Es un espacio de negocios relevante para la economía agrícola de Mendoza, definitivamente con fuerte impacto social por su demanda de mano de obra, pero muy sometido al vaivén de la oferta y la demanda.
Unas 3.800 propiedades distribuidas en los distintos oasis concentran la producción de hortalizas que, aunque es la tercera actividad agrícola de Mendoza, está bajo un nivel de variabilidad que, año tras año, se refleja en la evolución del área cultivada y, consecuentemente, en las proyecciones de volúmenes de producción y capacidad de generar empleo.
En los últimos períodos, esas fluctuaciones se vieron acentuadas por un ritmo de aumentos de costos que no son acompañados por los precios de los productos. Esta realidad impacta de manera diversa, según sea el destino del producto.
Según datos del IDR, durante la temporada 2013/2014 se cultivaron poco menos de 31 mil hectáreas con hortalizas en toda la provincia, apenas 2% por debajo de la anterior temporada; pero hay realidades distintas según el producto. Para el que ya piensa en el próximo ciclo agrícola, esos números corresponden a una partida que, prácticamente, ya está jugada.
El ajo, en baja
José Spitalieri, de la firma Puente Blanco, una de las históricas exportadoras mendocinas de ajo, con sede en Rodeo de la Cruz, Guaymallén, advierte que la actividad viene perdiendo terreno desde hace unos años. Señala que eso se refleja en el progresivo achique de la superficie cultivada. "Veníamos de 12.000 hectáreas, pasamos a 8.000 u 8.500, después a 6.500 o 7.000 y este año rondarán entre 4.000 o 4.500".
Revela que los cultivos de la última temporada tuvieron rendimientos muy bajos, porque no hubo dinero para echar abono. Estima que el volumen de calidad exportable fluctuó, en promedio, entre las 650 y las 700 cajas por hectárea.
"Si los rendimientos no cayeron más fue porque esta temporada no hubo mucha pérdida, porque el clima fue bastante bueno. De todas maneras, la falta de atención adecuada de los cultivos se reflejó en la prevalencia de bulbos de bajos calibres", agregó Spitalieri, al tiempo que sostuvo que cuando es mayor la proporción de ajos de esos calibres más grandes se puede llegar a 10.000 kilos por hectárea, lo que representaría 1.000 cajas terminadas.
El empresario justifica el retroceso por el que, desde hace dos temporadas, el ajo se vende muy barato, y asegura que "este año ha sido peor que el anterior".
Apunta que el año pasado, a esta altura Mendoza llevaba exportadas casi 5 millones de cajas (con 10 kilos de ajos cada una) y terminamos la temporada en 6 o 7. "Este año van menos de 3 millones y medio y no creo que se vaya a llegar a 4 millones".
Calcula que el año comercial va a cerrar con 40% menos de producto colocado en el exterior, que es el destino de más del 80% del ajo producido en Mendoza.
La papa, firme
El caso de la papa es -por ahora- distinto. Aún sin tener en cuenta el fuerte repunte en los precios que registró la semana pasada, cuando las lluvias dificultaron la cosecha, el mercado interno (destino mayoritario de la producción nacional) mantiene condiciones de firmeza.
Hasta hace aproximadamente quince días, la bolsa de 25 kilos estaba alrededor de los 80 o 90 pesos en los mercados de concentración. Durante la semana siguiente llegó casi a duplicar ese precio en Buenos Aires y luego, tras la estabilización del clima y el reinicio de la recolección, los valores caían, para situarse -a inicios de esta semana- alrededor de los 100 pesos, porque todavía no se podía embolsar en el Valle de Tupungato, donde persistían las condiciones de elevada humedad.
Carlos Aguado, productor de Malargüe y La Carrera (en la precordillera del centro-oeste de Mendoza), descuenta que "el precio se va a ir normalizando, y podría quedar unos 10 o 20 pesos por encima de los valores que teníamos antes de ese repunte fuerte de la semana pasada", señala el empresario.
En cuanto a los precios percibidos por el productor, revela que "cuando la bolsa de 25 kilos estaba en 80 o 90 pesos, en chacra se estaba pagando alrededor de 45 y hasta 50 pesos la papa buena".
En relación con las perspectivas para más adelante, Aguado señala que "todo depende de lo que pase en Villa Dolores (Córdoba), porque tuvieron que demorar la siembra por las lluvias, y una helada en el mes de abril o en los primeros días de mayo podría dañar los cultivos. También hay que ver cómo sigue el clima en el sureste de Buenos Aires, donde ha seguido lloviendo".
De manera que hay una serie de factores que, en ciertas condiciones, podrían tonificar de nuevo los precios.
Esto, según el empresario, podría mantener el interés con vistas a la próxima siembra, que deberá comenzar el 1° de setiembre en Mendoza. En las zonas productivas de la provincia "no hubo variantes" en el área cultivada en 2013. El sureste bonaerense creció un poco en superficie, pero como los rendimientos fueron algo más bajos (por el clima), el volumen de oferta no ha variado.
El "veranito" de la zanahoria
Santiago Salassa, secretario de la Cámara de Empacadores de Zanahorias de Mendoza (Caeza), confirma que cayó fuerte el área cultivada respecto del ciclo 2012/2013, y da cuenta de una transitoria recuperación en los precios, aunque no pudieron sostener la firmeza que habían experimentado a partir de marzo.
El dirigente señala que la superficie sembrada se retrajo también en las otras regiones productoras del país. Señala, en ese sentido, que la zona de Mar del Plata, Necochea, Bahía Blanca, ha tenido muy poca producción, y eso, sumado a las dificultades para cosechar por las lluvias, los favoreció con un "veranito" corto en materia de precios, que ahora están empezando a declinar otra vez.
Santiago del Estero y Santa Fe, junto con Mendoza, son las regiones más importantes que producen, en una temporada muy corta, en contraestación respecto de la provincia cuyana.
Salassa atribuye la merma del área de siembra a los bajos precios.
Apunta que "hasta principios de marzo valía entre 80 y 90 pesos la bolsa de 20 kilos, hizo un pico de 140 pesos, empezó a declinar y hoy está en torno a los 120 pesos y creo que va a llegar a los 100 pesos".
El empresario advierte que "con esa plata creo que se está cubriendo el costo y queda muy poca rentabilidad, y no hay que olvidar que en los últimos años vinimos empatando la suba de costos hasta la temporada pasada, que fue francamente mala" .
En agosto-setiembre se iniciará la nueva siembra, pero las decisiones respecto de si habrá cambios en la superficie cultivada dependerán mucho de las expectativas que generen los precios a final de esta temporada.