Qatar albergará a partir de hoy el Mundial masculino de balonmano, un evento que servirá al país del Golfo como aval para mostrar al mundo su capacidad para organizar grandes acontecimientos deportivos, de cara sobre todo a la Copa del Mundo de fútbol de 2022. Será también la ocasión para los qataríes de medir su ambiciosa estrategia deportiva, tratando de rivalizar con las grandes potencias de este deporte, como Francia, España, Dinamarca o Croacia.
En el torneo, que se disputará desde hoy hasta el 1 de febrero, participarán tres equipos latinoamericanos, con el objetivo de clasificarse para los octavos de final: Brasil, que jugará el partido inaugural de esta tarde contra el local, y Chile coinciden en el grupo A, mientras que Los Gladiadores de Argentina quedaron encuadrados en el D, y recién verán acción mañana ante los daneses.
El pequeño emirato del Golfo es el cuarto país no europeo que alberga esta competición (en 23 ediciones), tras Japón (1997), Egipto (1999) y Túnez (2005). El desafío es grande para Qatar, que quiere hacer del deporte una de sus herramientas diplomáticas y que tendrá como punto culminante el Mundial de la FIFA de 2022. A Qatar se le juzgará por su capacidad de organización de un evento mundial, pero también por su respuesta para llenar las canchas en un país donde el balonmano no es tan popular como el fútbol, aunque las numerosas comunidades extranjeras en el país ayudarán a dar color en las tribunas.
El objetivo del país no es solamente organizativo, sino también deportivo, con un equipo compuesto por jugadores nacidos fuera del país y entrenado por el español Valero Rivera, con el que España se proclamó campeón en 2013 y técnico del mejor Barcelona de la historia. “Es un equipo que jugará un papel y no será el de comparsa”, advirtió el seleccionador francés Claude Onesta, quien predice que la selección qatarí alcanzará al menos los cuartos de final.
Una preparación perturbada
Francia es, seguramente, el primer favorito al título, pese a que su preparación se vio perturbada por los recientes atentados yihadistas en París, lo que ha aumentado la preocupación por la seguridad de la delegación gala. Oro en los dos últimos Juegos Olímpicos, los franceses querrán quitarse en Qatar el mal sabor de boca que les dejó el 6º puesto en el pasado Mundial. De hecho, el año pasado ya mostraron su capacidad de reacción ganando su tercer título europeo y ahora buscarán su quinto título mundial, dos décadas después del primero (1995, 2001, 2009, 2011), algo que ninguna otra selección logró en el pasado. Solamente Rumanía (1961, 1964, 1970 y 1974) y Suecia (1954, 1958, 1990 y 1999) igualan a los franceses en títulos mundiales. Los nórdicos pueden soñar con una quinta corona, pero están uno o dos escalones por debajo de los galos y los rumanos hace años que dejaron de ser una potencia y ni siquiera están clasificados.
Este torneo, además, tiene otro premio importante en disputa: Rio de Janeiro 2016, donde únicamente el campeón tendrá su clasificación asegurada para el torneo olímpico.
La polémica tampoco escapó a esta cita. La Federación Internacional (IHF) invitó a Islandia y Arabia Saudí tras las retiradas, por razones políticas, de Bahréin y Emiratos Árabes Unidos. Menos clara fue aún la treta utilizada para sustituir a Australia por Alemania, que no clasificó en cancha.
Grupos desiguales
La cadena pública alemana ARD acusó a la Federación de haber prometido una invitación a los germanos antes incluso de jugar su partido de clasificación, que acabó perdiendo contra Polonia, en junio pasado. La consecuencia ha sido un campeonato con cuatro grupos desiguales, en los que el C (formado por Francia, Suecia, Islandia, República Checa, Argelia y Egipto) y el D (Alemania, Rusia, Dinamarca, Polonia, Argentina y Arabia Saudita) son mucho más potentes que el A (España, Bielorrusia, Eslovenia, Chile, Brasil y Catar) y el B (Bosnia, Irán, Macedonia, Túnez, Croacia, Austria). De esta manera, España y Croacia, en principio, tienen un camino más despejado que Francia o Suecia hasta las semifinales, por ejemplo.
