¿Quién no ha soñado alguna vez con tener un baño integrado en el dormitorio? Funcionalidad, comodidad y estética son las grandes máximas de una buena decoración, pero en ocasiones también deseamos otros aspectos que van más allá de un diseño correcto. Los baños en suite o baños integrados en el dormitorio son uno de esos pequeños grandes lujos que hasta hace unas décadas eran símbolo exclusivo de hoteles de diseño y viviendas de alto nivel y que sin embargo se han ido extendiendo poco a poco a las viviendas más comunes.
Integrar un baño en el dormitorio proporciona esa experiencia de comodidad, belleza y exclusividad sólo accesible en un entorno vacacional. Sin embargo, a la hora de plantearte una reforma para incorporar el baño a la habitación principal, debés tener en cuenta algunas consideraciones previas: ¿lo querés totalmente abierto o cerrado? ¿preferís mantener una distancia mínima entre este espacio y la zona de cama o un acceso directo? ¿querés encerrar el inodoro?
Para empezar, antes de tomar la decisión sobre el diseño final deberás tener en cuenta los ruidos y la luminosidad. Si tu pareja se levanta mucho antes que vos o si va al baño a menudo durante la noche, es posible que te despierte al encender la luz, al tirar de la cadena o al abrir la canilla de la ducha. Según tengas un sueño más ligero o más profundo, te convendrá separar el baño con tabiques o abrirlo completamente.
Otra cuestión es el tema de los olores… Cuando el baño es de apertura o integración total, los olores que despida el inodoro llegarán sin duda al resto del dormitorio. Por eso en muchos hoteles se abre la zona de ducha y lavatorio pero el inodoro se encierra con una ligera puerta de cristal. Basta con eso para mitigar este inconveniente.
El uso que le darás a la vivienda también es un punto a tener en cuenta: las segundas viviendas, esas a las que vas algunos fines de semana o en vacaciones, se prestan más a baños completamente abiertos porque su uso es más esporádico y además, si dormís mal, no tenés que madrugar al día siguiente. En cambio, en primeras viviendas donde el día a día te marca el ritmo de sueño, pueden ser más aconsejables los baños integrados pero separados por tabiques y puertas.
En cualquier caso, veamos las diferencias entre las diferentes opciones para integrar el baño en el dormitorio:
INTEGRACIÓN COMPLETA
Los baños integrados completamente en la habitación como una prolongación de la misma transmiten un ambiente diáfano muy relajante, original y agradable. Suelen asociarse a casas de diseño y a público joven, profesional y urbanista, aunque como hemos comentado tiene algunos condicionantes a tener en cuenta, ya que afectarán a la vida cotidiana.
Por ejemplo, resultan perfectos si vivís solo o con compañía esporádica, pero si vivís en pareja la integración del baño en el dormitorio puede acarrear problemas de ruidos (ducha, secador, cisterna) y deslumbramientos nocturnos que pueden resultar molestos afectando al descanso si no hay una compatibilidad total de rutinas y horarios entre ambos. Con los ruidos poco podrás hacer; en cambio para mitigar la luz se recomienda la instalación de luz indirecta con tiras de led regulables o focos de orientación que den la suficiente luz como para ver en la oscuridad pero que resulten tan suaves que no deslumbren.
En cualquier caso, la integración total es la opción estética más atractiva en lo que a integración de baños se refiere: Para aquellos que se arriesguen con ella existen muchas opciones, como enmarcar la ducha en un prisma de vidrio junto a la cama o a modo de cabecera de obra (como un pasadizo), ubicar una bañadera en el medio y medio de la habitación o encastrar los lavatorios sobre un muro a media altura que funcione como separador de ambientes.
Este tipo de baño es frecuente en viviendas abuhardilladas, hoteles, casas de verano de cierto nivel o viviendas urbanas tipo loft neoyorquino.
INTEGRACIÓN PARCIAL
Si la integración total no es nuestra mejor opción, siempre podemos optar por aislar parcialmente el espacio de baño aunque permanezca dentro del dormitorio. La idea es que la zona de baño se concentre en un espacio propio aunque totalmente accesible a unos pasos desde la cama.
La solución más práctica para una integración parcial del baño en la habitación consiste en delimitarlo mediante un tabique (evitando que llegue al techo o al otro extremo del muro) o bien crear un marco abierto con un tabique de ladrillo y cerrarlo con puertas de vidrio, metal o madera. De esta forma se mitigan parcialmente los ruidos y, dependiendo del material del tabique o de las puertas, el deslumbramiento.
La clave es proporcionar un límite físico que preserve parcialmente el sonido o la luz en su interior, y bien diseñado puede resultar muy interesante a nivel visual.
SEPARACIÓN FÍSICA Y VISUAL
Si lo que queremos es no tener que salir del dormitorio para acceder al baño pero las opciones anteriores siguen generando molestias, siempre podemos optar por un baño común. En este caso ya no se trata de una integración como tal, sino de un baño separado completamente, con la única diferencia de que la puerta de acceso se ubica dentro del dormitorio y no fuera del mismo.
En estos casos, puede optarse por un acceso directo (la puerta da directamente al dormitorio) o por un acceso algo más alejado, por ejemplo interponiendo entre ambos ambientes un armario o vestidor.