Robert Mugabe, de 93 años, renunció como presidente de Zimbabue ayer, indicó el presidente del Parlamento Jacob Mudenda en una sesión extraordinaria, poniendo fin a 37 años al frente del país.
“Yo, Robert Mugabe entrego formalmente mi dimisión como presidente de la República de Zimbabue con efecto inmediato”, declaró Mudenda al leer, bajo los aplausos, la carta de renuncia del jefe de Estado.
La noticia fue anunciada en una sesión extraordinaria del parlamento convocado para debatir una moción de destitución de Mugabe, que controló todos los aspectos de la vida pública en Zimbabue desde su independencia en 1980.
La renuncia pone fin a una semana de incertidumbre sin precedentes que comenzó cuando los militares tomaron el control tras la destitución por Mugabe del vicepresidente Emmerson Mnangagwa y sus esfuerzos para colocar a su esposa Grace al frente del país.
Precisamente Mnangagwa sería nombrado como presidente interino hoy, dijo Simon Khaya Moyo, vocero del partido gobernante ZANU-PP.
“Creo que el destituido vicepresidente Mangagwa, quien cuenta con el apoyo del comité central del partido regresará (al país) en las próximas 24 horas y sería juramentado como presidente por 90 días”
Emmerson Mnangagwa había salido de su silencio el martes para exigir la dimisión de Mugabe. "Invito al presidente Mugabe a tener en cuenta los llamados lanzados por el pueblo para su dimisión de forma que el país pueda avanzar", afirmó en un comunicado Mnangagwa, conocido como el "cocodrilo" y favorito para encabezar la transición política.
Mnangagwa, de 75 años, fue destituido el 6 de noviembre, por instigación de la primera dama, Grace Mugabe, con la que competía para suceder al presidente, de 93 años.
La expulsión de este fiel del régimen, héroe de la lucha de la “liberación” de Zimbabue, provocó la intervención de las Fuerzas Armadas, que controlan el país desde el 15 de noviembre.
El ya ex presidente había ignorado todos los llamados a que se apartara del poder, e incluso afirmó el domingo por la noche, en un discurso televisado, que presidiría el congreso del partido en diciembre.
Desde el inicio de la crisis, las voces se multiplicaban para exigir la salida del decano de los jefes de Estado activos en el mundo: el ejército, la calle y su propio partido, el Zanu-PF. Ayer al mediodía, por iniciativa del Zanu-PF, el Parlamento había iniciado la sesión dedicada a examinar la demanda de destitución de Mugabe.
En su resolución, el Zanu-PF acusó al presidente de “haber autorizado a su esposa a usurpar sus poderes” y de “no tener ya capacidad física para asegurar su papel”, había precisado un diputado, Paul Mangwana.
El presidente del Parlamento leyó la carta de Mugabe apenas comenzó el debate.
“Mi decisión de dimitir es voluntaria. Está motivada por mi preocupación por el bienestar del pueblo zimbabuense y mi deseo de permitir una transición, pacífica y no violenta que garantice la seguridad nacional, la paz y la estabilidad”, escribió el mandatario.
La dimisión de Mugabe ofrece a Zimbabue “la oportunidad de forjar un nuevo camino libre de opresión”, dijo Theresa May, primera ministra del Reino Unido, la antigua potencia colonial del país africano.
Bocinazos y festejos en Harare
Los zimbabuenses festejaron ayer con bocinazos y alegría en las calles de Harare la noticia de la renuncia del presidente Robert Mugabe.
La renuncia pone fin a una semana de crecientes presiones sobre el expresidente de 93 años, temido por muchos ciudadanos que vivieron bajo su orden represivo.
“Estamos sólo muy contentos que las cosas estén por cambiar”, dijo Togo Ndhlalambi, un peluquero de 32 años. “Nos levantábamos cada mañana esperando este día. Este país vivió tiempos difíciles”, añadió.
Luego de una semana de incertidumbre política, los zimbabuenses reaccionaron con alegría.
“Estoy tan contenta que Mugabe se haya ido, 37 años bajo su dictadura no es una broma”, dijo Tinashe Chakanetsa, de 18 años. “Tengo esperanza por un nuevo Zimbabue dirigido por el pueblo y no por una persona”, dijo.
Multitud de gente acudió al Parlamento minutos después del anuncio. “Es increíble, ese hombre era poderoso, muy poderoso”, dijo Barber Wright Chirombe, que se sumó a la multitud eufórica que festejaba en las calles.
En el Parlamento, en donde se leyó la misiva con la renuncia del presidente, un cuadro con la foto de Mugabe fue arrancado de una pared y destrozado por un grupo de personas.
Los hombres bailaban y las mujeres cantaban, muchos con lágrimas de alegría agitando banderas nacionales y felicitando al general Constantino Chiwenga, que lideró el golpe militar.
“Fuimos reducidos a personas sin valor bajo Mugabe”, dijo Yeukai Magwari, de 33 años, un vendedor que bailaba con un grupo de gente con uniformes de empleados domésticos en Avondale, un barrio de la capital.