Entre el amor y el odio caminan a diario. Pueden pasar de héroes a villanos en cuestión de minutos; de saborear la gloria a "Pampa y la vía" en apenas un remate cruzado o un cabezazo a quemarropa. Siempre al límite, sin margen de error y soñando con una tarde que los eleve al Olimpo de las grandes actuaciones. Son los arqueros, tipos a quienes nadie parece comprender sobre su vocación. Son los habitantes solitarios del àrea, condenados al más oscuro fusilamiento cuando llega un delantero desalmado, sin marca y con balón controlado. En su honor, ayer, y para refutar aquello del "día del arquero" que muchos esgrimen a la hora de señalar algo que no iba a suceder jamás, se conmemoró el Día Internacional, instaurado en 2013, en memoria del colombiano Miguel Calero, quien falleció en 2012, producto de una embolia, a los 41 años. Antes, en 2011, tuvo que anunciar su retiro por una trombosis venosa en el brazo izquierdo.
Con diferentes estilos y aptitudes, el fútbol argentino ha sido pródigo en nombres y especialidades: de los goles de pelota parada del paraguayo José Luis Félix Chilavert a los penales atajados por especialistas de la talla de Hugo Orlando Gatti, Ubaldo Matildo Fillol y Sergio Goycoechea, solo por nombrar algunos.
La voz de Sebastián Moyano (arquero de Unión SF): "Mi hermano mayor me mandaba al arco en el fondo de casa y me mataba a pelotazos. ¡Me encantaba!".
Y Mendoza no es excepción a la hora de hablar de grandes guardametas: "Chalo" Pedone, Walter "Gorrión"_Bernabé, Sebastián Torrico, Nelson Ibañez, Adrián Gabbarini Esteban Andrada y Sebastián Moyano son algunos de los nombres que vienen a la memoria cuando de contar historias se trata. Sin embargo, las grandes pasiones también reposan sobre los hombros de otros que hoy están escribiendo su historia: Cristian Aracena, Tomás Marchiori y Matías Alasia, un cordobés, especialista en penales, que hoy defiende el arco del Deportivo Maipú.
"Comencé en esta posición porque mi viejo también era arquero, más allá que no llegó a jugar en Primera. Él me incentivó para empezar y la volvería a elegir por todo lo que me ha dado el fútbol. Es difícil mirar para atrás y no verme atajando", dice Aracena, quien no se considera un referente para los más chicos, aunque: "Si alguien me ve de esa manera, es un halago".
La vida de muchos queda marcada por sucesos deportivos o históricos que van moldeando la profesión. Es el caso de Alasia, quien decidió ir al arco luego de los penales de Goycochea en Italia 1990. "Ahí empezó mi camino, aunque en esos tiempos atajaba y también jugaba en el mediocampo. Es un puesto hermoso, aunque muchos se quedan con la imagen de como resuelve uno cuando el balón llega al área", dice el custodio de los tres palos botelleros, quien asegura haber atajado más de "40 penales", desde sus inicios en inferiores.
La voz de Sebastián Torrico (arquero de San Lorenzo): "Me preparé mucho para ser arquero y el incentivo de compañeros y entrenadores me hizo ser quien hoy soy".
A la distancia, las cosas suelen tener una mejor oportunidad de análisis. Sin embargo, Cristian "Chimango" Andrada, hoy lejos del fútbol profesional y con una escuela de arqueros en el Este provincial, no cambiaría el puesto que eligió hace más de 30 años atrás. "Fui arquero porque el primer profe que tuve me vio condiciones. Tenía cinco años y no salí nunca más del arco (risas). Lo volvería a elegir, aunque sea un puesto muy ingrato. El equipo hace un gol y se abrazan todos menos el arquero (risas)", dice.
La voz de Tomás Marchiori (arquero de Gimnasia y Esgrima): "Volvería a elegir esta posición mil veces, pese a que es el puesto más ingrato de todos. Me gusta mucho mi lugar".
La memoria popular suele guardarlos en un lugar destacado. No importan los títulos ni los penales atajados ni algún gol evitado sobre la hora. "Es el puesto más ingrato", repitieron ayer los protagonistas consultados por este diario. Incluso ahora, si usted, querido lector, se toma dos segundos, podrá repasar atajadas que llevan el nombre de un guardameta, incluso más allá de la década de 1980. Anímese, cierre los ojos, retroceda en el tiempo y haga justicia con tantos que merecen el reconocimiento.
En Argentina se celebra el 12 de junio
El Senado Nacional instituyó en 2011 el 12 de junio como la jornada para celebrar a los arqueros argentinos, porque ese día nació Amadeo Carrizo, arquero y leyenda de River, uno de los mejores en su puesto en la historia del fútbol argentino.
Carrizo, recientemente fallecido, jugó 24 años en River (de 1945 a 1968) y disputó 513 partidos, que lo convierten en el jugador que más veces vistió la camiseta del club de Núñez.
Carrizo, quien se retiró a los 44 años, hizo historia por su poco ortodoxo y arriesgado estilo. Solía salir del área para jugar en la defensa y utilizar técnicas que aunque ahora son comunes, en aquel entonces eran revolucionarias, como lanzarse a los pies de un atacante para arrebatarle la pelota o iniciar contraataques con saques desde el arco. Fue también el primer arquero argentino en utilizar guantes, algo que en su momento se consideró una excentricidad. Lo hizo por recomendación de otro grande, el ruso Lev Yashin, quien le regaló los suyos.
Una vez contó que le gustaría que alguien, dentro de cien años, diga: "Me contó mi bisabuelo que una vez hubo un arquero muy bueno, que se llamaba Amadeo Carrizo. Atajaba en River, jugó muchísimos años". Quería perdurar en el recuerdo. Vaya si lo consiguió.
Arqueros inolvidables
- Carlos Barisio
- José Luis Chilavert
- Hugo Orlando Gatti
- Además, Gatti ostenta otro récord, compartido con
- Pedro Catalano