Barcelona en cinco calles

Desde callejones históricos hasta avenidas comerciales y rincones todavía ocultos para el turismo de masas.

Barcelona en cinco calles
Barcelona en cinco calles

1. Paseo de Gracia

Aunque pueda parecer extraño, esta calle no siempre ostentó la elegancia y concurrencia que la caracteriza hoy. Siglos atrás, cuando Barcelona era una ciudad amurallada, esta vía se utilizaba con el único fin de unirla al pueblo de Gracia. Nada de tiendas de lujo, arquitectura modernista, ni cafés. Era solo un sendero por el que transitaban coches a caballo y se lo conocía como el Camino de Jesús debido al convento del mismo nombre que se encontraba en la carretera.

A mediados del siglo XIX, con el plan de urbanización que se conoció como Ensanche esta calle comenzó a adquirir la relevancia que mantiene hasta nuestros días. Hoy, entre los atractivos más célebres de Passeig de Gràcia, continúa vigente el legado de Gaudí -presente en la Casa Batlló y la Pedrera-, la Casa Amatller (Puig y Cadafalch) y la Casa Lleó Morera (Domènech y Montaner) donde hoy se ubica la tienda Loewe.

Una curiosidad: Cuando se camina por Paseo de Gracia, no sólo se trata de admirar sus edificios y tiendas; mire también hacia abajo. Las baldosas del piso fueron diseñadas por Antonio Gaudí.

2. Carrer del Bisbe 

Probablemente no haya turista que abandone Barcelona sin una foto del Carrer del Bisbe, el angosto callejón peatonal que se extiende desde la Plaza Sant Jaume hasta la Plaza Nova. Y es que su puente, de estilo gótico flamígero -que une el Palau de la Generalitat y la Casa dels Canonges- es todo un emblema del centro histórico barcelonés. Sin embargo, a más de uno le sorprenderá saber que este puente fue recién incorporado a la ciudad a principios del siglo XX, más exactamente en 1928, durante una serie de reformas que se realizaron en el barrio gótico.

Un dato: En la esquina del Carrer del Bisbe y Llibretería se ubica Conesa (www.conesaentrepans.com), un pequeño restaurant famoso por sus sabrosos sándwiches.

3. Enric Granados

Emplazada en pleno Eixample, esta calle -cuyo nombre rinde homenaje a un insigne músico catalán- todavía se mantiene ajena al caos turístico que impera en otros rincones de la ciudad y en ello reside parte de su atractivo. Aquí no encontrará hordas de turistas asiáticos tomando fotos, sino galerías de arte, bares coquetos y también edificios modernistas, de esos que obligan a detenerse y mirar hacia arriba.

Si planea alquilar una bicicleta durante su estancia en la ciudad, Enric Granados posee una ciclovía que la atraviesa de principio a fin -desde la Avenida Diagonal hasta la calle Diputación- lo que la hace perfecta para recorrerla sobre dos ruedas-. 
Un tip: Si lo suyo son las cosas dulces, no dude en hacer una parada en Brunch & Cake (al 19), Cup & Cake (al 145) o la heladería De la Cream (al 15).

4. Montcada 

En los odónimos del barrio Borne abundan los que hacen referencia a oficios, ya sean zapateros, sombrereros u orfebres. La razón se remonta a los siglos XVI y XVII, periodo en que los artesanos se agrupaban por calles según sus diferentes tareas.

Probablemente por eso, la calle Montcada -que responde a un apellido y no un oficio- se destaca a primera vista para el visitante.

Fue durante el siglo XII cuando Guillermo de Montcada -miembro de una estirpe ilustre- pidió permiso a la ciudad para construir -en lo que en ese entonces eran sólo unos grandes arenales- un grupo de casas. El barrio se conoció como Vila Nova y su calle principal recibió el nombre de la familia Montcada. Allí se edificaron los palacetes de la alta burguesía medieval. Hoy, muchos de estos antiguos palacios se han restaurado y albergan museos o galerías de arte, como por ejemplo, el Museo Picasso o el Museo Rocamora de la Indumentaria.

Un tip: En Montcada al 22, se encuentra El Xampanyet, un bar de tapas fundando en 1929 y regenteado por tres generaciones de la misma familia.

5. La Rambla 

Esta peatonal tiene tantos adeptos como detractores. Por un lado están aquellos que recuerdan La Rambla de antaño, que sirvió como columna vertebral de la ciudad, que ofició de Quinta Avenida catalana y que fue el termómetro social de Barcelona y por otro, aquellos que ven un parque temático a rebosar de turistas, espectáculos callejeros de corte kitsch, vendedores ambulantes (y también carteristas). Los dos bandos tienen algo de razón. Aunque más allá de la polémica, esta calle que divide al Barrio Gótico del Raval, es una de las más famosas, tanto de Barcelona como de España.

Muchos quizás no lo sepan, pero esta peatonal posee cinco nombres diferentes. No se trata de un juego para despistar a los viajeros. Cada nombre se corresponde con un trayecto diferente. Así se encuentra: la Rambla de Canaletes (donde se festejan los partidos del Barça), la Rambla de los Estudios (en conmemoración a una universidad vecina que existió en el siglo XVI), la Rambla de las Flores (fue durante el siglo XIX el único lugar de Barcelona donde las vendían), la Rambla de los Capuchinos (donde está el mercado de La Boquería y el Teatro Liceo), la Rambla de Santa Mónica (antesala del puerto) y la Rambla del Mar (donde está el monumento a Colón). Quizás por eso muchos catalanes se refieren a esta calle en plural: Las Ramblas.

Una curiosidad: La tradición de festejar los triunfos del Barça en la fuente de Canaletas, tiene su origen en 1930. En aquel entonces, los empleados del diario deportivo La Rambla informaban los resultados en una pizarra que colgaban de la ventana. Allí se agrupaban los partidarios del club catalán y empezaba el festejo.

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