Bajar la contaminación visual

La contaminación visual por la publicidad no autorizada es un tema a combatir.

Bajar la contaminación visual
Bajar la contaminación visual

Otra vez nos ocupamos en este espacio editorial sobre la contaminación visual que es un lamentable ‘patrimonio’, en el mal sentido, de nuestra hermosa capital, de ciudades del Gran Mendoza y de otras partes de la provincia.

No es que defendamos exclusivamente el ámbito de la principal urbe mendocina, pero no podemos evitar hacer base en ella cuando por comentarios de visitantes, simples turistas o gente especializada en las nuevas formas y servicios de las modernas ciudades, sabemos  el importante modo cómo impacta en ellos nuestro centro mendocino.

Especialmente por sus calles arboladas y esa definida concepción de “ciudad bosque”, que la hace tan atractiva y que ofrece en el tórrido verano una mitigación de las altas temperaturas.

Ahí tenemos entonces, con su condición de zona arbolada, un aporte definido que resuelve una de las necesidades cotidianas de los seres humanos, y que es poder enfrentar de mejor manera los agobiantes estíos del oeste argentino.

Será oportunidad de otro escrito determinar cómo se encuentra nuestro amigable arbolado, pero ahora nos interesa abordar la abundante proliferación de la propaganda en cartelería que invade el espacio público, creando una contaminación visual destructora de la imagen arquitectónica y urbanística de nuestras ciudades y nuestros paisajes de los contornos rurales.

Adelantamos fuera de toda duda, que la publicidad comercial no regulada y clandestina debería ser eliminada por las autoridades provinciales y municipales.

La contaminación visual es todo aquello que afecta o perturba la visualización de una determinada zona o rompe la estética del paisaje.

Por desgracia cada vez nos encontramos más con este problema tanto en los grandes espacios urbanos como en los sectores rurales.

El cerebro humano tiene una determinada capacidad de absorción de datos que se ve superada por la enorme cantidad de elementos “no naturales” en el paisaje.

Reiteramos entonces, sin ningún lugar a dudas, que todo lo que en este sentido es clandestino, debería ser eliminado progresivamente.

El acento lo ponemos en las vallas publicitarias, los graffitis en todos lados, los carteles colgados de postes de publicidad, los cruzacalles y la utilización de cualquier obra de arte urbano para difundir o avisar sobre algo: desde un servicio de inyectables al próximo baile de un club.

En algunas rutas, sobre todo nacionales, se ha despejado un poco de avisos que pueden ser una distracción o contribuir a una obstrucción visual al conducir automotores, especialmente si están colocados cerca de las banquinas.

De todos modos, en este aspecto falta mucho por hacer.

Después tenemos la publicidad permitida y regulada por ordenanzas o leyes provinciales, que no combatimos y por consiguiente admitimos cómo válida, aunque a riesgo de preguntarnos si no se puede hacer mejor en atención al cuidado del medio ambiente y las normas urbanísticas racionales.

Por eso proponemos que cada vez se respete más el diseño de edificios y otros elementos de la cultura y el arte de las ciudades, privilegiando los valores urbanísticos, artísticos y funcionales del patrimonio cultural y arquitectónico general.

Y no solo le tenemos que pedir su aporte al usuario de todos los días sino también al Estado, que debe dar el ejemplo, y a las universidades, que pueden contribuir a la regulación de estos temas y sobre todo a educar.

De paso, advertimos que hemos entrado en lo que se avecina como un reñido año electoral, y entonces la publicidad en la vía pública será la ¿contaminante? protagonista al momento de posicionar a los candidatos de cada partido político entre las opciones de los votantes.

No tenemos muchas expectativas, pero sería una interesante demostración de madurez que las agrupaciones partidarias instruyeran a sus cuadros en la utilización racional de los espacios reservados para esta difusión y se abstuvieran de ‘ocultar’ a la ciudad con sus candidatos y propuestas.

La salud visual es tan importante al medio ambiente como todas las demás. Pongamos cuidado, entonces.

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