Con poco más de 212 millones de litros exportados, la industria vitivinícola argentina despidió un año que querrá olvidar rápido. Es que 2017 se fue sin mostrar un sólo índice positivo interanual para el vino, al punto que quedó al menos 18% por debajo de 2016, y con un nivel de ventas de mosto que se recortó a casi la mitad del ciclo anterior .
Aunque se trata de datos provisorios y sujetos a modificación (los oficiales del mercado interno se esperan para la segunda mitad de enero) según informaron desde el INV, terminan de pintar un cuadro descolorido para el comercio exterior que se esperanza en que 2018 será de recuperación.
Asimismo, los datos preliminares registrados hasta la primera semana de enero muestran que con algo más de 77 millones de litros ingresados, durante 2017 las importaciones le sacaron varios cuerpos al año anterior.
Dónde y por qué
"Hay mercados que crecieron como Inglaterra y Brasil, un poco Rusia, menos, Perú y Paraguay, En lo que respecta a EEUU, creció en facturación y tuvo una caída en volumen comparado con otros años, y eso es importante", repasó Mario Giordano, gerente de Wines of Argentina.
A la lista hay que sumar a otros mercados latinoamericanos prometedores que no respondieron como antes. Un caso es Colombia, donde la presión impositiva sobre las bebidas con alcohol para financiar el gasto público del desarme se hizo sentir en los precios.
Más allá del impacto en los stocks de dos cosechas cortas que parecen encaminados a revertirse (ver aparte) y de un dólar atrasado que por lo tanto no ayudó, para Giordano, "en cuanto a posicionamiento de marca, la caída no fue tan grande. De todos modos, el negocio no fluye".
Lo cierto es que los que "salvaron la ropa" entre los vinos argentinos que se venden en el mundo fue el segmento de u$s 15 a u$s 20 precio retail (entre u$s 40 y u$s 45 FOB), con un precio promedio que oscila los u$s 36.
"Hay un mejor panorama mirando 2018 y 2019, si nos ayuda la producción. Será difícil que suban los reintegros, teniendo en cuenta que se busca bajar la presión fiscal; lo que se necesita trabajar son las cuestiones de logística y bajar costos", diagnosticó el directivo.
La pérdida de posición estuvo, según coinciden los exportadores, en torno a los u$s 3 FOB la botella.
Según Walter Bressia, presidente de Bodegas de Argentina, es atribuible tanto al desfase del tipo de cambio como a los costos internos, lo que debilita la capacidad de competir con rivales revitalizados como España y Francia, respaldados por subvenciones de la Unión Europea que les permiten hacerse fuertes entre los 0,80 y 1,20 euro.
"Eso hace que insistamos en duplicar los reintegros al 6%. La falta de competitividad en gran parte también es de la puerta de la bodega hacia adentro, donde habrá que trabajar más los costos. Y que la materia prima tenga un precio acorde, para que no se dispare como ya ocurrió", advirtió Bressia.
Carga impositiva y logística conforman, a su criterio, un paquete complicado de desactivar. Para Bressia "en otra economía no impactaban tanto, pero ahora está todo al descubierto. Que el 49% del costo de producir una botella de vino sea impuestos resulta insostenible".
Con todo, al vino a granel no le fue mejor. Al contrario. Mientras en 2016 se despacharon 52,6 millones de litros al exterior, el primer cálculo del total vendido el año pasado se acerca a los 30 millones, es decir, casi 44% menos, lo que confirma que el valor agregado sigue siendo un colchón.
Sin embargo, de a poco se advierte una tendencia incipiente. Cada vez más bodegas, sobre todo las que manejan mayores volúmenes y mercados, acuerdan con los importadores fraccionar en destino. Un nuevo negocio asoma.
Difícil para el mosto
Después de superar las 104 mil toneladas, al cabo de 2017 se confirmó que el panorama internacional, con mayor competencia española y hasta del jugo de manzana chino (que siempre que puede patea el tablero, esta vez por debajo de los u$s 900 la tonelada), no le jugó a favor al mosto argentino.
A diciembre, el jugo de uva concentrado no alcanzó a superar las 59 mil toneladas, incluso con un ritmo interanual más lento. Es que mientras en el último mes de 2016 se habían vendido casi 8 mil toneladas más, a diciembre último sólo se habían sumado unas 3 mil.
Si bien a priori entre los exportadores había confianza en llegar a las 65 mil toneladas, difícilmente supere las 60 mil, casi 44% menos. No son pocos los que extrañan las casi 200 mil de una década atrás.
"La diferencia no es consuelo. Nuestro promedio histórico es de 125 mil toneladas. O sea, (estamos) casi (en) la mitad. La nuestra es una industria apéndice de la del vino pero con cierta escala que se redujo dramáticamente y puso al límite a varios. Lo cierto es que si no existiera el mosto habría un excedente de vino, con lo complejo que puede resultar", analizó Fernando Morales, titular de la Cámara de Elaboradores y Exportadores de Mosto.
Con casi 50% absorbido por Estados Unidos, en otros países la tasa de caída fue mayor. A criterio de Morales, "la presión de la cosecha pasada obligó a trasladar un 10 a 12% a precio. Luego bajó la oferta del Hemisferio Norte, sobre todo en Francia, España e Italia. Pero no dio para recuperarse de todo".
La importación no afloja
Restará terminar de redondear el número, pero al 3 de enero el volumen de vino importado por la industria argentina ya había multiplicado casi por 8 la cifra de 2016, cuando ingresaron algo más de 9,3 millones de litros.
Con el registro de diciembre, que todavía puede seguir ajustándose al menos hasta que terminen de cargarse datos en los próximos días, 2017 ya superó los 77 millones de litros. De ese total, el vino a granel que termina por fraccionarse en destino tuvo un dominio abrumador: fueron 99 de cada 100 litros que cruzaron la frontera argentina.
En 2016 la razón más utilizada para explicar el fenómeno fue la suba de los precios de la uva al cabo de una de las vendimias más pobres de las últimas décadas.
En el reciente ciclo, aunque la merma de materia prima fue menos impactante y varias de las empresas tenedoras de volúmenes aseguraron que la diferencia de precios ya no la justificaba, la tendencia pareció marcar que el desfase seguía patente.
"Si no hay producto, entre abandono de fincas y pérdida de producción, es lógico tener que importar. Y el año pasado eso pegó en las zonas que aportan el mayor volumen", es el argumento más escuchado por quienes defendieron la decisión.
No obstante, son los mismos que aseguran que "comparativamente ya no conviene. Y menos aún frente a una buena cosecha", en referencia a los tempraneros pronósticos que apuntan a entre 22 y 23 millones de quintales para la añada que viene.
Mirada más optimista para el ciclo 2018
Si se confirma una vendimia con 23 millones de quintales (de acuerdo a las primeras estimaciones), los elaboradores de mosto ya apuestan a poder captar al menos 100 mil toneladas, bastante lejos del 14% destinado por el acuerdo diversificador Mendoza-San Juan con una cosecha mucho más pobre como la de 2017.
"Así podríamos recuperar stocks y precios más estables de materia prima. Pero dependerá de que el criterio que prime en la decisión sea sobre todo técnico y no político, como nos aseguraron desde el Gobierno provincial", augura Morales.
Si bien el problema son los costos, la industria mostera argentina encara el ciclo 2018 con una base de precios nada despreciable de u$s 1.400 la tonelada, que le sacó una distancia importante a los menos de u$s 900 del jugo de manzana con el que compite China. Sin embargo, para los exportadores de jugo de uva argentino resulta poco menos que indescifrable lo que pueda deparar el gigante asiático. Para ellos, frente a cada ciclo comercial China es una verdadera caja de Pandora.
Promoción y "normalidad"
Para ayudar a apalancar las ventas en el exterior, la agenda de WofA, casi en paralelo con los festejos de la Vendimia en Mendoza, arranca con todo en mercados de gran proyección.
Primero asoma la Vinexpo Nueva York, el 5 y 6 marzo. Y unos días después, del 18 al 20, Argentina se aseguró su pabellón en la cada vez más cotizada Prowine (Alemania), con 130 bodegas confirmadas (87 llevadas por WofA, contra 79 de 2017). 18 al 20
A la espera de recuperar puntos en EEUU, también los monopolios estatales de Canadá, donde pese a todo se insertaron 28 etiquetas nuevas, es otro objetivo. Allí Argentina representaba un 12% y hoy sólo tiene un 9%.
Lo que al mosto le preocupa, al vino lo entusiasma. China sigue en foco, sobre todo a través de lo que fue una de las novedades de 2017: la plataforma digital Ali Baba. Argentina ya empezó a diseñar su pabellón dentro del sitio, con apoyo de la Agencia de Inversiones.
"En materia de volumen, tuvimos 3 años malos. No pasará eso en 2018, si además mejoran las condiciones para competir", señala Giordano.
Para Bressia, en tanto, si se mantienen "valores normales" para la uva "se vislumbra un buen año, al menos para exportar. Con un tipo de cambio que permanezca en torno a los 18,50 y una inflación controlada, Argentina tiene muy buenas posibilidades de colocar más vino porque en el mundo no hay. Pero también tenemos que ser conscientes de que es un negocio y nadie pagará todo lo que Argentina pida".