Resulta un fenómeno sociológico difícil de explicar la recurrente tentación de no pocos argentinos de pensar que el futuro está en el pasado. Esto ocurre con múltiples manifestaciones que van desde el deporte a la economía o a la política. Se puede apreciar tanto en propuestas de dirigentes como en manifestaciones del hombre común.
Esa actitud lleva en forma constante a intentar recrear políticas o instituciones que cumplieron su ciclo o, peor aún, que fueron un claro y manifiesto fracaso.
Sirva esta breve reflexión para encuadrar el propósito del gobierno de la provincia, del Gobernador precisamente, que a rescatado el proyecto de volver a crear un banco de la provincia. La historia del Banco de Mendoza, privado, estatal o mixto es una sucesión de fracasos que arrancó a fines del siglo XIX y terminó a fines del siglo XX, con la privatización y posterior liquidación, ya en manos privadas.
Desde 1934 y hasta 1984 fue un banco mixto que a consecuencia del largo proceso inflacionario, llevó a que los gobiernos de la provincia debieran aportar capital para que pudiera seguir funcionando, mientras los accionistas privados no lo hacían.
La participación accionaria del sector se fue reduciendo y en 1984, año en que vencía el plazo estatutario del banco mixto, el gobierno de la provincia a cargo del doctor Felipe Llaver resolvió expropiar las acciones remanentes en manos del sector privado, convirtiendo al banco en totalmente estatal. Esta decisión dio origen a un largo litigio para determinar el valor de esas acciones.
Hay evidencias de que el sector financiero, en cuanto a la cantidad de entidades, está sobredimensionado en relación a la economía. Si se toman depósitos y préstamos en relación al PBI, el porcentaje es bajísimo comparado con los países de la región. La creación de un nuevo banco, dadas las actuales normas regulatorias del Banco Central, aplicación de normas de Basilea I, II y III, regulaciones inexistentes en vida del anterior Banco de Mendoza, requerirá un aporte de capital de varios cientos de millones de dólares. Cabe preguntarse quién lo aportará. Pero no sólo es un esfuerzo económico de aporte de capital, también será muy importante el gasto de organización, dadas las regulaciones citadas.
Hace más de una década que no se crean nuevos bancos, salvo la apertura de algunas sucursales de bancos extranjeros. Por otro lado, además de recordar el fracaso del banco estatal en nuestra provincia también vale recordar que dos bancos privados (BUCI y Multicrédito) terminaron siendo liquidados.
Hace cuatro año en oportunidad en que el gobierno de Francisco Pérez volvía sobre el tema, en esta columna expresábamos que desde fines de 1994, por el "efecto Tequila" los dos bancos provinciales, Mendoza y Previsión se quedaron sin recursos para prestar.
Esto implica que durante dos décadas la economía de la provincia ha funcionado sin bancos oficiales. En ese lapso se concretó el notable proceso de transformación de la vitivinicultura y el desarrollo de una infraestructura turística que sorprende a propios extraños. Todo eso se hizo sin crédito "blando y dirigido" por el Estado; lo hicieron los empresarios buscando los recursos y los encontraron. Se puede argumentar que se contó con el aporte del Fondo para la Transformación y el Crecimiento (FTC) y esta situación sirve también para cuestionar la idea del Banco Estatal. El Gobierno si quiere crear un Banco tendría que integrarlo con el FTC, perdiendo un buen instrumento que no está alcanzado por la ley de entidades financieras, y que por lo tanto es mucho más flexible que cualquier banco.
Aún en provincias con bancos estatales bien organizados, los gobiernos han optado por aplicar fondos del presupuesto para subsidiar tasas de interés en aquellos sectores económicos que consideraban conveniente ayudar o estimular. Esas políticas han dado buenos resultados. El gobierno licita estos subsidios pero la responsabilidad de otorgar el crédito es del banco, que cobra el subsidio en la medida que recupera el crédito.
Por cierto siempre habrá interesados en estos discutibles proyectos. Es que los bancarios son de los empleos mejor pagados de nuestro país; y candidatos a pedir y no devolver, en nuestra provincia sobran.