta los años 70. Como trabajaba en el correo, no era común verlo quieto. Tras su muerte, los posteriores inquilinos aseguraban que se escuchaban sus pasos. El mito, bastante instalado, dice que el espíritu de Modesto sale a tomar algo".
En sus cortos dos meses de vida, Modesto Godoy irrumpió con la opción diferencial para los afters en la transitada San Martín como la opción perfecta para "vivir una experiencia". "La gente nos elige porque tenemos una historia para contar. No somos un bar más. Tratamos que esto sea la pausa de un viaje y que no sea un bar de pasada", agrega Quiroga, mientras señala una de las leyendas en la pared: "Que en ciertas noches se escuchan los pasos de sus mocasines y en otras se puede sentir el aroma de su capuchino".
Con vista a los viñedos
Pero no todo es Ciudad. A 20 minutos del microcentro está The Casero (Italia 5.897, Luján), en uno de los sectores más atractivos de Chacras de Coria. Los diferentes idiomas que se oyen al pasar entre las mesas colmadas de amigos quedan eclipsados por la música de un DJ, que se instala en lo alto desde la terraza. Desde allí se puede apreciar un amplio jardín con un viñedo detrás, mientras la parrilla, a un costado, hace de las suyas: un sándwich de mollejas a las brasas.
Los hermanos Sebastián y Facundo Pardo –los dueños– repiten una y otra vez la definición de su propuesta: "el único patio de vino de Mendoza", algo verificable en los tragos destacados. El "winejito", a base de Sauvignon blanc en lugar de ron; y el "Mendosour", como el afamado pisco pero con Chardonnay. "La idea es que el turista se lleve lo mejor de Mendoza", resalta Sebastián.
El after se materializa en un happy hour ("horario alegre") extendido hasta las 23, con "2x1" en pintas, coctelería tradicional y con vino. "Más allá de la crisis, la gente sale. ¿Vos creés que encima va a quedarse amargada en casa?", dice Facundo.
El tiempo dirá si los nuevos after office perduran o quedan como la postal de una época, como esas modas a las que suelen asistir los mendocinos en las primeras semanas para solamente obtener la tan gratificante selfie.
Los obligados
Rama Negra: batido de dulce de leche ($ 105), porción de Marquise Berries ($ 110) y Detox anaranjado –zanahoria, naranja, jenigibre y ananá– ($ 90).
Shelby: dos pintas y papas fritas $ 200; café 3D con porción de torta $ 200.
Modesto Godoy: gin tonic con frutos rojos $ 140; Aperol Spritz $ 160.
The Casero: lomo a las brasas para compartir $ 350.