Balbín  y el fin de la grieta 

Balbín  y el fin de la grieta 
Balbín  y el fin de la grieta 

El 9 de setiembre se cumplió un nuevo aniversario de la muerte de Ricardo Balbín, político de la UCR que tuvo un protagonismo importante en la vida institucional argentina.

Fue presidente del famoso bloque de los 44 diputados radicales a partir de 1946, cuando la UCR coincidía con el entonces partido peronista en los temas sociales, pero discrepaba con la negación de las libertades individuales.

Por ello fue desaforado en 1949 por la Cámara de Diputados con mayoría peronista. Sufrió la cárcel con los presos de máxima peligrosidad durante nueve meses y fue indultado por Perón a pesar del rechazo del mismo.

Proscripto el peronismo a partir de 1955, la UCR tuvo una división ideológica; una parte de ella se fue con Frondizi mientras que el histórico partido se quedó con Balbín a través de la UCR del Pueblo.

Las elecciones de 1958 le dieron el triunfo a Frondizi a través de un pacto con el peronismo del que su artífice fue Rogelio Frigerio, abuelo del actual ministro del gobierno de Macri.

Sin embargo, Balbín continuó su prédica y junto con Illia candidato a presidente de la Nación, prometieron que si obtenían el triunfo el peronismo nuevamente podría participar de las elecciones como cualquier otro partido.

Así se cumplió la palabra empeñada antes del acto eleccionario. Mucho tuvo que ver con el derrocamiento infame de Illia a manos de los militares, pues no querían el retorno de Perón.

A pesar de ello, y como presidente de la UCR, impulsó la Hora del Pueblo, que eran coincidencias programáticas con partidos progresistas, pero manteniendo su individualidad partidaria.

Así se llegó al abrazo histórico de Gaspar Campos con su archirrival de otrora, Juan Domingo Perón. Fallecido éste, aún se recuerda en el país el emocionado homenaje póstumo de Balbín ante el féretro de Perón.

Se habían terminado las "grietas" entre el peronismo y el antiperonismo. Se consolidaba la unión nacional tantas veces postergada. Y desde entonces, hasta su muerte, Balbín siguió bregando por terminar con las antinomias que habían dividido a los argentinos durante tantos años de frustraciones.

Ello posibilitó que su discípulo, pero rival en elecciones internas, ganara las elecciones de octubre de 1983: Raúl Alfonsín, quien con su impronta de recitar el Preámbulo de la Constitución Nacional continuó el mismo discurso de unión de los argentinos.

Este fue el legado de Balbín a los argentinos. Eximio orador, hombre austero que vivió en su misma casa de la ciudad de La Plata y cuyos familiares, a su muerte en 1981, tuvieron que vender el automóvil en que se desplazaba en sus extensas giras por la República para pagar los impuestos de la vivienda.

La enseñanza del abrazo de Perón con Balbín, que quedó consagrado en la célebre frase "El que gana gobierna y el que pierde ayuda", hoy más que nunca debe -por la salud de la República- volver a recrearse para nosotros y nuestra posteridad, única salida a las crisis morales, institucionales y socio-económicas que hoy padecemos los argentinos.

Juan Fernando Armagnague 
Doctor en Derecho (UBA)

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