Maxi Salgado - Editor de Más Deportes - msalgado@losandes.com.ar
La verdad cuando uno ve las miserias en el fútbol argentino, con dirigentes que se pelean por tener el protagonismo y discuten casi hasta agarrarse a las trompadas (así cuentan que pasó con Daniel Angelici y Marcelo Tinelli en la reunión del jueves en Casa de Gobierno) no puede menos que sorprenderse.
Mientras que en Argentina todos quieren tomar el control de un negocio al que los mismos dirigentes llevaron a la bancarrota, en el mundo el negocio del fútbol es cada vez más rentable y promete serlo por bastante tiempo. Claro que para ello hubo planificación e inversión, lo que en nuestro país brilla por su ausencia, pero también una participación ordenada y prolija del Estado, otro punto que en estos lares es muy difícil de conseguir.
Cuando el Gobierno decidió crear Fútbol para Todos, sólo lo hizo pensando en comprar publicidad pero sin un plan de desarrollo del mismo. Hacer que la gente tuviera acceso gratuito a la televisación no era una mala política, pero ese debía ser el primer paso hacia la consolidación de un proyecto más ambicioso.
Similar, quizá, al que está llevando adelante China, que hace casi un año presentó un plan de promoción y desarrollo del fútbol (pensando en 2050), y esto se debe a que la ambición del “Gigante asiático” es mejorar su imagen internacional, valiéndose para ello del deporte rey, del cual su presidente es fanático.
Una razón de Estado
Entre algunos objetivos, del plan chino podemos mencionar que 50 millones de habitantes practiquen fútbol para el 2020, y para ello están haciendo 20.000 centros de entrenamiento y 70.000 canchas. Es decir, no se espera que los chicos salgan del potrero y lleguen algún día a jugar en un club por obra y gracia del Espíritu Santo. Y hasta se prevé que haya equipos en un centenar de ciudades del país, algunas de ellas todavía no están construidas pero en cuya planeación lo primero que exige el Gobierno es que se debe pensar en qué lugar estará el estadio de fútbol. Por ahora hay muchas que son conglomerados fantasmas a la espera de ser poblados.
Se invierte plata para conseguir réditos, no para que un grupo de dirigentes la reciban y decidan hacer con ella lo que se les antoje, porque todos sabemos que en Argentina eso fue lo que pasó (¿fútbol para todos?). O lo que es peor, con el dinero del Estado se subvencionaba a barras bravas.
Por eso a nadie debe sorprender el boom que tuvo la Liga China, donde Carlos Tevez tendrá en las próximas temporadas el mejor sueldo de la historia del fútbol mundial con 39.652.200 dólares. Esa inversión es también una manera de comprar hinchas a nivel mundial, más allá de que los clubes chinos son hoy la envidia de muchas instituciones del mundo con un promedio de 40.000 hinchas por partido, algo casi imposible de disfrutar en la Argentina. Incluso hasta se han planteado que el fútbol es la mejor manera de entablar relaciones internacionales con otros países y de ahí que firmaron convenios bilaterales, por ejemplo con Inglaterra, una plaza en la que el poder económico chino ha desembarcado con mucha fuerza.
Pidiendo pantalla
Siguiendo el “modelo argentino”, la Liga de China firmó un contrato con China Sports Media buscando que mucha más gente tenga acceso a ver el fútbol. El monto asciende a 1.100 millones de euros.
Tan en serio se han tomado que el fútbol puede servir como un motor económico, que varias empresas del gobierno chino tienen acciones en clubes como el Shangai Shenhua, el equipo al que llega Tevez, que en el pasado ha contratado a jugadores como Nicolás Anelka, Didier Drogba y Rolando Schiavi y que es propiedad del Shenhua es Greenland Holding Group, una de las firmas de bienes raíces más grandes del mundo, cuyo accionista mayoritario es el gobierno de Shangai.
Acá, los dirigentes argentinos han estado años dejando pasar la oportunidad de trascender fronteras. Lo intentó alguna vez hacer Macri con Boca justamente con el mercado chino, pero nunca se terminó de concretar.
Ni siquiera se pudo llevar a buen puerto el proyecto de tener un canal de televisión propio: la famosa AFA TV. Un proyecto que fue el que llevó a que Turner quiera desembarcar en nuestro fútbol. La llegada de las televisoras estadounidenses demuestran que tenemos un producto rentable, al que nunca se le supo sacar ganancias.
Es más, hasta se habla de que los nuevos “dueños” del fútbol ya piensan en nuevas plataformas como el streaming (habrá gratuitos y pagos), con lo que se incorpora otro competidor a los canales de aire locales que ya negociaban con las cadenas para ser pantallas de las transmisiones. Hasta se menciona una participación de Netflix, con lo cual uno podrá ver el partido a la hora que quiera o pueda.
Pero ojo, que muchos ven en esta nueva estructura la llegada de las sociedades anónimas, porque obviamente que no hay negocio si no hay ganancias. Muchos están en contra, mientras otros ven con buenos ojos la posibilidad.
La realidad es que hasta ahora, si bien las instituciones sin fines de lucro cumplen un importante rol social, en Argentina han servido para que dirigentes inescrupulosos se llenaran los bolsillos y jugaran con el sentimiento de los hinchas, que siguen siendo románticos y no se dan cuenta de que esa pasión sólo les da de comer a unos pocos.
En nuestro país, el fútbol siempre sirvió para entretener a las masas. Creo sinceramente que llegó la hora de barajar y dar de nuevo.