Al menos 62 personas murieron ayer y otras 120 resultaron heridas en un atentado contra un centro de entrenamiento de la policía en la ciudad de Quetta, en el oeste de Pakistán, reivindicado por la milicia radical sunnita Estado Islámico (EI) y también por la principal formación talibán local, y uno de los más sangrientos de este año en el convulsionado país surasiático.
En el ataque, que evidencia la fragilidad del país que en los últimos años había visto disminuir la actividad yihadista, “murieron 59 personas del centro policial, además de los tres atacantes, informó Anwar-ul-Haq Kakar, portavoz del gobierno de la provincia de Baluchistán, de la que es capital Quetta.
El asalto comenzó antes de la medianoche, cuando tres hombres fuertemente armados entraron en las instalaciones e iniciaron una batalla de más de 5 horas contra las fuerzas de seguridad, señaló un portavoz policial.
La fuente indicó que los tres asaltantes llevaban chalecos-bomba y que dos de ellos activaron los explosivos que portaban.
Un cadete de la academia explicó a la TV local que vio cómo tres hombres con ropa de camuflaje entraron en el dormitorio con rifles Kalashnikov, que “empezaron a disparar, pero pude escaparme por un muro”.
El gobierno de Estados Unidos “en los términos más enérgicos” condenó el ataque. “terrorista” y “cobarde” en un comunicado leído por el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Ned Price.
“Nuestros corazones y oraciones están con las víctimas de este cobarde ataque, muchas de las cuales fueron entrenadas para apoyar la seguridad del pueblo paquistaní”, sostuvo Price.
El grupo EI se adjudicó a las pocas horas la autoría del ataque en un comunicado difundido por la agencia Amaq, vinculada a los yihadistas.
El pasado mes de agosto un suicida acabó con la vida de 72 abogados en un hospital, donde habían acudido por el asesinato una hora antes de otro letrado.
Pese a este tipo de atentados, Pakistán ha visto caer el número de acciones terroristas, una tendencia que el gobierno y el Ejército atribuyen a la operación militar iniciada en junio de 2014 en el noroeste del país contra supuestos santuarios talibanes.