El Bajo Verde es una barriada que hace sólo unas décadas atrás fue una laguna. Ese inhóspito e impensado territorio se construyó a pulmón un barrio que luchó de manera incansable por la mejora en la calidad de vida y que hoy disfruta de los servicios necesarios para desarrollarse como comunidad.
El departamento de General Alvear está construido a base de esfuerzo, sacrificio y batallas ganadas a la adversidad de la vida y de los territorios. La historia de la barriada el "Bajo Verde" es uno de los ejemplos más acabados de las proezas individuales y colectivas.
Sus límites geográficos están definidos por las calles Estanislao Zeballos, Martín de Irigoyen, Sarmiento y calle Corrientes lo ubican muy próximo al centro alvearense, más precisamente a 400 metros de la plaza central.
Su paisaje irregular con casas de distintas dimensiones y veredas cambiantes dan cuenta de un proceso de construcción signado por el acceso individual a los terrenos y edificación de las viviendas. El inicio del Bajo Verde se remonta a la década del 60, la primera casa la levantaron Primitivo Rodríguez y Teresa Pérez. Una vivienda de adobes de barro y techo de palos es el hito fundacional de la barriada.
La barriada del Bajo Verde es el reflejo de una historia forjada por el deseo y el esfuerzo que implica acceder a uno de los derecho fundamentales de todo ciudadano, la casa propia.
La denominación de bajo tiene su correlato en un argumento geográfico. Un marcado declive en el terreno provocaba que en épocas de lluvias, las tierras aún despobladas, se inundaran hasta transformarse en lagunas en las cuales los patos hacían de las suyas. En ese paisaje inverosímil comenzó a construirse un espacio poblacional que hoy alberga a cientos de alvearenses.
Laureano Videla era el propietario original de la extensión de tierras que luego se fue dividiendo en parcelas adquiridas por los ciudadanos que cargaban el deseo de la casa propia. Y así fue que levantaron los terrenos sabiendo de las consecuencias nefastas que acarreaba la caída de lluvia pero igual edificaron ladrillo por ladrillo sus hogares.
Osvaldo Donaire "Chani" , como lo conocen en el barrio, vive actualmente en la calle Pedro Molina y aunque no es nativo del lugar carga una historia muy particular con la zona. Comenzó a frecuentar el barrio a los 15 años cuando conoció a Liliana, su actual esposa.
"La venía a visitar con un amigo que también tenía una novia en el barrio. Teníamos que sacarnos los zapatos, arremangarnos los pantalones para cruzar el charco y llegar a su casa. Yo vivía atrás del hospital y al llegar a la calle Zeballos y Pedro Molina tenía que sacarme el calzado para llegar a destino", comenta Osvaldo haciendo gala de un recuerdo pintoresco.
En el año 1994 el barrio ya tenía los servicios de agua y luz pero unos años antes iniciaron las gestiones para instalar la red de gas. Ese año marcaría un punto de inflexión para el Bajo Verde, el resurgimiento de la unión vecinal gracias a las gestiones de Nilda Olivera, reavivó una de las necesidades básicas que no estaban satisfechas y que complicaba seriamente el día a día de los vecinos. No tenían servicio de cloacas.
Los noventa fueron tiempos en los que se consiguieron la personería jurídica necesaria para que la unión vecinal, presidida por Osvaldo Donaire, consiguiera los subsidios necesarios. Sin embargo, los gobiernos no hicieron más que obstaculizar las gestiones y frustrar el deseo y el empuje de los vecinos.
Diez años después, allá por el 2004 cuando la resignación ya se había hecho carne, se encendió una señal de esperanza. "Un día Cristian González, secretario de Obras Públicas por esos años, nos dijo que había una posibilidad de concretar el proyecto de cloacas. Yo ya estaba resignado y no insistí demasiado.
Sin embargo, un día Cristian me dijo que viajaba a Buenos Aires para conseguir el dinero y al poco tiempo me confirmoó que en unas semanas se firmaba el contrato con una empresa local. Así que fui casa por casa para avisar a los vecinos y no lo podían creer". Así lo narra Osvaldo Donaire con un tono de orgullo.
"Cuando comenzó la colocación de los caños nos pusimos muy contentos porque para nosotros era un proyecto inalcanzable. Incluso se realizó un festejo en la calle José Ingenieros con música y comida”, prosiguió Chani.
Y añadió: “`para nosotros era un lujo el servicio de cloacas, hasta ese momento nos teníamos que bañar con agua limitada porque se nos llenaba el pozo séptico. No tuvimos que poner ni un peso para la obra simplemente conectarse y pagar la instalación en Obras Sanitarias (AySam) como lo hacen todos. Pero el zanjeo y colocación de caños fue sin costo", cierró el relato Chani destacando la importancia y la mejora en la calidad de vida que significó la concreción del proyecto.
El barrio actualmente es muy tranquilo si bien hubo una época donde se notó más la inseguridad, la colocación de luminarias sobre las calles, el aumento de construcción de viviendas en los terrenos baldíos y el acceso a una mejor vida de los vecinos revirtió esa situación hasta volverla casi imperceptible.
Dentro de los límites del Bajo Verde el deporte ha sido una de las prácticas destacadas en los jóvenes, fruto de los potreros y pistas amateurs de bicis, el barrio vio brillar fuera del departamento y del país a Diego Caparroz quien se desempeñó en el ciclismo de elite con excelentes resultados de la mano del histórico Ignacio "el chueco" Gilli y también formando parte de la selección nacional.
Actualmente Diego ha montado un emprendimiento propio "Bike Pro" donde sigue ligado a su pasión el ciclismo desde la comercialización y arreglo de bicicletas tanto de competición como domésticas.